Amanece y lo que nunca hago, me tomo un café y reviso los portales de internet.
Sorpresa.
Me encuentro los principales portales tapizados de acusaciones hacia los candidatos a Gobernador punteros en Tamaulipas.
Los vínculos con la delincuencia, anclados todos en el sexenio de Tomás Yarrington se han convertido en una especie de pantano del que los aspirantes relacionados con ese gobierno parece no podrán salir.
Y es que ningún partido se puede dar el lujo de tener un velo de sospecha en cualquiera de sus candidatos. Ni siquiera el más tenue.
El golpe mediático, con acusaciones crudas de lado americano es una loza que Manlio Fabio Beltrones, admite no será tolerado. Aún y cuando sean de los favoritos del equipo compacto del presidente.
Y Ricardo Anaya en el PAN tiene una oportunidad dorada para sacudirse de una vez por todas, los resquicios de un calderonato desvergonzado que se niega a una muerte digna, sino que se multiplica como hydra que se mueve sigilosamente a través del Senado, buscando infectarlo todo con tal de imponer a Margarita Zavala en 2018.
El cáriz que toman las cosas se vuelven cada vez más ríspidas. Tamaulipas, el estado número 28 en prioridades nacionales, se ve ahora sí, como un botín jugoso y nadie quiere quedar fuera de la jugada.
Pero eso no es todo.
La sentencia más dura es un misil que impacta directamente en el otrora Corazón de Tamaulipas: La decisión se tomará en la flamante Ciudad de México -antes Distrito Federal-, no en Ciudad Victoria. Esta la tercera vez que un columnista de alto perfil de la capital del país sostiene tal afirmación.
Eso descarta a cualquier prospecto de delfín local.
¿De dónde viene el torpedeo?
El intento frontal de descarrilamiento del candidato favorito del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Puede venir de dos flancos distintos pero a la vez similares. Lo mismo Pudo ser orquestado del CEN del PRI que de Bucareli 99.
En cualquiera de los casos, la exigencia de candidatos de alto perfil y con un expediente pulcro ha golpeado tanto al PRI como al PAN, que podrían ver caer a sus favoritos del juego sucesorio, que parece haber reducido en el caso del PRI a sólo dos precandidatos con posibilidades reales de contender por una candidatura, el que impulsa Gobernación y el que decidió irse por la libre, mientras que en el PAN ven de reojo a Nuevo Laredo, en busca de un plan B.
En ambos casos se agradecería que postularan candidatos que no tengan las manos sucias.
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