“Cada paso, un renacer”: El inicio del Camino desde Sarria a Portomarín
Sarria, España.-“Ya llegué Portomarín”. Ese fue el aviso que di tras completar los primeros 23 kilómetros desde Sarria. Un trayecto exigente, pero lleno de paisajes que hablan por sí mismos.
Cuando los primeros rayos se asomaban en Sarria, con el aire fresco y un camino tormentoso, difícil que en varias ocasiones me quitó lo que era el último aliento, empecé a caminar.
El camino me llevó entre senderos de piedra, bosques que parecían abrazar a los peregrinos y pequeños pueblos donde la hospitalidad gallega se siente en cada saludo y en cada taza de café compartida.
Mientras caminaba, en muchas ocasiones “Buen camino” era una bocanada de oxígeno puro para seguir avanzando.
Cientos de personas, al igual que yo, con sus mochilas a cuestas y sus sueños por concluir el Camino allá en Santiago de Compostela, me rebasaron en muchas ocasiones. El asunto es llegar.
La primera etapa del Camino no es solo un reto físico; es una prueba mental. Kilómetro a kilómetro uno descubre que el cuerpo pesa, pero también que el alma se aligera. Se aprende a caminar a tu propio ritmo, a escuchar los pasos, a observar cada detalle: el canto de los pájaros, el murmullo de los ríos, el eco de las historias que cada peregrino trae consigo.
Al llegar a Portomarín, la recompensa fue mucho más que una meta alcanzada. Esta villa, famosa por su puente y su iglesia fortaleza, representa la fuerza de la fe y la perseverancia.
Hoy entendí que el Camino de Santiago no se mide solo en kilómetros, sino en la capacidad de dejar atrás lo que no sirve y avanzar ligero. Cada paso es un recordatorio de que la vida es, en sí misma, un peregrinaje.
Así cierro este primer día: cansado, sí, pero agradecido. Porque el cansancio pasa, pero la experiencia queda grabada para siempre. Y mañana, un nuevo amanecer me volverá a invitar a caminar.”






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