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Por qué minimizar

Por: Juan Sánchez El Día Domingo 20 de Octubre del 2019 a las 09:06

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Esta semana habrá nueva reunión extraordinaria del gabinete de seguridad pública, para analizar otra vez el caso Culiacán e informado el alcance que ha tenido la estrategia federal contra la delincuencia organizada en todo el país.

De ahí que considere pertinente observar que, junto al desempleo y la pobreza, es la inseguridad pública uno de los problemas que más han lastimado a nuestra sociedad.

Y sobre todo, cuando es provocada por quienes trasgreden el marco legal en la comisión de ilícitos del orden federal.

Éste cáncer ha penetrado hasta en los rincones más apartados de la geografía nacional, sin que se hayan ofrecido avances sustantivos en su extirpación, aunque sé que sí existe mucha voluntad, por parte de las autoridades; y un placeo de las fuerzas armadas y la Guardia Nacional que, admitámoslo o no, han ahuyentado a muchos transgresores, pero no lo suficiente, como pa’ devolverle a la sociedad la tranquilidad a que tiene derecho por mandato constitucional.

Se lo comento porque hay todavía comunidades otrora pacíficas que siguen convertidas en campos de batalla por los enfrentamientos que ahí libran las fuerzas federales y el hampa, mientras que los uniformados no logran encontrar la fórmula para atenuar, al menos, ese lastre que atenta contra individuos y familias.

Habría connivencia

En reiteradas ocasiones --en el ámbito nacional-- se ha comprobado que el hampa ‘teje’ relaciones y logra penetrar las esferas encargadas de su combate --lo que ha sido demostrado cuando se logra detener a pillos de alto rango, ¿cómo en la capital de Sinaloa?--, quienes muchas veces han resultado ser servidores públicos, en activo; lo fueron, o sostienen complicidad con los mandos encargados de la seguridad pública federal--, según exhiben las televisoras en sus noticiarios y programas especiales.

Es más, en el pasado reciente, resultaba común enterarse de cómo delincuentes disfrazados de policías --mediante el estipendio--, lograban colarse a las mejores “plazas” --este mal quizá aún se practica--, a fin de estar cerca de los “patrones” para poder servirles adecuadamente.

Secuestros, violaciones, robos, tráfico y la venta de estupefacientes, así como viles y cobardes asesinatos, forman parte de una larga lista de modalidades criminales que llenan a diario los espacios y tiempos de los medios de comunicación masiva y siguen al alza.

Todo esto ha dañado la credibilidad hacia las instituciones federales, encargadas de la seguridad, hasta el grado de que el pueblo (agraviado), por distintos canales ha exhibido hartazgo y tomado justicia por su propia mano –aquí aparecen casos sobre todo en el sureste--, convirtiéndose en otro problema para el Estado.

Tendencia a minimizar

Existen funcionarios federales interesados en minimizar los cruentos sucesos ocurridos en Culiacán y Aguililla (Michoacán) la semana que nos antecede; y los que registra toda la frontera que México comparte con la Unión Americana, pero el secretario de Seguridad Pública (federal), Alfonso Durazo Montaño, según observo, mal ha evaluado los trabajos de las corporaciones federales.

Y hace días reiteró su perorata por múltiple ocasión en lo que va del año.

Y aunque también sabe que hay voluntad presidencial para cumplir el cometido y se han logrado importantes aprehensiones y decomisos de drogas, como el aseguramiento de armas, municiones y vehículos, él ordenó directamente que se dejara en libertad a uno de los herederos del imperio del crimen culichi.

Error que debe pagar al menos con su renuncia.

No obstante Andrés Manuel López Obrador lo defiende y se ha echado la culpa, porque en el fondo está muy interesado en redoblar esfuerzos para restablecer la seguridad pública en todo el país, por ser éste un ofrecimiento que hizo el Presidente de la República (hace un par de años aproximadamente) al asumir el Poder Ejecutivo federal.

En fin, esperemos a ver qué dice mañana durante ‘la mañanera’.

Prensa libre

En los últimos días, algunos de los políticos supuestamente perfilados a las candidaturas que se pondrán en juego con miras al proceso electoral del 2022, han sido víctimas del escarnio por negarse a satisfacer el apetito voraz de algunos mercenarios de la comunicación.

