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Cuentos desde el fin del tiempo

Por: David Vallejo El Día Sabado 29 de Noviembre del 2025 a las 11:58

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Las grandes transformaciones suelen nacer en voz baja. A veces se encienden en una frase pequeña que abre un universo entero sin anunciarlo.

Así comenzó mi camino de escritor.

Una noche como muchas otras del 2024 inventé un cuento para mi hija. Quise verla sonreír antes de dormir y le regalé una historia improvisada. Al terminar, confesé que me encantaría escribir. Lo dije como quien libera un deseo antiguo que llevaba escondido.

Ella habló con esa claridad que poseen los niños cuando entienden la verdad con una simple palabra. Hazlo.

Respondí con la excusa habitual del adulto que posterga sus propios sueños, “no tengo tiempo”. Y entonces intervino mi esposa, con su contundencia envuelta en una frase que sostiene el vuelo de quien quiere intentarlo. Pues dátelo.

Ese pequeño instante se convirtió en un punto de inflexión. Desde ese día entendí que el tiempo se conquista, que la creación surge cuando uno la invita a entrar. Escribí una novela. Más tarde escribí otra historia más breve. Y después se encendió algo distinto dentro de mí. Una estructura que pedía explorar otras formas del tiempo y la conciencia. Así nació mi primer libro de cuentos. Aunque lo que vive en esas páginas trasciende la idea de cuentos sueltos. Son hilos que respiran juntos. Son ecos que viajan del inicio del universo hasta su apagamiento final. Son relatos que se tocan como partículas atraídas por una misma fuerza misteriosa.

Las historias que recorren este libro funcionan como cámaras de resonancia. Cada una formula una pregunta distinta, aunque todas vibran con la misma intuición. Que el universo recuerda. Que el tiempo siente. Que la conciencia se expande más allá de lo que imaginamos. En el fotón final descubrimos que incluso la luz guarda memoria y que quizá el origen del cosmos fue un acto de nostalgia. En el horizonte donde los dioses se asoman, civilizaciones que abandonaron la materia descubren que la pregunta por el sentido persiste aun cuando el cuerpo queda atrás. En la duda de los inmortales aparece el vértigo de quienes ya viven fuera de la muerte y aun así temen desvanecerse.

Las sombras que habitan un agujero negro revelan que la identidad se desdobla cuando el tiempo deja de obedecer a una línea recta. Los observadores que estudian a la humanidad desde la penumbra comprenden algo que ninguna especie había logrado mostrarles. Que la curiosidad vence a la lógica. En la sinfonía del vacío, seres hechos de vibración descubren que la música humana contiene un lenguaje imposible de reproducir desde la matemática pura. La despedida de la Tierra convierte la historia del planeta en un poema que comprende su propia belleza incluso en su último amanecer. Y el destello final de la galaxia recuerda que las historias permanecen como forma de resistencia ante la entropía, quizá la única.

Cada cuento abre un pliegue. Cada pliegue es un espejo. Y en cada espejo vibra una idea que me acompaña desde niño. Que la realidad podría ser apenas una versión mínima de algo más grande, más sensible y más sorprendente.

Mi inspiración nace de los autores que formaron mi mirada. Asimov convierte las leyes humanas en ecuaciones vivas. Bradbury transforma el futuro en un jardín de metáforas luminosas. Le Guin crea civilizaciones donde la identidad se despliega como un abanico infinito. Philip K. Dick disuelve lo que consideramos realidad hasta dejar solo su esencia más inquietante. Ted Chiang revela que detrás del conocimiento se esconde una ternura inmensa. Ishiguro convierte la ciencia ficción en un lugar donde el alma se contempla a sí misma. En ellos encontré hogar y de ellos aprendí que la imaginación es también una forma de memoria. 

Desde la infancia sentí fascinación por las ilustraciones. Siempre busqué en cada libro el trazo, la mancha de color, la puerta visual que abría mundos. Por eso me emociona que esta obra cuente con las imágenes del artista José Luis Pescador, cuyo trabajo amplifica a la perfección lo que quería transmitir. Cada ilustración parece surgir del mismo origen que mis historias, como si compartiera la vibración de esos fotones que atraviesan el tiempo.

Este libro también existe gracias a la paciencia y el rigor de Alejandro Cisneros, mi coordinador editorial, quien supo seguir mis obsesiones, pulir cada detalle y satisfacer mis locuras literarias con una dedicación que agradezco profundamente.

Entre mis primeros lectores está mi hermano, cuya opinión siempre tiene peso. Terminó el libro y soltó una frase que guardaré para siempre. Le gustó y además quiso saber si estaba fumando marihuana o algo por el estilo. Sin embargo, mi vida se sostiene solamente con otros vicios. Mi familia. Jugar con el perro. Leer hasta tarde. Escuchar música como si fuera un lenguaje de otra dimensión. Y, sobre todo, chocolate y queso, motores oficiales de mi imaginación. Si este libro parece escrito bajo otra sustancia, la fórmula es sencilla. Amor, curiosidad, ciencia ficción y una mezcla peligrosa de cacao y queso. Y confieso que recibir una opinión positiva envuelta en el humor de mi hermano me alegró el alma.

Escribir Cuentos desde el fin del tiempo fue un placer inmenso. Un libro hecho con cariño, con toda la mano del mundo y con la convicción de que la literatura puede tender puentes entre la ciencia y la emoción. Verlo ahora en Gandhi me llena de alegría. Es un sueño impreso, un universo compartido y una invitación abierta.

Quien abra este libro encontrará un viaje que recorre galaxias sin perder la intimidad de lo humano. Encontrará preguntas que rozan la física y otras que rozan el corazón. Encontrará historias que resisten la oscuridad.

Si decides entrar en estas páginas, quizá descubras un fragmento de ti mismo flotando entre sus pliegues. Porque incluso cuando el universo parece desvanecerse, una historia puede iluminarlo todo.

Y esta obra es mi forma de entregar esa luz a quien la necesite.

¿Voy bien o me regreso. Nos leemos pronto si la IA y las musas deciden seguir empujándome por este agujero de historias que insiste en abrirse cada vez que escribo.

Placeres culposos: Cuentos desde el fin del Tiempo de venta en físico en la librería Gandhi y digital en Amazon.

Mi inspiración siempre para Greis y Alo.

David Vallejo


Politólogo y consultor político, especialista en temas de gobernanza, comunicación política, campañas electorales, administración pública y manejo de crisis. Cuenta con posgrados en Estados Unidos, México y España. Ha sido profesor, funcionario estatal y federal, así como columnista en Veracruz, Tamaulipas y Texas. Escritor de novelas y cuentos de ficción. Además, esposo amoroso, padre orgulloso, bibliófilo, melómano, chocoadicto y quesodependiente.

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