Nuevo Laredo, Tamaulipas. - Las largas filas de vehículos antes de llegar a la caseta de cobro de la autopista Nuevo Laredo–Monterrey siguen siendo una molestia cotidiana para miles de automovilistas y transportistas. Las esperas pueden superar la media hora y las filas alcanzan hasta tres kilómetros en promedio, llegando a ser incluso mayores en días de alto tráfico.

El problema es de origen estructural: no se han construido más carriles, a pesar de que existe espacio suficiente para ampliarlos. La infraestructura actual resulta totalmente insuficiente para el volumen vehicular que transita por esta vía clave para el comercio y la movilidad del norte del país.

A esto se suman las constantes fallas del sistema de cobro. La caída del sistema electrónico paraliza el paso, y cuando alguna unidad no puede pagar o tiene que regresarse, se complica aún más el tráfico, generando cuellos de botella que colapsan la vía.

Lo más cuestionado es que, pese al costo elevado del peaje, no se han hecho inversiones visibles para modernizar el punto de cobro ni para agilizar el cruce. La vía opera con rezago, con lentitud y sin visión de mejora, a costa del tiempo y la paciencia de los usuarios.

Mientras no haya voluntad para ampliar carriles y actualizar el sistema, el problema seguirá creciendo, al ritmo del flujo vehicular que ya desbordó hace tiempo la capacidad de la caseta.