Para nadie a estas alturas es un secreto que el candidato del PAN a la alcaldía de Reynosa es Gerardo Peña.

Peña ya declaró que buscará la alcaldía que la trae perdida desde que tragó polvo en 2007 cuando se enfrentó a Óscar Luebbert por la nada despreciable cifra del cinco por ciento. En 2009 volvió a disfrutar el sabor de la derrota, cuando se enfrentó a Everardo Villarreal por una diputación federal.

El 2021 es la oportunidad de sacarse la espina y dicen las malas lenguas, estar listo si “la revolución lo llama” para el 2022.

Pero el problema para Peña que son sus penas, son las debilidades percibidas.

Para empezar, es un desarraigado. Ni siquiera es de Reynosa, el hombre es nativo de Nuevo León y llegó a esta ciudad, cuando fue invitado a trabajar en la alcaldía. Cuando perdió cargó maletas para salir huyendo a la Ciudad de México. Hasta ahora su carrera se la debe al que manda en Tamaulipas. Estuvo en Proméxico, Corett, y luego en el Senado como “asesor”. Regresó al Estado gracias a los vientos de cambio.

Y ya en la parte personal, tenemos que anotar que no es una persona que sea empática. La raza periodista dice que es más gris que el gris.

Es percibido que no está al servicio de los demás y sí a la orden de sus patrones, además, que solo ve por sí mismo y no soluciona problemas.

También hay que incluirle que no es natural en sus discursos. No se muestra accesible ante los ciudadanos y terriblemente se ve muy alejando de estos.

En el análisis al que tuve acceso, también tiene sus cualidades positivas, lo miran como trabajador y responsable.

Y es entendible que su desarraigo de como resultado que cuando se les pregunta a los reynosenses si lo conocen, el 62 por ciento dice que no y solo el 38% dice conocerlo.

Claro, con una campaña de posicionamiento sería suficiente para que hasta los perros lo reconozcan.

Otra de las penas de Gerardo, es que Reynosa se ha convertido en un caldo de cultivo, en donde su partido el Acción Nacional está pagando el costo político. La ciudadanía no siente un liderazgo fuerte.

En dicho contexto, la idea de abandono, se ha ido incrustando en los distintos ámbitos de la sociedad. En ese sentido, los habitantes de Reynosa se sienten insatisfechos con lo realizado por el gobierno municipal y estatal.

Su otro problema (porque como ven tiene muchos), tiene nombre y apellido: Maki Ortiz Domínguez, quien pese a su pésimo trabajo como alcaldesa, que ha ayudado a provocar ese sentimiento de abandono de sus conciudadanos, sigue manteniendo el control político en la ciudad.

Y en el juego de los perversos, si Maki Ortiz no le cumplen sus exigencias será el principal rival al que se deban de enfrentar. Hoy las penas de Gerardo, es lograr mediar entre el que manda en Tamaulipas y lo que exige (se presume) la alcaldesa, para que dé el visto bueno y con ello no ponga trabas al proyecto de Gerardo Penas, digo Peña.

Sería para el PAN desastroso apareciera el fantasma del 2018 cuando ella ganó todo, y sus compañeros de fórmula tragaron tierra.

Y, para empezar, lo primero que debe de hacer Gerardo, es quitarse de la cara ese tufo de que nadie lo merece y empezar a verse como mortal. Si no, ni se preocupe, ya sabe lo que es perder y una tercera nunca cae mal.

Twitter: @Marco_Esquivel

Marco Esquivel

Valle Hermoso, Tamaulipas 1973 (Naturalizado en la Hermana República de Abasolo, Tamaulipas. México)
Periodista, Agente de Seguros y Consultor Político

Tiene una maestría en Gobierno y Política Pública; un Máster en Gestión de Riesgos por la Ealde Business School.
En 2015 concluyó un Máster en Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política por la Universidad Camilo José Cela (Madrid, España)
Es director general del periódico digital HOYTamaulipas.
Su columna Esto se Dice se ha publicado en distintos medios de comunicación de Tamaulipas.

Como agente de Seguros, cuenta con cédula A, B y D, para intermediar seguros personales, empresariales y agrícola y ganado. Es miembro de la Million Dollar Round Table que congrega a los mejores agentes de seguros internacionalmente.