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La biblia de mujeres

Por: Alejandro de Anda El Día Lunes 04 de Agosto del 2025 a las 23:24

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LO CLARO. Conocer nuestra biodiversidad requiere análisis y un compromiso de continuidad para preservar y ser empáticos como sociedad con el medio ambiente, que nos proporciona en la conclusión de estos esfuerzos, la preservación de nuestra vida.

La academia aplica conocimientos teórico prácticos en esta observación.

La Universidad Autónoma de Tamaulipas identifica plantaciones que promueven en la región, ayuda al ser humano.

La planta que conocemos como encino –existen 500 tipos identificados en el mundo y en nuestro Estado alrededor de 72- son productos maderables endémicos que benefician con su aportación de cosecha de agua (al mantener los mantos freáticos), es hogar de miles de otros seres vivos que anidan y ‘parasitan’ en el buen sentido en torno a estos bienes naturales.

Su estudio y preservación permite abonar mayormente a su cuidado y acerca de los múltiples beneficios que nos aporta.

Con apoyo tecnológico, se recopila y se organiza la información geográfica de este árbol amigo en la entidad.

LO OSCURO. En el imaginario colectivo, tras la lucha férrea de las mujeres por alcanzar el equilibrio y ser consideradas como pares con el varón, también habría existido la duda sobre qué ocurriría en un mundo donde la base laboral absoluta fuese ocupada por féminas y el hombre atendiera las labores del hogar; la crianza y el cuidado de la prole.

Así incluso se especula cuál sería el sentido de la escritura de los libros como la Biblia, si la narrativa fuera a cargo de ‘apóstolas’ con A.

Esta inversión total de roles no es solo una provocación imaginativa, sino una forma de cuestionar siglos de desigualdad estructural.

Hoy, las mujeres representan solo el 47% de la fuerza laboral global, según datos del Banco Mundial; pese a ser más del 50% de la población. Los hombres siguen dominando los espacios de poder. Ocupan el 77% de los puestos directivos en el mundo.

195 países reconocidos son los que habitan el planeta Tierra; de éstos 25 están liderados por mujeres como jefas de Estado.

Existen en este mismo globo, 4 millones de núcleos habitados –a los que llamamos ‘ciudades’- y de ellos, menos del 25% es liderado por una dama.

México cuenta con 2,478 ciudades y del número de alcaldes, 523 son alcaldesas.

Suponga que hoy se puso de acuerdo la humanidad y a partir de ya, Melania sustituye a Donald y a trabajar se ha dicho. Putin a su casa.

El panorama económico cambiaría radicalmente. Diversos estudios del McKinsey Global Institute señalan que, si se cerrara por completo la brecha de género en el empleo (sólo a mujeres), el PIB mundial aumentaría en 26%. Es decir, unos 28 billones de dólares. Si las mujeres tomaran el control completo del aparato productivo, además de lograr ese crecimiento, podríamos ver nuevas prioridades; políticas laborales más humanas, mejor conciliación entre trabajo y vida personal y una posible reducción de la violencia en espacios laborales, históricamente permeados por dinámicas de poder masculinas.

Pero esta utopía de equilibrio también muestra sus desafíos. Hay dimensiones de la vida laboral donde los hombres han desarrollado (por razones biológicas y sociales) ciertas ventajas comparativas. En términos de desempeño físico, los hombres poseen en promedio un 40% más de masa muscular total y hasta un 50% más de fuerza en la parte superior del cuerpo (National Institutes of Health). Esto les permite realizar con mayor eficacia tareas que requieren esfuerzo físico continuo como la minería, la construcción pesada, el tendido de redes eléctricas o la agricultura a gran escala.

En entornos laborales altamente demandantes -como la gestión de crisis, defensa, seguridad o negociación corporativa- existe un rasgo psicológico que ha sido estudiado con regularidad. La toma de decisiones desapegada emocionalmente. Según un meta-análisis del ‘Psychological Bulletin’, los hombres tienden a separar con mayor facilidad lo emocional de lo funcional al tomar decisiones críticas. Esto favorece históricamente su presencia en posiciones de alto riesgo o mando. Las mujeres suelen incorporar dimensiones empáticas y sociales en la toma de decisiones, lo cual, bien equilibrado, enriquece el liderazgo colectivo.

¿Qué resultados concretos tendría un mundo en el que las mujeres tomaran el control total de la economía global y los hombres asumieran por completo la crianza y el cuidado del hogar?

En términos económicos, estudios del FMI y del Foro Económico Mundial proyectan que un liderazgo femenino más representativo en finanzas e industrias tiende a estar vinculado con prácticas más sostenibles, menor corrupción y decisiones más orientadas al bienestar colectivo. Las mujeres tienen mayor propensión a invertir en educación, salud y cohesión social. A un plazo de 50 años desde esta fecha, un sistema económico gobernado por mujeres podría dar paso a un capitalismo más ético, más enfocado en el desarrollo humano que en la acumulación de capital. Sin embargo, también podría haber lentitud en decisiones drásticas o recortes duros, por el énfasis en el consenso y la protección del entorno humano.

En el hogar, si los hombres asumieran completamente la crianza, los efectos serían profundos. Estudios del Pew Research Center y del Instituto Max Planck (Alemania) han demostrado que los hijos con padres emocionalmente involucrados tienen mayores niveles de autoestima, mejor rendimiento académico y menor incidencia de conductas antisociales. La presencia masculina en la crianza -no como apoyo, sino como figura central- rompería estereotipos, generaría nuevas masculinidades y, posiblemente, una generación menos violenta y más empática.

Sin embargo, no puede ignorarse que este escenario radical también tendría efectos negativos si se implementara de forma absoluta y repentina. El desbalance total en la asignación de roles generaría tensiones sociales, resentimientos, crisis de identidad masculina y hasta una posible disminución en la eficiencia de ciertas industrias donde los hombres históricamente han sido mayoría por razones físicas o de experiencia técnica acumulada.

Además, las causas de la desigualdad laboral no se resuelven simplemente invirtiendo los papeles. Estas tienen raíces profundas: estructuras patriarcales, falta de acceso igualitario a educación y redes de poder y sesgos culturales normalizados durante siglos. Si las mujeres asumieran todo el poder económico sin haber transformado esas estructuras, terminarían repitiendo patrones opresivos desde un nuevo ángulo. La equidad verdadera no se logra desplazando a uno para colocar a otro, sino generando condiciones para que ambos puedan compartir el poder, el trabajo y el cuidado con dignidad y responsabilidad.

En todas las ecuaciones, el resultado es el mismo. Complementariedad. No existe un género por encima o sustituto del otro.

El feminismo –en su radical expresión- no encuentra un liderazgo ‘matriarcal’ que sustituya roles ni complementos con su par masculino.

COLOFÓN: Ya estaríamos (Sic) “Si le pegan a uno, nos pegan a todos” Alfredo Adame.

 

alejandrodeanda@hotmail.com

@deandaalejandro

HECTOR ALEJANDRO DE ANDA CORTEZ

Colabora en medios impresos y en portales informativos electrónicos. La Columna Claroscuro se publica desde 2007

La columna Claroscuro se publica desde el 2007 en los mismos medios, trisemanal.

Especialmente tocamos temas económicos y de política en general.

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