Seguramente no sean muy importante para algunos las elecciones de EUA 2016. Lo mismo de siempre. Dos partidos, varios candidatos, unos más populares que otros; economía, migración, latinos, negros, matrimonio homosexual, etc. Es el“remake” de campañas electorales anteriores.
Pero siempre hay algo que hace una campaña electoral sea distinta. O algo que la haga más vistosa. En las dos últimas, Barack Obama, su gran poder de persuasión y campaña digital; para el 2016, Donald Trump.
Todo el mundo conoce a Trump. Millonario, dueño de propiedades en EUA y en otros lugares del mundo (incluyendo Panamá. ¿O ya no?), dueño de la franquicia Miss Universo, tiene su propio reality show, ha aparecido en algunas películas y quien sabe cuánta cosa más.
Prepotente, arrogante, con un estilo muy alejado de la tradicional política ortodoxa norteamericana, que generalmente se centra en lo políticamente correcto. De hecho, recuerda más a los políticos latinoamericanos del siglo XXI.
Es una especie de superhéroe que llega en el momento en que más lo necesitan. Justo cuando la política norteamericana se encuentra en su peor momento.
No depende de nadie. Al contrario, muchos dependen o han dependido de su chequera. Él mismo ha manifestado que ha donado a la fundación Clinton.
Las encuestas lo posicionan en primer lugar en el Partido Republicano. Incluso lo ubican con opciones ante una hipotética campaña “Trump-Clinton”. Y no solamente en las encuestas van en ascenso. El número de seguidores en Twitter aumento en 139,769 seguidores el día siguiente al primer debate.
Lo que no lo mata lo hace más fuerte. Y su estilo de comunicación está conectando con un sector del electorado hastiado de la política tradicional.
La campaña de Donald Trump ha logrado lo que muchas campañas no consiguen. Ha sabido dominar la opinión pública. Los medios lo aman y no es para menos porque independientemente del fondo de las noticias, son noticias. Y mientras más nos de qué hablar, mejor.
Decía en una entrevista Hilde Sucre, caricaturista panameño, que el que más inspiraba sus caricaturas era RicardoMatinelli, ex presidente panameño, porque los de ahora “son como sin salsa”. Y eso es lo que quieren los medios. Mientras más condimentos tenga la noticias, mejor. Y estoMartinelli y Trump lo saben, y lo ponen en práctica.
Ver la campaña de Trump, es ver la campaña de Martinelli. Atrevida, excéntrica, con una gran lectura e interpretación del electorado. Pero también ofensiva, absurda e irreverente. Se diferencian entre sí, tal vez porque Martinelli lo hizo más evidente durante su gestión de gobierno, lo que ya es grave.Y más grave aún es que él mismo lo facilitaba.
Trump hace recordar mucho a Martinelli. El enfrentamiento directo con los medios de comunicación y con los propios periodistas (Hugo Famanía, el caso ms emblemático), fueron el pan nuestro de cada día. Y por encima de esto, el convencimiento de que los medios de comunicación intentaban derrumbarlo.
Martinelli, al igual que Trump, no solo llaman la atención por sus provocaciones. Hay aspectos positivos en ellos que juegan un papel muy importante en la creación de su imagen política. Son una especie de rebeldes sin causa que van en contra de lo tradicional; y al mismo tiempo son hombres aparentemente sencillos, simpáticos y que la falta de pepas en la lengua que causa empatía en los ciudadanos.
La relación entre los medios de comunicación y la políticas es de amor-odio y de la que no se puede salir. Uno es complemento del otro. Pero como en toda relación, alguien tiene que ceder, y creo que está de más decir cuál de los dos. Y en el caso especial de la televisión, esta ocupa un espacio central y fundamental en el proceso de formación de la opinión pública.
La campaña en EUA apenas arranca. La Convención del Partido Republicano no son sino hasta julio de 2016, por lo que a estas alturas es prematuro adjudicarle la victoria a Donald Trump, independientemente que las encuestas lo tengan en una buena posición. De hecho, considero que ya llegó a su techo electoral entre los ultraconservadores republicano, único grupo hacia quien apunta su discurso, por lo que no logrará seducir a otros sectores del partido que no comparten sus ideas y sus formas. Además de que no es bien visto entre las élites republicanas que son quienes definen candidaturas.
En fin, a estas alturas, estoy por pensar que Martinelli asesora a Donald Trump.
