“No vengo a prometer justicia, vengo a ejercerla con pruebas y dignidad”: Yazmín Gómez
Ciudad Victoria, Tamaulipas. – En un sistema judicial donde las víctimas dudan, los jueces se esconden y la fe pública se desmorona, Yazmín Gómez —candidata a Jueza de Distrito en Materia Penal Federal (boleta amarilla, número 05)— lanza un mensaje tajante: “La justicia no se propone, la justicia se ejerce con pruebas, con leyes y con argumentos”.
Durante una entrevista exclusiva con HOYTamaulipas, Gómez no ofreció promesas vacías ni frases bonitas. Con más de 23 años de trayectoria en el Poder Judicial y el temple de quien ha visto de todo, habló con crudeza y determinación sobre lo que significa impartir justicia en uno de los estados más golpeados por la violencia: Tamaulipas.
“Las pérdidas se vuelven cotidianas y el dolor se vuelve ordinario. Nos vamos acostumbrando a vivir con dolor. A una madre le digo: no te acostumbres al dolor. Acostúmbrate a recibir la paz que necesitas”, dijo con firmeza.
La candidata no eludió los temas espinosos y reconoció que la cultura de la revictimización y la ausencia de acompañamiento empujan a muchas víctimas a abandonar los procesos judiciales, lo que, en muchas ocasiones, termina en sentencias absolutorias. Y eso, dice, duele.
“Necesitamos que la víctima venga al proceso, que el juez, que la jueza, los oiga, los vea. Si no están, si no participan, la justicia se queda incompleta”, señaló.
En un país donde los ciudadanos ven a los jueces como entes lejanos, fríos y técnicos, Yazmín apuesta por la cercanía sin sacrificar la ley. Cuando se le preguntó cómo compagina su rigor jurídico con la empatía, su respuesta fue lapidaria:
“No dejo de ser Yazmín. La niña que soñaba con ayudar. Pensé en ser monja, pero elegí las leyes. La justicia no es solo un texto. Es humanidad.”
Gómez compartió una experiencia que la marcó: la liberación de un joven injustamente detenido, gracias a las pruebas obtenidas por su madre —una ciudadana persistente que movió cielo, mar y tierra. Esa absolución, conseguida con el respaldo de su entonces jefe, el magistrado Carlos Manuel Aponte Sosa, le recordó por qué eligió esta carrera.
“Ese es el beneficio: que nunca me deban nada. Yo hago mi trabajo como debe hacerse: con objetividad, con profesionalismo y con imparcialidad”, relató.
Cuando se le preguntó cómo sobrevive emocionalmente al dolor e impotencia que implica juzgar, su respuesta fue tan humana como brutal:
“Yo bailo. Escucho salsa. Respiro. Y me recuerdo que, si no había otra manera de resolver, entonces hice lo correcto.”
Yazmín sabe que uno de los grandes retos no es solo impartir justicia, sino recuperar la confianza en el sistema judicial, especialmente entre los más pobres, los más golpeados, los más escépticos.
“El joven de colonia marginada debe saber que también será escuchado. Que hay tribunales y personas calificadas para atenderlo. Pero también tiene que acercarse, no rendirse antes de entrar.”
Sobre el proceso judicial electoral en curso —histórico por ser el primero en el que los ciudadanos elegirán directamente a jueces y magistrados— Gómez es franca:
“Tengo fe en este proceso. ¿Es perfecto? No. Pero si funciona, que también les quiten el dinero a los políticos. Porque yo he hecho campaña con mi dinero, mi gasolina, mis volantes, mis ganas. Si esto no es bueno para mí, que no llegue. Pero si es bueno para México, que florezca.”
Finalmente, al preguntarle por qué deberían marcar el número 05 en la boleta amarilla, respondió sin rodeos:
“Porque Yazmín nunca ha sido señalada por corrupción. Porque nunca he cerrado mi puerta. Porque sé resolver con pruebas, no con simpatías. Y porque no vengo a prometer justicia: vengo a ejercerla.”
La elección está en manos de los ciudadanos. Y Yazmín Gómez no pide fe ciega. Pide vigilancia, exige participación y ofrece trabajo. Nada más. Nada menos.
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