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“Y la culpa no era mía…”

Por: Alejandro de Anda El Día Lunes 10 de Noviembre del 2025 a las 07:51

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LO CLARO. La Universidad Autónoma de Tamaulipas UAT reafirma su compromiso con la comunidad universitaria al reconocer la trayectoria y dedicación de su personal jubilado, quienes contribuyen de manera significativa al fortalecimiento institucional y al desarrollo de la educación superior en el estado. Estas acciones reflejan el valor que la Universidad otorga al esfuerzo humano y a la formación de una comunidad solidaria, comprometida con el bienestar de sus integrantes y con la misión educativa que impulsa el crecimiento académico y social de Tamaulipas.

Con este tipo de actividades, la institución fomenta una cultura de reconocimiento y gratitud hacia quienes forman parte de su historia, promoviendo el respeto, la identidad universitaria y el sentido de pertenencia.

Al celebrar la culminación de una etapa laboral, la Universidad honra el trabajo colectivo que da sustento a su proyecto educativo, fortaleciendo los lazos con sus egresados y trabajadores jubilados, e inspirando a las nuevas generaciones a servir con vocación y compromiso social.

LO OSCURO. La violencia que atraviesa a México no nació de la nada. Es el reflejo de un sistema que, durante décadas, permitió que el país se convirtiera en el corredor más rentable del tráfico de enervantes rumbo al mayor consumidor del planeta. Estados Unidos.

Allá, el mercado de drogas mueve más de 150 mil millones de dólares al año; aquí, los costos se miden en vidas, miedo y desconfianza. Tan solo en 2024 se registraron 26,715 homicidios, setenta asesinatos cada día. Mientras más de 113 mil personas continúan desaparecidas desde 2006.

A esta violencia se le suma otro flujo igual de letal… el de las armas. Alrededor del 70% de las armas recuperadas en México provienen del norte, según la Agencia de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego ATF. En 2024 el gobierno mexicano mantuvo una demanda contra armerías y distribuidores estadounidenses por 25 mil millones de dólares en daños. Es la otra cara de la moneda. El país compra armas al norte y vende drogas al sur, en una espiral que nadie ha podido romper.

La llegada del fentanilo terminó por cambiar las reglas. En 2023, Estados Unidos decomisó más de 115 millones de pastillas de esta sustancia, más de dos mil veces lo incautado en 2017.

El costo económico interno es igual de alarmante. Según el Instituto para la Economía y la Paz, la violencia le cuesta a México 4.9 billones de pesos al año, casi 20% del PIB nacional. Cada peso destinado a enfrentar el miedo es un peso menos para la educación, la salud o la infraestructura.

A pesar de todo, México sigue atrayendo inversión. En 2024, el país alcanzó una cifra récord de 36,872 millones de dólares en inversión extranjera directa IED, impulsado por el fenómeno del ‘nearshoring’. Sin embargo, la confianza de los inversionistas no depende solo de la geografía o los salarios. Depende de que el país sea capaz de garantizar seguridad y justicia. Nadie invierte donde el Estado parece ausente.

El camino de salida no es una nueva guerra, sino una nueva estrategia. La cooperación con Estados Unidos debe traducirse en resultados medibles, menos armas cruzando la frontera, ése sería realmente un buen comienzo. La Unidad de Inteligencia Financiera y las fiscalías deben enfocarse en el dinero, no en el espectáculo.

Dentro del país, el reto es reconstruir las bases. Sin policías locales bien pagadas, ministerios públicos eficientes y jueces que actúen con independencia, no habrá paz duradera. La impunidad -que sigue rondando el 90% de los delitos- es la mejor aliada.

Y del otro lado de la ecuación, el Estado debe atender la raíz. El abandono y la falta de oportunidades que siguen alimentando el reclutamiento de jóvenes.

La seguridad también puede ser un motor económico. Zonas industriales certificadas, con vigilancia transparente y auditorías constantes, enviarían un mensaje poderoso al mundo. México puede ser confiable. Convertir la paz en un sello de inversión sería más transformador que cualquier reforma fiscal.

El país NO puede seguir pagando el precio de un mercado que NO consume. Tampoco puede resignarse a vivir entre el miedo y la desconfianza. Si la violencia equivale a perder una quinta parte de la riqueza nacional, reducirla sería no solo un acto de justicia, sino la mejor política económica.

México tiene frente a sí una oportunidad única. Pasar del discurso de la guerra al proyecto de la reconstrucción. Porque la paz, más que un ideal lejano, es hoy la inversión más rentable que el país puede hacer en sí mismo.

COLOFÓN: ¿Llegará el momento en que se ponga nombre a los personajes que compran y distribuyen este temido género comercial en territorio norteamericano? ¿O será verdad que no existen y en verdad, los culpables somos los 130 millones de mexicanos?

La seguridad no es solo un tema moral, es un asunto económico. Un país con menos miedo vale más. Quizá el verdadero terrorismo que enfrentan los vecinos del norte, está entre su muy afectada salud poblacional. Cuando lo reconozcan y lo atiendan… encontrarán la ansiada paz.

 alejandrodeanda@hotmail.com

@deandaalejandro

HECTOR ALEJANDRO DE ANDA CORTEZ

Colabora en medios impresos y en portales informativos electrónicos. La Columna Claroscuro se publica desde 2007

La columna Claroscuro se publica desde el 2007 en los mismos medios, trisemanal.

Especialmente tocamos temas económicos y de política en general.

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