María nunca imagino un futuro tan desolador. Creyó que al jubilarse su esposo, podrían -además de disfrutar a los nietos-, empezar a vivir la vida sin ataduras laborales. Entre sus sueños, estaba viajar y visitar el puerto de Veracruz y sentarse a tomar café en Los Portales.
Sin embargo… pronto se vieron inmersos en la enfermedad crónico-degenerativa de su esposo y María tuvo que dejar de lado sus planes de esparcimiento. Además -y con mucho pesar- sus nietos iban creciendo y no les quedaban energías para formar parte ni de sus cuidados, ni de disfrutarlos.
Federico su esposo, ajeno a lo que pasaba a su alrededor debido al Alzheimer que cargaba a cuestas, no podía siquiera imaginar que su esposa con la pensión que recibía, no alcanzaba a costear una clínica especializada, donde lo pudieran cuidar. A duras penas lograba salvar los gastos de la casa, con ayuda de su hija.
Situaciones como las de Federico y María, se repiten a lo largo y ancho de México. Hijos o cónyuges que no completan para pagar instituciones privadas dedicadas al cuidado de la senectud, deben de llevar a cuestas los cuidados de los familiares las 24 horas del día. Pero que además, deben salir a trabajar para poder sufragar sus gastos y los de sus familias.
Hay casos en los que llegan a amarrar al abuelito, mientras el familiar sale a la calle; o inclusive llegando al punto del abandono definitivo del adulto mayor en las calles… en la indigencia.
Si bien es cierto que estos actos pudieran antojarse llenos de deslealtad hacia los padres, también es muy real que una familia difícilmente puede afrontar enfermedades de esta índole, sin que representen un costo inalcanzable. las más de las veces.
Dicen que las comparaciones son de mal gusto; pero bien vale reconocer que los estadounidenses cuentan con una infraestructura envidiable, no solo para enfermos de esta índole, sino también en casas de retiro o de cuidados en la edad avanzada. Lo más importante: el ciudadano anglosajón nunca pierde de vista el futuro y es previsor.
México actualmente, enfrenta muchos casos similares y cada día se harán más comunes. Es muy grande el porcentaje de gente en edad avanzada. ¿Por qué esperar ahogar a nuestros jóvenes con esta problemática? ¿y por qué no considerarlo parte importante en la previsión social?
Hoy, como trabajadores, aportamos una parte proporción al de nuestra seguridad social a servicios que significan rubros como: casa, guardería, gravidez y no en todos los casos hacemos uso de estos beneficios (ya pagados). ¿Por qué no reorientar las aportaciones y crear guarderías para adultos mayores o casas de retiro con cuidados profesionales?.
Los institutos como IMSS, ISSSTE, PEMEX -entre otros-, mantienen elefantes blancos onerosos; como los centros recreativos, o las tiendas de conveniencia, que a veces (por no decir ‘siempre’) resultan inoperantes o verdaderos criaderos de nidos de “ratones”, de los que ya aprendieron a andar en dos pies.
Quizá este sea un buen punto que nuestros legisladores debían emprender, ya que repercutiría en una mejor calidad de vida a los que un día conformaron las fuerzas laborales de nuestro gran país.
Quizá, si de vez en cuando nuestros diputados y senadores llevaran soluciones palpables a las casas de los simples mortales como María y Federico, cambiaría nuestra manera de pensar de su poca actuación útil a nuestro erario público. Enterarnos de cuánto se llevan los congresistas en bonos navideños, sería ‘casi pecata minuta’.
Los cambios de partido en los gobiernos; aplicar sanciones a los circos que lucran con animales; las cadenas perpetuas; apresar a Elba Esther; las reformas estructurales, entre muchas otros logros que quizá le den respiro al sistema político e inclusive hasta a la nación, nunca van a cimbrar tanto un hogar, como los cambios palpables que puedan experimentar…dignificar los cuidados y la vida de nuestros adultos mayores, podría ser un buen ejemplo.
