LO CLARO. La globalización no es más un concepto que leemos en internet, lejano de nuestras realidades.

Los planes de estudio y las políticas públicas federales, estatales y municipales, deben contener un profundo arraigo a la expansión y el desarrollo.

Los primeros comprometidos en tal enmienda son la academia, pues sus planes de estudio deben considerar la realidad mundial y la manera de comunicarlo a su entorno y que a su vez, éste encaje en el engranaje del planeta.

La Universidad Autónoma de Tamaulipas impone un enfoque especial a la difusión e instrucción de idiomas distintos, que forman parte del aprendizaje y que permiten la conectividad de su estudiantado con sus similares a nivel macro.

Inglés, japonés, coreano, alemán, italiano; inglés en turismo; inglés en negocios son parte de la estrategia lingüística que se imparte en los distintos campus universitarios instalados en la geografía tamaulipeca, donde la certificación a través de TOEFL, ITP, TKT y el examen institucional de inglés para el egreso de licenciatura, permiten avalar la alta formación que los alumnos UAT reciben de la institución. Listos para continuar abonando al progreso.

LO OSCURO. El populismo demagógico en México; la carta de presentación política que genera votos… y hastío del pueblo

En las últimas cinco décadas, México ha sido escenario de diversas prácticas populistas que, más que fortalecer la democracia, han contribuido a confundir a la ciudadanía y a profundizar su desconfianza en las instituciones públicas.

El priismo utilizó durante décadas el clientelismo y el control hegemónico del poder: entre 1929 y 2000, el PRI se afianzó mediante redes de dádivas, el dedazo y la manipulación institucional, construyendo un sistema unipartidista sostenido en la desigualdad y la impunidad.

Con el cambio político del 2000, el PAN accedió al poder, pero también recurrió al populismo. Vicente Fox fue objeto de críticas por su permanente proselitismo electoral desde la Presidencia: en los primeros meses de 2006 realizó 52 giras, su gobierno incrementó gastos en comunicación en un 137 % y destinó más de mil 500 millones de pesos a publicidad oficial mientras llamaba indirectamente a “no cambiar de caballo”.

El más reciente ejemplo se observa en la llamada “consulta popular” del 1 de agosto de 2021 para enjuiciar a cinco expresidentes (Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto). Aunque el objetivo parecía ser combatir la impunidad, su diseño y ejecución obedecieron más a una estrategia populista que a un compromiso real con la justicia.

La convocatoria fue aprobada por el Senado en octubre de 2020 y buscaba involucrar al pueblo en decisiones judiciales -una prerrogativa institucional-. No obstante, la Suprema Corte modificó la redacción original para preservar la presunción de inocencia, lo que resultó en una pregunta ambigua: “¿Estás de acuerdo en llevar a cabo acciones con apego al marco constitucional para emprender un proceso de esclarecimiento de decisiones políticas tomadas en los años pasados…?”

La participación ciudadana fue mínima: poco más del 7 % de la lista nominal (aproximadamente 6.6 millones de votantes) sufragó. De ese total, entre 89 % y 98 % votó “sí” -dependiendo de la fuente- pero el cuestionamiento perdió su carácter vinculante debido a la baja asistencia.

El costo de este ejercicio fue astronómico: se destinaron 528 millones de pesos, lo que equivale a cerca de 79 pesos por voto emitido. Además, encuestas previas reflejaban una percepción dividida: aunque el 91 % aprobaba cualquier investigación, el 62 % consideraba que la consulta era innecesaria dado su costo. Otro sondeo reveló que un 67 % de los mexicanos consideró el ejercicio “un fracaso”, atribuyendo la culpa principalmente a la poca difusión, la falta de interés o a que el mecanismo no favorecería acciones concretas.

En 2022, la Revocación de Mandato repitió el dilema: el 10 de abril participaron unos 16.5 millones de personas (17.7%), con 91–92% a favor de que el presidente continuara. Al no alcanzar el umbral de 40%, el resultado no fue vinculante. El INE reportó un costo ejercido de 1,692.5 millones de pesos para organizar el proceso, cifra que detonó críticas sobre su utilidad efectiva frente a la baja participación

Este tipo de estrategias populistas tienen efectos perversos: si bien apelan a la emoción y a demandas legítimas (como justicia o combate a la corrupción), terminan erosionando la confianza. Cuando los gobiernos politizan mecanismos democráticos, confunden responsabilidad con espectáculo. Ese tipo de “acciones” fomenta la percepción de que la ley -y no el sistema institucional- se moviliza por voluntad popular, lo cual mina la confianza en la justicia y en los procesos democráticos.

Concretando, el uso de instrumentos democráticos como herramientas de legitimación política —en vez de fortalecer la institucionalidad— representa una traición simbólica al electorado. En lugar de aclarar y sancionar, se genera desconfianza y cinismo social. México requiere intervención judicial eficaz, transparencia en las instituciones y responsabilidad pública real, no ejercicios populistas que prometen justicia, pero solo confunden y desgastan la confianza ciudadana.

COLOFÓN: Si México quiere que la democracia deliberativa deje de ser retórica, la ruta no debe transitar por decisiones maximalistas de corto aliento.

La demagogia participativa confunde más de lo que convence.

Al pueblo Pan y Circo… así inventaron los Coliseos romanos.

alejandrodeanda@hotmail.com

@deandaalejandro

HECTOR ALEJANDRO DE ANDA CORTEZ

Colabora en medios impresos y en portales informativos electrónicos. La Columna Claroscuro se publica desde 2007

La columna Claroscuro se publica desde el 2007 en los mismos medios, trisemanal.

Especialmente tocamos temas económicos y de política en general.