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Sección: Editoriales / R-Evolución

Manipulación de la verdad

Por: Rodrigo Pérez González 13/03/2016 | Actualizada a las 22:37h
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Desde tiempos ancestrales el ser humano constantemente se ha visto en la necesidad de comunicarse, de disponer de una sana convivencia, de relacionarse en armonía con sus hermanos y la naturaleza, con la finalidad de crecer con los demás, trabajar en equipo, tomar acuerdos y negociar con otros.

México siempre ha tenido que enfrentarse al desafío de comunicar al país, con sus más de 118 millones de habitantes distribuidos en un territorio de casi dos millones de kilómetros cuadrados dentro de una herida geografía.

Para comunicar al país de una forma factible, fue evidente que las tecnologías de comunicación a distancia permitieron el despliegue nacional de transmisión de información codificada, de servicios de telefonía, radio y televisión.

Fue entonces a inicios de la década de los 50’s cuando se hizo innegable que para desarrollar las redes de comunicación era fundamental la participación del Estado y el control de la televisión pública. Pero el avance en el desarrollo de las comunicaciones  fue mínima, por lo que se optó por privilegiar la participación del capital privado, al que le confirió concesiones para la prestación de servicios de telefonía y televisión.

Pese a las políticas estatizantes  de los gobiernos de Echeverría y López Portillo, aparecieron nombres como el de Rómulo O’Farril, Emilio Azcárraga Vidaurreta y Guillermo González Camarena, cada uno con sus diferentes canales comerciales lograron unirse para consolidar el Grupo Televisa por allá de los años 70’s.

Tras la llegada de Miguel de la Madrid Hurtado a la Presidencia de la República había poco que rescatar de la economía nacional. Las severas políticas de austeridad aplicadas durante su gobierno, terminaron con incontables pequeñas y medianas empresas que de la noche a la mañana, tuvieron que enfrentar la competencia de productos extranjeros.

Y si el gobierno de Miguel de la Madrid se abocó a estabilizar una economía que le fue entregada en quiebra, a Carlos Salinas de Gortari le correspondió llevar a cabo la desincorporación de casi todas las empresas del sector público, a través de procesos de licitación poco transparentes, que fueron producto de una negociación entre los allegados para el reparto del botín.

Un claro ejemplo, fue la transferencia del control de Teléfonos de México (TELMEX) en 1990,  mediante un proceso de licitación del que resultó ganador el consorcio encabezado por el Grupo Carso.

Y si bien, los términos de la privatización de Telmex le aseguraron condiciones que le permitieron crecer y afianzarse en un mercado sin competencia, en la televisión abierta el gobierno de Salinas de Gortari decidió generar una “alternativa” a Televisa mediante la privatización de los canales que adquirió Televisión Azteca en 1993.

Tras Zedillo asumir la presidencia, el control de las telecomunicaciones estaba en manos de no más de tres grupos.

En el 2000, Vicente Fox Quesada con la carga de grandes expectativas de una población que votó aspirando por el cambio, apostó su capital político en una práctica de gobierno basada en encuestas. Aunque la mentada “Encuestomanía” solo acercó más a los grupos que generaban una opinión pública, y nadie mejor que Televisa.

A Felipe Calderón Hinojosa también se le señala como responsable de la protección de los intereses del grupo mediático.

Y de Enrique Peña Nieto, aun lo recordamos como la cara del poder desmedido de las televisoras y sus aliados, es una muestra clara de cómo se puede construir una candidatura presidencial desde Televisa y Televisión Azteca.

Con todo esto se confirma que ningún poder político, que ningún actor de esta misma, se puede resistir a las mieles del poder de la comunicación. De alguna manera todos se han visto influenciados dentro de los poderes fácticos, con el simple hecho de preservar su poder dentro de tiempos finitos en el Servicio Público.

Probablemente el punto de equilibrio entre Aire y Tierra sea algo instintivo por parte de los elementos de la naturaleza, y el encontrar esa armonía puede ser propicio para la creación de fenómenos interesantes.

Pero lo que no tenemos que pasar por visto nosotros los ciudadanos, es la influencia de los emporios de alcances internacionales dentro de nuestra vida diaria.

No nos dejemos manipular por la información mediática, no nos veamos influenciados por la falta de conciencia, ni en la falta de empatía.

La verdad se construye con la creación de varias verdades, por lo que nos toca a todos nosotros desde nuestras diferentes trincheras, sembrar cimientos fuertes, hacer que el edificio se construya con bases muy sólidas, recordando siempre que “posiblemente este no sea el final, y ni siquiera sea el comienzo del final, probablemente solo sea el final del comienzo”.

Rodrigo Alejandro Pérez González

Es licenciado en Comercio Internacional.
Presidente de la Asociación Civil, Sociedad Mostrando Vida A.C.
Y actualmente es conductor edición matutina de los Noticieros de Canal 10.
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