El terror de la deuda
LO CLARO. Los infinitos alcances de progreso y desarrollo al concatenar esfuerzos de la triple hélice (gobierno, empresa y academia) se patentizan al estar presentes en todos los ámbitos del desarrollo.
La Universidad Autónoma de Tamaulipas y el gobierno del Estado participan a su comunidad los avances y apoyos que en materia de logros académicos y gubernamentales existe para contrarrestar los efectos nocivos de plagas al ganado, muy conocido en la región como el gusano barrenador del ganado GBG.
Los constantes trabajos de investigación científica y acciones concretas en campo, permiten aportar soluciones prácticas que facilitan al sector ganadero salvaguardar la sanidad animal.
Los expertos que participaron en este Foro Regional para el Control y Prevención del Gusano Barrenador del Ganado (suman a docentes e investigadores de San Luis, Veracruz y Tamaulipas; así como empresarios y entidades federal y estatal) que coinciden en las estrategias que juntos llevan a la práctica para brindar mejora sustancial a quienes desarrollan esta noble labor.
LO OSCURO. Las historias de terror que escuchamos al mencionar la frase ‘deuda pública’, nos permiten vislumbrar desde que existe nuestro país, que quienes llegan al gobierno, roban y dejan las arcas listas –sin dinero- para que el siguiente las llene con endeudamientos y a su fin de periodo, haga lo mismo que el antecesor.
No existe una cultura política en general que permita a nosotros –ciudadanos de a pie- entender las razones de los préstamos y enfáticamente protestamos a la primera amenazas de ‘pedir más deuda’.
Pedir dinero con cargo a las finanzas públicas, ni es malo, ni nuevo. El punto es el grado de responsabilidad de la administración que lo compromete y sus beneficios.
Durante la Colonia, la Hacienda Pública no respondía a necesidades sociales locales, sino al interés de la Corona española. El Real Erario se financiaba principalmente de El quinto real (20% del oro/plata extraído); de los Impuestos al comercio, tributos indígenas, alcabalas y diezmos y de la explotación de monopolios como el tabaco y la pólvora.
En este periodo no existía una deuda pública nacional, pero sí créditos locales para cubrir necesidades del gobierno virreinal. La infraestructura pública era limitada y orientada a intereses coloniales (puertos, caminos reales, iglesias).
Tras la independencia, México nació endeudado. En 1824 contrajo sus primeros préstamos en Londres, supuestamente para modernizar el país. Sin embargo, fueron usados en su mayoría para gastos militares y cubrir déficits fiscales.
Durante el Porfiriato hubo un giro: la deuda se usó estratégicamente para infraestructura, sobre todo ferrocarriles, telégrafos, puertos y drenaje.
La Revolución transformó la concepción del Estado: de un aparato al servicio de unos pocos a un ente con responsabilidades sociales.
El gasto público se reorientó hacia educación rural, salud pública y obra social. Durante este periodo, la deuda externa se redujo y el financiamiento del Estado se basó en impuestos, petróleo y crédito interno. La hacienda pública se fortaleció con la creación del Banco de México y la reforma fiscal de 1930.
De la época cardenista al modelo neoliberal, México renace bajo el esquema del ‘Milagro Mexicano’. Adquiriendo deuda para el desarrollo nacional.
Con el modelo de industrialización por sustitución de importaciones ISI, el Estado mexicano lideró el crecimiento económico mediante inversión pública. Se usó deuda interna y externa para financiar Presas, caminos, universidades, hospitales, electrificación y empresas estatales como Pemex, CFE, Ferrocarriles.
Los estados –o entidades federales- no son tan distintos en el manejo de sus finanzas públicas.
La administración de Cavazos Lerma marcó el inicio de un aumento significativo en la deuda pública de Tamaulipas. En 1994, la deuda estatal era de aproximadamente 1,500 millones de pesos. Sin embargo, al finalizar su mandato, se había incrementado a alrededor de 4,500 millones de pesos. El aumento se debió a la búsqueda de financiamiento para obras de infraestructura y programas sociales en un contexto de desaceleración económica.
Con Yarrington, la deuda continuó creciendo. En 2004 alcanzó los 7,500 millones de pesos. Esto fue impulsado por mayores inversiones en infraestructura y la necesidad de hacer frente a problemas de seguridad y desarrollo social. Sin embargo, la falta de transparencia y la corrupción comenzaron a levantar preocupaciones sobre la gestión de los recursos públicos.
El gobierno de Eugenio Hernández también se caracterizó por un aumento de la deuda. Al final de su mandato, se había elevado a aproximadamente 11,000 millones de pesos. Durante esta administración, la deuda fue utilizada para financiar proyectos de infraestructura, pero también llevó a críticas sobre el manejo de las finanzas estatales.
Egidio Torre Cantú asumió la gubernatura en un periodo crítico. La deuda estatal creció de manera alarmante, alcanzando cifras que superaban los 17,000 millones de pesos. Las condiciones de seguridad en el estado y la urgente necesidad de invertir en seguridad pública fueron factores que llevaron a un aumento en la contratación de deuda.
A la llegada de Cabeza de Vaca, la deuda continuó su trayectoria ascendente, llegando alrededor de 28,000 millones de pesos. Sin embargo, el gobierno también implementó estrategias para mejorar la recaudación fiscal, buscar financiamiento federal. Aun así, la transparencia en el manejo de la deuda y los recursos fueron temas de debate constante.
La administración actual de Américo Villarreal Anaya heredó una situación financiera compleja. Aunque la deuda pública se ha mantenido en cifras elevadas, Villarreal ha expresado su compromiso con la transparencia y la revisión de contratos y proyectos anteriores. Según cifras recientes, la deuda sigue superando los 28,000 millones de pesos, aunque se espera que su administración implemente medidas para controlar y reducir la carga financiera del estado.
La historia mexicana demuestra que el endeudamiento público no es en sí malo o bueno, sino que depende de cómo se usa, con qué transparencia y para quiénes se destina. Cuando se invierte en educación, salud o infraestructura productiva, la deuda puede transformar realidades; cuando se usa para fines políticos o improductivos, se convierte en lastre.
COLOFÓN: Andrés Manuel hizo uso de la demagogia popular para asegurar a su pueblo que no era necesario en lo absoluto el solicitar préstamo para conducir a la nación, pues había dinero suficiente, pero mal administrado.
Las consecuencias de lo dicho contra lo ejecutado, demuestran lo aquí expuesto. Pobre inversión pública en seis años se traduce en improductividad y parálisis económica. Sólo hay que cuidarles las manos…
@deandaalejandro
HECTOR ALEJANDRO DE ANDA CORTEZ
Colabora en medios impresos y en portales informativos electrónicos. La Columna Claroscuro se publica desde 2007
La columna Claroscuro se publica desde el 2007 en los mismos medios, trisemanal.
Especialmente tocamos temas económicos y de política en general.
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