Altamira, Tamaulipas. — La paciencia de los vecinos del Fraccionamiento Santo Ángel y otras colonias del sur de Altamira explotó, cuando el alcalde morenista Armando Martínez Manríquez se atrevió a presentarse en la zona afectada por la falta de agua. Una mujer lo encaró sin miedo y le dijo lo que muchos piensan, pero pocos han podido decirle: “Yo voté por ti y me fallaste”.

El reclamo no es menor, pues desde hace meses, cientos de familias viven con baja presión o de plano sin agua en sus hogares.

La zona sur de Altamira depende del suministro proveniente de la planta Laguna de la Puerta, ubicada en Tampico, a varios kilómetros de distancia y para resolver este problema estructural, el propio Armando Martínez anunció en 2022 una inversión de 60 millones de pesos para conectar a la ciudad con la planta Duport.

Tres años después, la obra que prometió entregar en un año sigue inconclusa. No hay agua, no hay avance visible, y lo peor: no hay explicaciones claras. Lo que sí hay es hartazgo y abandono.

El enojo ciudadano ya no se puede contener. Esta semana, vecinos afectados bloquearon calles durante dos días para exigir una solución inmediata. Ya no quieren promesas, quieren resultados.

Y es que la situación no solo es indignante, también es inhumana: hay hogares que no tienen cómo bañarse, cómo lavar trastes o simplemente cómo vivir con dignidad.

El gobierno de Armando Martínez ha sido un fracaso en lo más elemental: garantizar el derecho al agua. Su silencio y su falta de acción se sienten como una burla para quienes confiaron en él en las urnas.

Hoy, en Altamira, no solo hay sequía en los grifos, también hay sequía de compromiso, de verdad y de respeto por el pueblo.