Pasan los años y con ellos innumerables estudios y modelos organizacionales propuestos por académicos y/o conocedores de la materia. Algunos perduran, otros solo son reflejo de una época en especial o de un tipo de esquema muy definido para cierto rubro específico organizacional. Algunas empresas toman como base modelos exitosos para después irlos modificando según sus propias necesidades y tras procesos de evaluación periódicos, cuando bien lo hacen. Muchas trabajan de manera empírica, con poca planeación y muchas veces sin una supervisión adecuada a los procesos y menos evaluaciones de desempeño necesarios. No hablemos de basarse en indicadores evaluativos o modelos de eficiencia financiero-operativos, muchas veces solo se trabaja acorde a lo inmediato, a lo muy necesario, inclusive solo para salir del día tras día.

No nos extrañe el por qué después los resultados simplemente no se dan y menos con ideologías anacrónicas o basadas solo en intereses particulares o grupales. Aún que hay que decir que construir esquemas exitosos no siempre es fácil, menos lo será si es el mismo sistema o quienes lo manejan los que no quieren o tienen la visión necesaria para revertir el fracaso. Súmenle a eso factores como soberbia, una cultura de “compadrazgo” que privilegia más lo que a ellos interesa que lo que verdaderamente le interesa a la organización.  

Las organizaciones exitosas tienen en común aspectos como, una visión clara de a donde se quiere llegar, procesos derivados de una planeación estratégica bien definidos, una estructura organizacional establecida, apertura para adaptarse al cambio, motivación laboral y una atención especial hacia todos los miembros y áreas que la componen. Llegar a ser los mejores en cualquier aspecto en nuestras vidas nunca será un proceso fácil, siempre tendrá que ir acompañado, de disciplina, entrega total, mentalidad, perseverancia, aceptación y superación del fracaso y sobre toda una humildad espiritual.

Con los cada vez más frecuentes avances tecnológicos, nos deberíamos de preguntar entonces:

¿Por qué nos estancamos tanto, será nuestra naturaleza o simplemente somos tan displicentes, tontos o flojos como para no querer mejorar?

No se quejen de la mediocridad si no hacen nada para salir de ella…

La película Ford vs Ferrari

Un excelente ejemplo de mentes brillantes y diferentes que luchan en contra de sistemas de cotos de poder. Las envidias, los intereses y la gente soberbia siempre tratan de imponerse, pero en esta película biográfica dos hombres sueñan en grande, luchan contra la adversidad y terminan haciendo historia.

¿Y tú mi estimado lector, quieres escribir tu propia historia o que la escriban otros por ti?   

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)