Hoy es Sabado 06 de Diciembre del 2025


Los sesgos de la percepción

Por: Ricardo Hernández El Día Martes 05 de Agosto del 2025 a las 08:57

La Nota se ha leido 656 veces. 1 en este Día.

La realidad se presenta ante nosotros como un escenario que creemos objetivo. Pensamos que lo que vemos es lo que es, que el mundo se despliega ante nuestros ojos sin filtros ni distorsiones. Sin embargo, lo que percibimos es apenas una interpretación, una versión. La percepción es menos ventana que espejo.

Cada experiencia que vivimos se cuela por los filtros del lenguaje, la emoción, el recuerdo. No vemos las cosas como son, sino como somos. Aquello que llamamos “realidad” es un relato perceptual construido con fragmentos de luz, memoria y deseo. Vemos desde nuestras heridas y desde nuestras esperanzas.

He aquí la paradoja: cuanto más seguros estamos de lo que vemos, más esclavos somos de nuestros propios filtros. La certeza perceptual muchas veces es enemiga de la verdad. Nuestros ojos no son neutrales. Mirar no es un acto inocente: es una forma de elegir lo que queremos creer.

La ciencia ha demostrado que el cerebro completa la información que no recibe. Lo que falta, lo inventa. Lo que incomoda, lo niega. A veces vemos lo que necesitamos ver, otras veces vemos lo que tememos. En cualquier caso, no es la realidad quien dicta lo que percibimos.

Cuando amamos, cuando odiamos, cuando tememos, la percepción se curva como una línea en un espejo de feria. No es casualidad: ver distorsionado a veces es una forma de protegernos. Si viéramos el mundo sin filtros, ¿podríamos soportarlo?

Y si lo que llamamos realidad no fuera más que una interpretación compartida, ¿dónde queda la verdad? ¿Existe algo más allá de lo que podemos percibir? ¿O estamos condenados a vivir en un teatro de apariencias donde todo lo que creemos cierto es apenas ilusión?

Nuestra confianza en los sentidos es conmovedora, pero ingenua. Tocamos y creemos comprender. Escuchamos y creemos saber. Pero la percepción es un mediador infiel, un traductor subjetivo que acomoda el mundo a nuestras limitaciones.

El ser humano necesita estructuras para no naufragar. Una de ellas es la idea de que lo que percibe es confiable. Pero esa confianza es un acuerdo tácito, una construcción cultural que rara vez se pone en duda. Cuestionarla es atreverse al vértigo.

He aquí el absurdo: vivimos buscando certezas en un mundo que solo nos ofrece percepciones. Nos aferramos a lo visible como si fuera lo real, sin notar que lo visible está filtrado por lo invisible: el inconsciente, la historia, el miedo.

Percibir es interpretar. Es seleccionar, omitir, intensificar. Es darle forma a lo informe, sentido al caos. La percepción no es una cámara, es una narrativa. No somos observadores pasivos del mundo: somos coautores de lo que vemos.

Y, sin embargo, actuamos como si nuestras percepciones fueran hechas. Decimos “yo vi”, “yo oí”, “yo sentí” como quien declara una ley. Pero lo que vimos quizás no fue, lo que oímos quizás se filtró, y lo que sentimos quizás fue una proyección.

Así nacen los malentendidos, las guerras, las rupturas. Por haber creído que ver es entender, que sentir es saber. La percepción es una trampa dulce: nos da la sensación de control, aunque muchas veces solo nos entrega sombras.

Lo más inquietante es que rara vez dudamos de lo que percibimos. Sospechamos del otro, pero no de nuestros sentidos. Cuestionamos la visión ajena, no la propia. Como si nuestros ojos fueran inmunes al error. Como si nuestra conciencia fuera objetiva.

El sesgo de confirmación es uno de los más conocidos: vemos lo que ya creemos. Pero hay otros más sutiles: el sesgo emocional, el sesgo de encuadre, el sesgo de disponibilidad. Cada uno ajusta la percepción a una necesidad, consciente o no.

Y así, el mundo se vuelve un espejo roto. Lo que vemos es apenas un reflejo fragmentado de nuestras ideas. La percepción es una ficción que olvidó que lo es. Y, sin embargo, es todo lo que tenemos para relacionarnos con la realidad.

¿Hay forma de percibir sin sesgos? Tal vez no. Pero sí podemos aprender a observar nuestros filtros, a dudar de nuestras certezas, a convivir con la sospecha. El pensamiento crítico comienza con una mirada crítica sobre lo que creemos ver.

La percepción nos seduce con su aparente claridad. Pero detrás de cada imagen hay una historia, un contexto, una emoción. No hay percepción pura. Lo que vemos siempre está contaminado por lo que somos.

Aceptar eso no es caer en el relativismo, sino en la humildad. Comprender que nuestros sentidos nos engañan no implica negar la realidad, sino acercarnos a ella con menos arrogancia y más curiosidad.

Vivimos en un mundo donde la apariencia pesa más que el fondo. Las redes sociales lo confirman: lo que se ve es más importante que lo que es. Pero ese culto a la imagen es otra forma de ceguera.

Los sesgos de la percepción no son errores aislados: son el modo en que el ser humano sostiene su versión del mundo. No se trata solo de ver mal, sino de necesitar ver así. Porque ver claramente muchas veces duele.

Y, sin embargo, hay belleza en esa imperfección. En saber que no vemos todo, que no comprendemos todo, que estamos limitados. Esa conciencia nos humaniza. Nos permite mirar con más compasión y menos juicio.

La percepción puede engañarnos, pero también puede despertarnos. Si la tratamos no como una verdad, sino como una puerta. Una invitación al asombro, a la duda, al diálogo. Ver no es suficiente: hay que interpretar. Y luego, cuestionar lo interpretado.

Quien cree ver con claridad absoluta, ya está ciego. Quien duda de lo que ve, empieza a despertar. Porque entre lo que está y lo que creemos que está, hay un abismo. Y en ese abismo, tal vez, habite la verdad.

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.

DONA AHORA

Para que HOYTamaulipas siga ofreciendo información gratuita, te necesitamos. Te elegimos a TI. Contribuye con nosotros. DA CLIC AQUÍ


DEJA UN COMENTARIO

HoyTamaulipas.net Derechos Reservados 2016
Tel: (834) 688-5326 y (834) 454-5577
Desde Estados Unidos marque: 01152 (834) 688-5326 y 01152 (834) 454-5577