Una vez que se ha impreso el libro…

La pregunta es muy sencilla: ¿cuáles son las estrategias de ventas para acomodar mis propios libros?

Mi preocupación mayor no es saber ‘a quién’ le puedo vender un libro, sino en dónde o en qué lugar.

Para vender los libros he tenido que confiar en mí mismo, he tenido que ser paciente, arriesgado, concentrado.

Insistir, resistir y persistir es la clave.

Que una persona no me compre un libro no significa que deba tomar una actitud negativa o de derrota.

En este caso el propósito es que mi mente se prepare para enfrentar retos, para brincar obstáculos, para perfeccionar la estrategia de venta.

Durante una reunión de café, esperé el momento adecuado para decirle a una persona: “Señor Báez, aquí traigo su libro”.

El señor Báez abrió más los ojos, enseguida me preguntó: “¿Es el tuyo? ¿Cuánto dices que vale?”.

El señor Báez me pidió que se lo autografiara.

En la calle me detuve a saludar a un político. El señor no me conocía, y yo a él sólo lo había visto a través de los medios de comunicación.

Le expliqué brevemente que estaba celebrando diez años de escribir columnas y que el libro contenía historias interesantes.

Cuando me preguntó: “¿Qué tipo de temas trae?”, en ese instante le mostré el índice. El político se había interesado en leer los títulos.

“¿En cuánto lo vendes?”, me preguntó sin despegar los ojos de las páginas.

Se lo vendí.

Pasé a una tienda X en la que se encontraba atendiendo un joven de lentes, le dije que andaba vendiendo mi libro, que tal vez le interesara leer las historias.

En un negocio de abarrotes normalmente hay mucho movimiento, pues la gente entra y sale a cada rato.

El día que llegué con el joven de lentes, me fui al grano: presentación breve-muestra del contenido del libro-venta.

Duración aproximada de la venta: cinco minutos.

Soy de la idea de que es importante construir desde abajo, y no construir desde lo que no se tiene una base sólida.

Si para vender un libro me va a dar pena hacerlo, ¿pues entonces para qué me esmero en escribir?

Creo que una persona prepara su mente de acuerdo con la información que le mete.

El hecho de andar por la calle ofreciendo mis libros no es ningún delito, al contrario, es demostrarme a mí mismo que yo he creado un producto, un producto que ha pasado por un proceso creativo, en el que se han plasmado ideas, la imaginación, emociones.

Por eso considero que se hace un gran esfuerzo en producirlo. ¿Por qué iba a permitir que se quedara guardado en el cajón del ropero?

¡Eso nunca!

Creo en lo que hago, y todo lo que escribo espero que siempre sea para apoyar con mi entusiasmo.

¡Comparte la experiencia!

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.