Duele tu partida

Hace tres años que partiste de este mundo terrenal, hace tres años que dejaste una huella imborrable en el alma y corazón de todos los que te queremos,  Rodolfo Torre Cantú, y hoy como siempre, te recordamos y te lloramos en especial yo que tantas y tantas cosas aprendí y admiré de ti.
 
La responsabilidad que cada uno realizamos en cada rincón de las áreas de Tamaulipas, lo hacemos con  gusto y haciendo honor a tu nombre, a tu enseñanza, poniendo todo nuestro esfuerzo y más por sacar las cosas adelante y lo que siempre nos dijiste haciendo y dando con mucho gusto a los que menos tienen.
 
Amigo, tu fortaleza, tu calidad humana, tu sensibilidad y humildad, fue tu mejor enseñanza hacia quienes estuvimos cerca de ti durante muchos años y compartimos juntos cada momento, en las buenas y en las malas. Recuerdo cuando  salíamos a la zona rural a hacer los recorridos en busca de enfermos a los cuales pudieses consultar.
 
En nuestras  camionetas, con los médicos de siempre consiguiendo medicinas, entregando sueros para hidratar a quien lo necesitaba, entregando tarjetas personales y hasta consiguiendo consultas gratis para los más necesitados con tus amigos los especialistas más reconocidos de esta ciudad.
 
A tres años de tu partida te he buscado en cada rincón de esta tierra que te vio nacer y créeme que tu recuerdo me impulsa a mí como a tus amigos a seguir adelante para sacar avante este proyecto que se llama Tamaulipas, en donde debo decirte ocupamos y un lugar privilegiado porque tú, como tu familia, sabe que siempre estuvo por encima de un interés personal, el gusto y el placer de estar cerca de ti.
 
Sabes, este día sentimos una pena onda, una daga que se clava y cala hondo en nuestros corazones y hoy, como ese 28 de junio del 2010, se siente la soledad y la tristeza  en nuestras almas y corazones.
 
Pero yo especialmente me refugio en el recuerdo de las cosas que pasamos juntos y me revive la esperanza de que algún día amigo mío volveremos a reunirnos.
 
Te extraño, te recuerdo, te necesito, pero sobre todas las cosas, te admiro como gran hombre, porque supiste dejar en todos y cada uno de los que te conocimos una gran fortuna, sí, esa fortuna que se llama amistad, pero más allá también me dejaste grandes amigos que hoy como siempre daremos gracias a Dios por haberte conocido.
 
Sé y estoy seguro que Dios no dudó en ponerte a su lado, porque construiste una gran obra en beneficio de los que menos tienen, inolvidable el día que aquel abuelo que llegó a tu oficina con frío porque salió de su casa en la comunidad Mariposas y Mahuiras por la mañana y fue sorprendido por las malas temperaturas y tú como siempre viendo por el que menos tiene no dudaste en tomar la chamarra que estaba en el sillón de tu oficina y se la pusiste a ese humilde campesino, lo malo que no era tuya, pero lo bueno cuando sonriendo le dijiste a tu compadre Memo Casanova “ya hiciste la obra buena del día”.
 
Cuando en grandes cantidades entregabas cebollas que te regalaban tus amigos en las colonias y ejidos más pobres de Victoria, pero más allá las cobijas y las brigadas multidisciplinarias que dejaron miles de beneficios a quienes menos tienen.
 
Tu bondad nos llevó a lugares inesperados y que ni tu ni yo pensamos, pero gracias a Dios compartimos juntos amigo Rodolfo Torre, inolvidable el gesto de amor que tenías para con tus hijos y conmigo mismo cuando cocinabas las clásicas de harina con el machacadito y huevo en tu cocina para tu campeón y para mí.
 
Hoy como ayer seguimos esperando la respuesta al porqué?, pero más aún pasando el trago amargo de tu inesperada partida, nos arrebataron a un gran ser, que lo único que hizo en la vida fue hacer amigos y ayudar a sus semejantes, a una gran  persona que nos dio muchas enseñanzas, pero sobre todo a un hombre que dejó en muchos corazones la semilla del amor que seguirá floreciendo siempre.