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Nacionalismo económico digitalizado

Por: David Vallejo El Día Martes 18 de Febrero del 2025 a las 12:49

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La Conferencia de Seguridad de Múnich 2025 confirmó que el orden mundial que dominó las últimas décadas ha quedado atrás. La idea de que la interdependencia económica evitaría conflictos y que la cooperación internacional garantizaría la estabilidad se ha desmoronado. En su lugar, emerge un mundo donde la diplomacia se ha convertido en un intercambio de favores, la hegemonía ya no se sustenta en acuerdos multilaterales sino en negociaciones bilaterales sin principios, y la guerra tecnológica define las nuevas esferas de poder.

Trump dejó en claro que su visión del liderazgo global se basa exclusivamente en la lógica del intercambio. La seguridad de Ucrania, que antes dependía de la cohesión de Occidente, ahora se mide en términos de acceso a recursos estratégicos. Zelensky rechazó la exigencia de entregar el 50% de las tierras raras de su país a cambio de apoyo militar, calificándola de colonialismo. Europa, acostumbrada a depender de Washington para su seguridad, enfrenta un futuro incierto donde sus propias decisiones determinarán su destino. Macron intentó articular una respuesta para fortalecer la autonomía de la Unión Europea, pero la falta de un ejército común, la dependencia económica de China y las disputas internas entre los países del bloque han hecho que su discurso carezca de impacto real. Alemania, dividida entre su tradición pacifista y la urgencia de asumir un papel más activo, mostró posiciones contradictorias. Mientras Pistorius denunció los ataques estadounidenses a la democracia europea, Friedrich Merz, probable sucesor de Scholz, prometió apoyo total a Israel en un intento por consolidar una posición de liderazgo en la región. Reino Unido, sin el respaldo de la Unión Europea, busca redefinir su papel en la geopolítica con pragmatismo, sin una estrategia clara a largo plazo.

Mientras Europa se sumerge en debates internos, Medio Oriente ha decidido asumir el control de su destino. Trump propuso que Estados Unidos tomara el control de Gaza, pero Jordania respondió con una negativa tajante. Egipto lidera un plan de reconstrucción que excluye a Hamas, mientras Arabia Saudita se posiciona como el actor clave en la reorganización de la región. Turquía, con la aprobación implícita de Washington, ha asumido el control de la estabilización de Siria, organizando un nuevo ejército con combatientes de la oposición y reasignando prisioneros del ISIS entre Irak, Siria y su propio territorio.

China observa la fragmentación de Occidente con paciencia estratégica. Wang Yi declaró en Múnich que Beijing rechaza cualquier forma de intimidación estadounidense y proyectó la imagen de una potencia estable en un mundo gobernado por la incertidumbre. En la competencia por la hegemonía global, China ha comprendido que su mejor estrategia es evitar la confrontación directa con Washington y esperar a que la Unión Europea y Estados Unidos desgasten su cohesión con disputas internas. El caos geopolítico trabaja a su favor.

La verdadera batalla por el futuro está ocurriendo en los laboratorios de inteligencia artificial. Macron anunció un plan de 109 mil millones de euros para posicionar a Francia como una alternativa a Estados Unidos y China en la carrera por el desarrollo de IA. Sin embargo, la falta de infraestructura tecnológica y la dependencia de financiamiento externo hacen que su ambición se enfrente a limitaciones estructurales. Washington, por su parte, ha bloqueado acuerdos internacionales sobre inteligencia artificial, argumentando que las discusiones europeas tienen un sesgo antiestadounidense. Mientras tanto, China continúa desarrollando modelos de IA soberanos, con bases de datos propias y aplicaciones estratégicas en defensa, seguridad y gestión estatal. La hegemonía del siglo XXI no dependerá de la superioridad militar o de los acuerdos comerciales, sino del control de los algoritmos que regirán la economía, la infraestructura y la toma de decisiones políticas.

El comercio, que en el pasado fue el motor de la globalización, ha sido transformado en un arma geopolítica. Las tensiones económicas entre Estados Unidos y la Unión Europea han revelado el colapso del modelo neoliberal, sin que exista una alternativa estructurada. En su lugar, ha emergido un nacionalismo económico digitalizado, donde el acceso a mercados, tecnologías y recursos estratégicos está definido por alineamientos geopolíticos en lugar de la lógica del libre comercio. China y Estados Unidos han entendido esta nueva realidad y han adoptado políticas industriales proteccionistas para garantizar su dominio en sectores clave. Europa, sin una estrategia industrial común y atrapada en la burocracia de Bruselas, se encuentra en riesgo de ser relegada a una posición marginal en la economía global.

Si el comercio ha dejado de ser un garante de estabilidad y Estados Unidos ha modificado su rol como protector del orden mundial, la pregunta central es qué modelo de seguridad global reemplazará al anterior. La OTAN continúa existiendo, pero su falta de cohesión y liderazgo efectivo la han debilitado. La Unión Europea enfrenta la disyuntiva de construir una defensa autónoma o aceptar su vulnerabilidad en un escenario donde Washington actúa según intereses propios. La descentralización del poder militar ha comenzado, y en un mundo multipolar sin normas claras, los países que no adapten sus estrategias de seguridad quedarán expuestos a las decisiones de potencias más ágiles y definidas.

El mensaje de Múnich es inequívoco. El poder ha dejado de operar bajo la retórica de la diplomacia. La era de los valores compartidos ha sido reemplazada por la era de la transacción sin restricciones. La tecnología ha desplazado a la economía como el principal campo de disputa global, y la inteligencia artificial definirá qué países dominarán el futuro. La globalización ha sido fragmentada en bloques comerciales y tecnológicos, estructurados en función de la geopolítica.

Múnich 2025 pasará a la historia como el momento en que el mundo comprendió que el orden internacional de la posguerra ha sido reemplazado por un sistema totalmente diferente. Estamos ante el nacimiento de una nueva arquitectura global aún sin reglas definidas. La incertidumbre es absoluta. La historia ha demostrado que las épocas de transición radical preceden grandes reconfiguraciones.

Somos testigos del crepúsculo de un orden y del alba de otro en el que el poder ha dejado de disfrazarse de virtud. Algunos actores han abandonado la pretensión de encarnar el bien o el mal y han asumido la crudeza de su propósito: existir para dominar. Otros, en su afán de ser los guardianes de un mundo que ya no les pertenece, carecen del carisma, el respaldo y la voluntad necesarios para guiarlo. La historia avanza sin esperar redentores.
¿Voy bien o me regreso? Nos leemos pronto si la IA y los algoritmos lo permiten.

Placeres culposos: En el cine se estrena septiembre 5 y la cancha de oro en Netflix.

Ranúnculos para Greis.

David Vallejo


Politólogo y consultor político, especialista en temas de gobernanza, comunicación política, campañas electorales, administración pública y manejo de crisis. Cuenta con posgrados en Estados Unidos, México y España. Ha sido profesor, funcionario estatal y federal, así como columnista en Veracruz, Tamaulipas y Texas. Escritor de novelas y cuentos de ficción. Además, esposo amoroso, padre orgulloso, bibliófilo, melómano, chocoadicto y quesodependiente.

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