Administrando la pobreza
LO CLARO. La Universidad Autónoma de Tamaulipas reafirma el liderazgo en la formación científica con la participación de sus proyectos en la Expo Ciencias Nacional 2025. Refleja el compromiso institucional por promover la investigación aplicada desde etapas tempranas, acercando a niños y jóvenes al conocimiento científico a través de experiencias prácticas y creativas que despiertan vocaciones y construyen soluciones reales.
Los desarrollos presentados abordan problemáticas actuales como la contaminación por plásticos y la necesidad de innovaciones en el ámbito de la salud. A través de propuestas que combinan sustentabilidad, biotecnología y ciencia aplicada, se generan alternativas que pueden mejorar la calidad de vida y contribuir al equilibrio ambiental. Estas iniciativas muestran que la investigación universitaria, cuando se orienta a las necesidades sociales, se convierte en una herramienta de transformación.
Así, la Máxima Casa de Estudios participa con una visión de futuro en la que la ciencia y la tecnología se ponen al servicio de la comunidad. La investigación pertinente, impulsada desde las aulas y los laboratorios, no solo fortalece la formación académica, sino que también crea respuestas concretas a los desafíos que enfrenta la sociedad tamaulipeca y el país en su conjunto.
LO OSCURO. En México, la pobreza no se combate… se administra.
Los gobiernos la han convertido en una herramienta política, en un recurso renovable que garantiza lealtades y votos. Bajo el discurso de “ayudar a los que menos tienen”, se esconde una estrategia vieja, perfeccionada con los años. Usar el dinero público para construir gratitud política.
Los programas sociales, que deberían ser un puente hacia la independencia, terminan siendo cadenas de dependencia. Los padrones de beneficiarios funcionan como listas del llamado ‘voto duro’, ese grupo que respalda al poder en turno porque asocia su apoyo económico con la continuidad del gobierno.
En los hechos, los subsidios ya no son un derecho ciudadano, sino una moneda de control.
El modelo no es nuevo. Desde los años treinta, el Estado posrevolucionario organizó a campesinos y obreros bajo una lógica de lealtad a cambio de beneficios. Con el paso del tiempo el país modernizó sus instituciones, cambió de partidos, digitalizó sus programas, pero nunca modificó el fondo del sistema. Se sigue premiando la necesidad y castigando la independencia.
Hoy, más del 60 % del gasto público federal se destina al rubro social. Millones de becas, pensiones y apoyos circulan cada mes. Según el CONEVAL, la pobreza bajó del 43.9 % en 2020 al 36.3 % en 2022. Sin embargo, ningún programa mide si sus beneficiarios realmente salieron de la pobreza. No hay seguimiento, metas ni plazos. Una vez dentro del padrón, casi nadie sale.
El Estado reparte sin evaluar y presume resultados sin comprobarlos. El ciudadano recibe sin exigir, agradece lo que ya pagó con sus impuestos y se acostumbra a vivir bajo el mismo techo de carencias. Así, el asistencialismo sustituye al desarrollo y la política social se convierte en campaña permanente.
El problema no es ayudar, sino hacerlo sin propósito. Ningún país crece repartiendo subsidios eternos. Ayudar implica acompañar, medir y exigir resultados. Pero en México, la ayuda se usa para sostener estructuras de poder, no para desmontarlas.
Mientras los gobiernos sigan tratando los recursos públicos como si fueran propios, y los ciudadanos sigan agradeciendo lo que les corresponde por derecho, la pobreza seguirá siendo rentable. Romper ese ciclo exige dignidad política; que el Estado deje de ver a la gente como clientela y el ciudadano deje de aceptar el papel de beneficiario perpetuo.
Solo entonces el voto duro dejará de depender del hambre y México podrá empezar a gobernarse desde la conciencia, no desde la dádiva.
COLOFÓN: Pero…
Si era difícil hacer que el ciudadano acudiera a las urnas por voluntad propia. El asistencialismo otorgaba premios que se reflejan en ese mediano 50% de sufragios a cada elección promedio. ¿Qué pasaría ‘sin’ el estímulo?
¿Se ha fijado que los partidos que están en oposición –y que antes fueron gobierno- llaman al ciudadano a que recapacite, pues los apoyos son parte de sus beneficios y no del partido en el poder? Hasta que regresan a la silla y le recuerdan al votante que es gracias a ese partido gobernante. Ciclo virtuoso.
@deandaalejandro
HECTOR ALEJANDRO DE ANDA CORTEZ
Colabora en medios impresos y en portales informativos electrónicos. La Columna Claroscuro se publica desde 2007
La columna Claroscuro se publica desde el 2007 en los mismos medios, trisemanal.
Especialmente tocamos temas económicos y de política en general.
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