Pero esta insidia no alcanza su cometido.

Y no, merced a la suciedad con que ha pretendido exhibírseles (en la mayoría de las veces), o porque el receptor, por convicción propia, se rehúsa a magnificar infamias, que en nada contribuyen a la objetividad periodística y sí, por el contrario, a la real pérdida de credibilidad de la prensa en su conjunto.

Al comentario lo nutre el hecho de que también, en fechas recientes, algunos periodistas hemos sido bombardeados con informaciones que refieren ciertos deslices en la vida privada de algunos de ellos, sin que los autores de la embestida se atrevan a dar la cara; ya por cobardía, o, como ellos argumentan, en el anonimato, “por razones obvias”.

¡Bah!

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es muy clara al consignar que la libertad de expresión debe respetarse siempre y cuando no atente contra la vida privada de los individuos, pero hay quienes arguyen que un político no tiene vida privada, en clara alusión a su afán de ganar espacios a través del escándalo y la diatriba, con las que intentan lograr popularidad entre la opinión pública.

En lo sucesivo, y hasta la víspera del adelantado proceso, seguramente arreciarán los golpes bajos que hablen del mal comportamiento de fulano, zutano o mengano (en su vida privada), sin que nada ni nadie pueda frenarlos aun cuando se tratare de simples especulaciones, porque igual que los periodistas éticos existen vividores del oficio que en el chantaje y la extorsión encuentran su modus vivendi.

Por lo que respecta a la prensa profesional –los lectores bien que la ubican--, ésta difícilmente haría eco a la calumnia o trataría de enlodar personalidades --sobre todo en lo que a la vida privada se refiere--, o, en su caso, a la reproducción de versiones que no le constaran.

Pero eso es harina de otro costal.

Y de ello hablaré en futuras colaboraciones, pues hoy, simplemente, me ocupa la necesidad de aclarar que no soy, ni pretendo ser, repetidor de especulaciones ni mucho menos tengo interés en entrometerme en lo que no me importa. O sea, en la vida privada de los políticos.

Lamentablemente muchos de ellos, por su propia “calentura”, ya han caído en el juego de los mercenarios de la comunicación.

E-m@il:

jusam_gg@hotmail.com

Se hace camino al andar

El rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), José Andrés Suárez Fernández, entre las transformaciones institucionales que ha impulsado, decidió incrementar la presencia del Alma mater en todas las comunidades donde hay instalaciones del sistema a distancia, con el fin de promover los programas que contribuyan en el desarrollo económico, social y cultural de los municipios que no cuentan con instalaciones para la educación superior.

Caminante no hay camino

En el actual escenario nacional que se distingue por el golpeteo y la descalificación, incluso utilizando a las instituciones del Estado, nadie quiere ceder ante lo que consideran un legítimo derecho.

No obstante, si las autoridades no muestran ecuanimidad y alcanzan un acuerdo en beneficio del país al que se sujeten todos los partidos políticos, los ánimos podrían desbordarse.

Mientras ello ocurre, los medios de comunicación masiva tienen como referencia obligada cualquier movimiento que estos hagan.

Y más allende el río Bravo.

Se lo comento porque fuera de los lugares comunes, lo cierto es que hay una evidente influencia del país más poderoso del mundo con respecto al nuestro --en el ámbito de seguridad--, por lo que existe temor de que en Washington otra vez se entrometa en asuntos que no son de su incumbencia.

De esa realidad se originan los comentarios y análisis que ponderan al factor externo como un elemento determinante o de gran influencia en cada elección federal.

Aceptar este tipo de posturas, es tanto como ignorar la historia de la Patria y sus instituciones; la identidad y fortaleza de los mexicanos.

Es, en síntesis, negar el principio de autodeterminación y relativa independencia que tenemos, merced a las luchas libertarias.

Y es aquí donde las aguas empiezan a revolverse más.

Juan Sánchez Mendoza

Ha ejercido el periodismo durante más de tres décadas, alcanzado premios estatales en dos ocasiones; autor del libro "68. Tiempo de hablar"(que refiere pormenores del memorable movimiento estudiantil); autor de ensayos literarios; y reportero de investigación de tiempo completo, acá en territorio nacional y más allá de nuestras fronteras y del continente americano.

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