Hombre en llamas
No es la película de Denzel Washington, pero Washington seguramente está atento a lo sucedido en días pasados en Reynosa Tamaulipas. El asesinato del delegado de la FGR encabezó titulares por la naturaleza de lo sucedido. Después de tal suceso comenzaron las diversas corrientes a opinar sobre el asunto, unos con congruencia narrativa y otros aprovechando para criticar fuertemente.
Este tipo de sucesos hay que verlos desde una lupa de real entendimiento a la problemática en su correcta dimensión. Una muerte así siempre será trágica e inexcusable, la violencia exacerbada en una sociedad es sin duda el reflejo de su entorno. Culpar a los grupos criminales, a los criminales de cuello blanco así coma al sistema, es correcto, como correcto debe ser analizar el origen del mal.
En nuestro país desde hace años se ha dado el crecimiento de organizaciones delictivas que al paso de los años han derivado a los ahora conocidos como cárteles. Organizaciones más estructuradas y mortíferas que permean en la mayoría de nuestro territorio nacional. Echarle la culpa a ellos sería lo más fácil, señalar a los malos y querer limpiarse las manos es lo que más se acomoda.
Pero ellos igual que nosotros son seres humanos, también tuvieron infancia, rieron, lloraron y seguramente muchos o la mayoría sufrieron. Fueron como lo somos todos, fruto del entorno en donde crecieron, se guiaron por lo que vieron y en un momento de sus vidas tuvieron un punto de inflexión y decidieron entrar al mundo del hampa.
Ese mundo que fue continuamente creciendo pero no solo por los alcances de quienes delinquían, sino por los gobiernos insensibles, corruptos y cómplices que todo esto permitieron. ¿Que esperaban de un país con tanta desigualdad, corrupción, impunidad, injusticias y más? ¿En verdad nos sorprendemos del por qué estamos así?
Y no es ser condescendiente, o minimizar las atrocidades que suceden, eso siempre es más que condenable, es algo que nadie quisiera ver y menos vivir, triste, lamentable y por de más atroz. Como lo es de igual manera saquear indiscriminadamente a una nación, que es rica en recursos naturales pero pobre en sus estándares éticos y morales.
Un escenario así definitivamente no se construyó solo, se hizo realidad por la permisividad de todos como sociedad, de una u otra manera. Si lo dije bien, de todos, hay que vernos como un colectivo participativo y permisivo.
Nuestra historia marca que hemos sido una cultura grande, los aztecas, los mayas, zapotecas y más proliferaban, hasta que llegó la conquista y cambió el rumbo. Y no es que no existiera la violencia entre las razas nativas, sino que llegó otra que sentó una nueva forma de dominio, siendo la mental la que más nos terminó de perjudicar. El mestizaje es tan parte de nuestra realidad como lo es el estar subyugados.
Nos esclavizan de una u otra manera y seguimos votando y hasta aplaudiendo por ello. En décadas más recientes surgió un partido hegemónico, continuó el azul y un supuesto cambio y ahora un nuevo movimiento que actualmente gobierna; ¿y cómo nos encontramos? Olvidémonos de colores y fervores, esto es algo de valores y de reconocimiento de nuestros errores.
Lo que recientemente fue lo de abrazos y no balazos, antes fueron balazos y a la vez billetazos, y antes de eso hegemonía y muchos turbios compadrazgos. Se escribían corridos para glorificar el narcotráfico y otras felonías que millones cantaban, mientras lentamente el poder a los grupos fácticos se lo entregaban.
No es que ahora nos sorprenda un hombre casi en llamas que después fue acribillado, en México a miles han asesinado, desaparecido y desmembrado, se incendia el sistema que condena pero el mismo que en su historia lleva su debida pena. Súmenle que los del norte ahora aprietan, y por eso estamos viendo sucesos que revientan.
Podemos fingir y echar culpas por doquier, podemos lamentarnos y seguir viviendo una escalada en la violencia, pero también podemos finalmente llegar a comprender que el mal no escala tanto si no tuviera condescendencia. Lo realmente importante es poder reconocer que todo está matrix se crea por el estado de nuestras conciencias.
De corazón espero que comprendamos nuestro rol como también nuestra capacidad de cambiar la presente situación. Bendiciones para todos y sobre todo para aquellos que en un momento en sus vidas tuvieron un punto de inflexión. Nunca es tarde para reflexionar y con ello ayudar a recapacitar.
Si estamos viendo a un hombre en llamas, hay que ayudarlo, hay que colaborar para apaciguar el ardiente fuego, y no importando cuan fuertes sean sus quemaduras, colaborar para su sanación.
La solución es la empatía, la hermandad y por siempre el amor.
Reflexión
“La forma de sanar la sociedad de la violencia y de la falta de amor es reemplazando la pirámide de dominación con el círculo de la igualdad y el respeto.”
-Manitonquat,
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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