Hoy es Viernes 05 de Diciembre del 2025


El ritmo del futuro

Por: David Vallejo El Día Sabado 08 de Noviembre del 2025 a las 18:10

La Nota se ha leido 853 veces. 5 en este Día.

Hay algo profundamente simbólico en que el nuevo alcalde de Nueva York tenga treinta y cuatro años, sea hijo de la cineasta india Mira Nair y del intelectual africano Mahmood Mamdani, y que haya nacido en Kampala, Uganda. Se llama Zohran Mamdani y encarna, sin proponérselo, el fin de una era. No la del poder, sino la de la resignación.

Su triunfo, en una ciudad que suele ser termómetro moral y político del mundo occidental, no es solo un relevo generacional. Es la irrupción de una nueva sensibilidad que entiende la política como acto de empatía, no como oficio de privilegio. Mamdani no proviene del dinero ni de los salones donde se decide el futuro, viene de la calle, del transporte público, de la vivienda asequible, del arte, de la música, de las colonias donde las culturas se mezclan hasta convertirse en una sola respiración colectiva.

Antes de ser político fue consejero de vivienda. Antes de los discursos, fue rapero. Bajo el nombre de Mr. Cardamom escribió versos sobre desigualdad y esperanza. Esa mezcla, la del activista que entiende la economía desde los balcones y la poesía desde el asfalto, es la que ahora ocupará el despacho que alguna vez perteneció a Fiorello La Guardia y a Ed Koch. La historia definitivamente se reescribe con nuevos acentos.

La prensa estadounidense lo describe como el alcalde más joven de la ciudad en más de un siglo, pero hay algo más profundo que la estadística. Su elección se da en un país donde Donald Trump todavía moviliza la nostalgia y el miedo. Y la victoria de Mamdani, musulmán, socialista democrático e hijo de inmigrantes, funciona como un espejo opuesto, un recordatorio de que la juventud además de votar puede gobernar, que las minorías no son márgenes, sino el nuevo centro de gravedad moral de las democracias contemporáneas.

Trump encarna el miedo de quienes temen perder un mundo que ya se fue. Mamdani representa la esperanza de quienes quieren construir el que sigue. En esa tensión Estados Unidos juega su identidad futura. Y lo que ocurre en Nueva York, tarde o temprano, repercute en todas partes.

Su campaña fue una lección de comunicación política en tiempos de desconfianza. No hubo slogans vacíos ni estructuras millonarias. Hubo calles, parques, colonias y miles de voluntarios con una convicción simple, que la ciudad podía ser más justa. Su estrategia combinó la autenticidad con la estética del movimiento. La innovación no se limitó al contenido, también transformó los medios.

Mamdani llevó su mensaje a TikTok y Bluesky, lejos del ruido tóxico de X. En esos espacios, el humor, la autocrítica y la naturalidad se volvieron sus herramientas de conexión. En un video reconocía que movía demasiado las manos y pasó todo el clip con ellas en los bolsillos. En otro, hablaba en español con acento y se reía de sí mismo. En otro más, grabado en árabe, se dirigía a la comunidad musulmana con orgullo y humor. Esa autenticidad se volvió su marca: no huir de lo que eres, ni fingir lo que no.

Y las propuestas fueron igual de claras. Congelar los alquileres, mejorar el transporte, abrir guarderías sin costo, abaratar la vida cotidiana. Promesas simples, humanas, urgentes. En una época donde los compromisos suelen perderse en el ruido, Mamdani las convirtió en canciones breves que la gente podía repetir y defender.

Su publicidad fue íntima y directa, sin artificio, visualmente fresca y construida a partir del lenguaje de la gente común. Los spots lo mostraban caminando, tomando el metro, escuchando más que hablando. Y lo que en otros políticos sería cálculo, en él parecía naturalidad. La diferencia estaba en el tono, no en la promesa. En lugar de vender un héroe, proyectó un ciudadano que lidera desde abajo, aunque su propaganda parecía salida de un cómic.

Su equipo fue diverso y profundamente creativo. Voluntarios que no tenían experiencia electoral, pero sí propósito. Jóvenes diseñadores, músicos, profesores, inmigrantes, todos parte de una estructura de base que reinventó el concepto de movimiento ciudadano. Más que consultores dictando narrativas by the book, fueron vecinos contando sus propias historias, colonias narrándose a sí mismas. Mamdani entendió que la publicidad política puede ser una forma de arte, y el arte, una forma de participación cívica.

Esa energía que nació en las calles de Queens puede sentirse en cualquier ciudad donde los jóvenes se niegan a rendirse. México no está al margen de ese fenómeno. Aquí también urge una juventud que se involucre, que participe sin cinismo ni apatía. Que entienda que la política más que espectáculo es posibilidad. Los jóvenes no deben esperar a tener poder para actuar, deben actuar para redefinir qué significa el poder.

La historia de Mamdani recuerda que los orígenes importan menos que la visión. Nació en África, estudió en Maine, trabajó en Queens y ahora dirigirá la ciudad más influyente del planeta. Lleva la herencia de tres continentes y el pulso de una generación que no teme hablar de justicia, igualdad y clima en un mismo párrafo.

Esa generación ya no pide permiso para imaginar un futuro distinto, lo construye con sus propias manos. Y cada voto, cada proyecto y cada acto de fe en la transformación es una chispa encendida contra la oscuridad del conformismo.

Me parece interesante pensar que detrás de cada viraje ideológico hay un cansancio social más que una conversión doctrinaria. La gente se cansa de las promesas épicas y empieza a pedir gestión. Las sociedades no cambian de rumbo por ideología, sino por hartazgo. Quizá lo nuevo de este ciclo no sea la derecha, sino la forma en que la ciudadanía empieza a desconfiar de los discursos absolutos, vengan de donde vengan.

Quiero creer que las democracias se renuevan cuando dejan de pelear por etiquetas y vuelven a discutir cómo mejorar la vida de la gente.

También quiero creer que el porvenir se conquistará con esperanza, inteligencia y acción.

En fin, quiero creer…

¿Voy bien o me regreso? Nos leemos pronto si la IA y el algoritmo de la esperanza lo permiten.

Placeres culposos: Javier Castillo con El susurro de fuego, el nuevo disco de Rosalía y la serie Slow Horses.

Caldo Tlalpeño para Greis y Alo.

David Vallejo


Politólogo y consultor político, especialista en temas de gobernanza, comunicación política, campañas electorales, administración pública y manejo de crisis. Cuenta con posgrados en Estados Unidos, México y España. Ha sido profesor, funcionario estatal y federal, así como columnista en Veracruz, Tamaulipas y Texas. Escritor de novelas y cuentos de ficción. Además, esposo amoroso, padre orgulloso, bibliófilo, melómano, chocoadicto y quesodependiente.

DONA AHORA

Para que HOYTamaulipas siga ofreciendo información gratuita, te necesitamos. Te elegimos a TI. Contribuye con nosotros. DA CLIC AQUÍ


DEJA UN COMENTARIO

HoyTamaulipas.net Derechos Reservados 2016
Tel: (834) 688-5326 y (834) 454-5577
Desde Estados Unidos marque: 01152 (834) 688-5326 y 01152 (834) 454-5577