Ciudad de México.— La atención de la enfermedad renal crónica (ERC), la diabetes y el riesgo cardiovascular avanza hacia un nuevo paradigma clínico que las concibe como un sistema interdependiente. Esta visión fue el eje del encuentro internacional “Xpert Masterclass 2025”, donde especialistas coincidieron en que la evidencia científica reciente impulsa un cambio profundo: dejar de tratar estos padecimientos como entidades aisladas y abordarlos de forma integral.

En México, la urgencia es clara. Cerca de 14 millones de personas viven con diabetes, y dos de cada cinco desarrollarán algún grado de ERC a lo largo de su vida. La ENSANUT 2022 confirma que la diabetes sigue entre las principales causas de enfermedad y muerte en el país. A ello se suma que, según la OCDE, las enfermedades cardiovasculares representan más del 30% de la mortalidad prematura asociada a padecimientos crónicos, lo que subraya la necesidad de modelos clínicos que integren riesgos renales, cardiovasculares y metabólicos.

A nivel global, estudios clínicos han demostrado que este enfoque integrado permite anticipar complicaciones, retrasar la progresión de la ERC y reducir eventos cardiovasculares, lo que ya se refleja en actualizaciones de guías internacionales y en una mayor colaboración entre nefrología, cardiología y endocrinología. La convergencia de resultados que evalúan simultáneamente función renal, riesgo cardiovascular y control metabólico ha posicionado al modelo cardiorrenal-metabólico como un estándar emergente con impacto tangible en el pronóstico de los pacientes.

Durante la sesión, especialistas destacaron que mantener estables a personas con diabetes o ERC exige apego a guías actualizadas y a terapias con efecto real en la evolución clínica. Se retomaron los hallazgos del estudio CONFIDENCE, donde la combinación de finerenona con un inhibidor del SGLT2 logró reducir la albuminuria en más del 50%, un marcador clave de protección renal. En Europa, las guías ya recomiendan finerenona como opción de primer nivel (Clase I, Nivel A).

Al cierre, se enfatizó que países con alta prevalencia de diabetes y enfermedad renal y cardiovascular, como México, se beneficiarían de integrar este modelo en la práctica clínica cotidiana. La evidencia está disponible; el reto ahora es adoptar sistemas de atención multidisciplinarios, optimizar recursos y fortalecer la prevención para mejorar los resultados en millones de pacientes.