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La capacidad de detectar errores

Por: Ricardo Hernández El Día Jueves 25 de Abril del 2024 a las 08:48

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Con estudio, con participaciones en talleres, con el hecho de escribir columnas o artículos de opinión considero que vamos ganando terreno para una mejor calidad de escritura, aparte, seremos capaces de ir detectando nuestros errores y errores de los demás haciendo observaciones siempre con fines de aprendizaje.

En un taller de redacción en el que participé pude apreciar que no todos cometemos los mismos errores al redactar, pues no son únicamente faltas de ortografía las que se pueden notar, sino también de redacción debido a la repetición de palabras, a la falta de congruencia entre un párrafo y otro, al no acomodar adecuadamente los elementos de la oración lo cual nos lleva a una doble interpretación del mensaje; Otro de los errores consiste en no saber emplear el sinónimo.

Recuerdo aquella vez cuando en la sesión de un taller literario en el que participé un compañero leyó su cuento muy entusiasmado. Al principio de la lectura mencionó la palabra Satanás, en las siguientes líneas escuchamos que dijo Lucifer, párrafos abajo nombró la palabra demonio.

El maestro del taller expresó al final de la lectura: “¡Cuántos demonios!” El autor del cuento aclaró ruborizado: “Nada más era uno, maestro”; al instante el maestro preguntó intrigado: “¿Uno?, ¡pero si mencionaste varios!” El novel cuentista se justificó diciendo: “¡Es que no quise repetir varias veces la misma palabra! (Satanás)”.

Como se puede ver en este ejemplo no siempre da buen resultado el uso del sinónimo, para evitar esas posibles confusiones se recomienda acudir a los libros de redacción o a los libros de sinónimos para informarnos sobre su correcto empleo.

Hace tiempo me obsequiaron una novela que escribió una simpática señorita. Al terminar de leerla me pareció que la historia había sido escrita por la mano de una gran escritora, solo que las faltas de redacción eran evidentes. El libro se había editado por cuenta propia y sin corrección alguna, me confesó después el papá de la jovencita.

Todos alguna vez nos hemos enfrentado al problema del uso y abuso de la ‘coma’, al abuso del ‘que’, a la repetición de palabras, al abuso de la ‘y’, así como al no saber cómo ordenar las palabras en la oración.

En cierta ocasión un amigo me pidió de favor que le hiciera algunas revisiones a su texto con el propósito de mejorarlo. Luego de haberlo leído le comenté que tenía muchas “y” innecesarias, le sugerí que las quitara. Cuando nos volvimos a reunir me enseñó el texto corregido. Mi amigo me hizo caso en parte, porque sí quitó las “y” innecesarias que le había marcado en el texto, solo que en su lugar puso las comas: un texto con comas innecesarias entorpece la lectura o se puede prestar a una doble interpretación en lo que se dice.

Son evidentes las faltas de redacción cuando no se tiene la preparación básica para redactar un texto. Por eso es necesario que leamos, que practiquemos, porque las dos cosas van de la mano, no puede ser que nada más estemos practicando o que nos la pasemos leyendo. Es importante que sepamos detectar a tiempo los errores, mucho antes de que sean publicados nuestros escritos.

¿Por qué razón muchas de las veces no detectamos un error a tiempo?

Puede ser por lo siguiente: ¿has escuchado hablar sobre lo que es la “ceguera de taller”? En la edición y corrección de estilo entiendo que se aplica cuando el escritor de tanto que revisa su propio texto no alcanza después a ver sus propios errores, debido a la excesiva confianza en sí mismo o porque hace las revisiones casi automáticamente; pero, en cambio, cuando otra persona lo lee, es entonces que esta sí es capaz de detectar las faltas que el escritor no vio.

Aun así, es importante que cuando terminemos de redactar un texto, columna o artículo de opinión sea necesario revisarlo varias veces, no una ni dos, sino más todavía, porque en esa medida es como vamos detectando errores que no vimos a la primera.

Ha pasado que en ocasiones ni siquiera diez veces fue suficiente para detectar el error, pero también debemos tomar en cuenta que en este caso lo más importante es estar consciente de que tal vez se vaya un error como le ha sucedido a cualquiera.

Caso contrario, si no revisamos lo más probable es que el texto presente algunas fallas, que no tenga un ritmo adecuado o que existan faltas de ortografía o sintaxis. En Facebook, sobre todo en la sección de ventas, podemos encontrar ejemplos como los siguientes: “Se venden tenis para hombres azules”, “Se venden tenis para hombres de tela”.

En el primer ejemplo podemos afirmar que no hay hombres azules; en el segundo, que tampoco hay hombres de tela; en cambio sí creo que haya tenis de color azul, como los hay de tela.

¿Cómo se puede mejorar esa oración? Podemos escribirla de esta manera: Se venden tenis de piel en color azul, para hombre. En caso de sean de piel. En este ejemplo se puede ofrecer un poco más de información al respecto para tener claro de lo que se trata.

La otra oración la podemos mejorar como sigue: Se venden tenis de tela para hombre.

A estos tipos de errores me refiero cuando no acomodamos los elementos de la oración adecuadamente.

 

 

 

 

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.

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