Muchas etapas, fases, injusticias, muertes, luchas y más, tuvieron que pasar para que pudiese existir la libertad de expresión. Y aunque en nuestros tiempos se dice que gozamos de un ambiente que la privilegia, vemos claros ejemplos de cómo en ocasiones se busca coartarla. No vayamos tan lejos: nuestro país es un ejemplo de esta dicotomía.

Después del régimen priista que tanto controlaba la narrativa, maniatando la libertad de expresión, poco a poco se fueron dando las condiciones para una mayor apertura tanto en nuestra sociedad como en los medios de comunicación. Sí, podemos decir que México goza del derecho de poder expresarte con libertad, pero envuelto paradójicamente en acciones contrarias.

Por ejemplo, el año pasado se reportaron al menos cinco periodistas asesinados en suelo mexicano, lo que convierte a México en el país con más muertes violentas de comunicadores de Latinoamérica en 2024, según el informe anual del Comité de Protección para Periodistas (CPJ). El país lleva años como uno de los diez territorios más peligrosos para ejercer el periodismo.

Muchas veces, aquella persona que alza su voz ante el statu quo dominante, y aun teniendo argumentos y/o elementos comprobados para hacerlo, es considerada como un incómodo disidente, tachada de provocadora, mentirosa y más. Todo esto antes de sufrir las consecuencias de sistemas, ámbitos o gobernantes que no gustan de críticas y menos que los expongan.

Si tú trabajas en “x” lugar y ves que hay cosas que no están bien, ¿en verdad tienes la libertad para expresarte abiertamente y criticar aquello que bien no se hace? Honestamente, ¿qué pasa o pasaría si lo hicieras? Sufres las consecuencias de lo antes mencionado. Créanme, yo mismo lo he vivido, triste y lamentablemente, en varias ocasiones.

Pero para que esto siga sucediendo, terminan siendo tan culpables los que perpetran las injusticias, así como aquel que calla y deja que esto siga así. Con ello, podemos decir que la libertad de expresión se convierte en un derecho que se tiene, pero el mismo que mucho se combate o no se respeta.

“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas, ya sea oralmente, por escrito, o a través de las nuevas tecnologías de la información, el cual no puede estar sujeto a censura previa sino a responsabilidades ulteriores expresamente fijadas por la ley.”

En papel, puede que estén bien definidos muchos conceptos de protección y explicación, pero en la práctica no siempre se respetan. Mi genuina admiración para toda aquella persona, sistema, gobierno, etc., que sea garante de los derechos humanos existentes y tolerantes a las diversas formas y expresiones de nuestra multicultural y multifacética sociedad.

Un aspecto que revolucionó la forma de expresarnos y comunicarnos son los medios como las redes sociales. Estos permiten mayor propagación de información y respeto a expresarse, pero también han servido como herramientas para la desinformación y ataques calumniosos a personas. Ejemplos de esto los vemos continuamente, viendo a su vez estrategias como el uso de los “bots” para tales fines.

En el caso del llamado "cuarto poder", el cual es un concepto que se refiere a los medios de comunicación, como la prensa y los medios de comunicación masivos, en su capacidad de influir en la política y la sociedad. La idea se originó con la noción de que los medios, más allá de simplemente informar, tienen un poder significativo para moldear la opinión pública, influir en el debate público, y en última instancia, ejercer presión sobre los poderes políticos y gubernamentales.

“Speaking truth to power”, una frase en inglés muy utilizada, “Hablando verdad al poder”, es un concepto que se tiene que tomar en cuenta cuando la valentía de aquellos que intentan mantener un sano balance entre los que manejan los hilos del poder y la sociedad, intente ser cortada.

Los que atentan contra la libertad de expresión terminan siendo no solo cómplices del estancamiento de las democracias participativas, sino rehenes de sus propias inseguridades y culpas.

Para ser realmente libres, tenemos que ser congruentes entre lo que decimos y hacemos, como también respetuosos y hasta empáticos, de ser necesario, ante todo aquello que no concuerde con nuestras ideas e ideales.

En lo personal, en mi vida he preferido mi libertad de poder expresarme a ser sujeto de limitantes sistémicas que intentan disipar nuestra esencia y derechos.

Libertad de expresión siempre.

Reflexión
"En un Estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra deben ser libres."
— Suetonio

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)