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Medio año

Por: David Vallejo El Día Sabado 28 de Junio del 2025 a las 20:00

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Donald Trump regresó a la Casa Blanca con la fuerza de un fenómeno político y una agenda sin filtros. Aranceles y redadas masivas a migrantes en ciudades santuario. Tropas en la frontera sur y deportaciones aceleradas. El turismo desde Europa cayó considerablemente. Los mercados temblaron. El discurso tildado de populista encontró su herramienta ejecutiva. La democracia estadounidense se tensiona entre firmeza y fractura.

Lo más grave, sin embargo, ocurrió en junio: Estados Unidos entró formalmente en la guerra entre Israel e Irán. Operación Midnight Hammer. Bombarderos B-2, submarinos lanzando Tomahawks, radares apagados y catorce explosiones que redujeron los centros nucleares iraníes. Israel había comenzado, EE. UU. se sumó y, a los pocos días, declaró el fin de la guerra que Israel se empeña en seguir. Los mercados miran a Ormuz. El petróleo subió. Las bolsas bajaron. Y el miedo volvió a tomar forma de hongo.

En Europa, Macron intenta mantener el equilibrio, pero la ultraderecha crece. En España y Alemania, los gobiernos improvisan soluciones de urgencia. En México, Claudia Sheinbaum gobierna con mayoría, sin contrapesos. La consulta judicial fue un susurro sin eco.

En Medio Oriente, Gaza arde. Los muertos se acumulan. La condena internacional se multiplica. La política fracasa en su intento de humanizar la violencia. Mientras tanto, Israel y Palestina continúan con el conflicto milenario.

Y en medio del fuego, murió el papa Francisco. El pontífice del sur. El de las manos abiertas. En su lugar, León XIV, el primer papa peruano y estadounidense, ha prometido unidad espiritual y una Iglesia que no tema hablar claro. Un pontificado que nace con la sombra de la guerra y la esperanza de reconciliar un mundo que ya no cree ni en sí mismo.

La economía global se volvió una ruleta cargada. Estados Unidos apenas crece, con inflación terca y desempleo al alza. México, estancado. Los mercados responden con cinismo: Apple se acerca a los cuatro billones, el oro toca cielos de guerra y el bitcoin se comporta como si leyera el Apocalipsis. Pero en la calle, todo cuesta más. El dinero dura menos.

En cuanto a la ciencia y la tecnología, la inteligencia artificial se masifica y lo cambia todo: empieza a escribir, editar, negociar, vigilar. Se convierte en secretaria, abogado, editor, traductor, terapeuta, oráculo y espejo. Se avanza en la lucha contra el cáncer, y también avanza la ansiedad y la depresión en tiempos de redes sociales donde la comparación constante, el algoritmo insaciable y la falsa cercanía desgastan la mente. También se pusieron de moda las inyecciones para bajar de peso, píldoras de delgadez y dopamina instantánea, en una era donde es más fácil alterar el cuerpo que abrazarlo.

El telescopio James Webb encuentra agua en exoplanetas que orbitan estrellas rojas. No es vida, pero es la sospecha de que el universo no está tan vacío como creímos. Que hay océanos invisibles donde nunca imaginamos. Que quizás la soledad humana es solo una pausa en la sinfonía del cosmos.

Y entonces aparece él: Elon Musk. Visionario o villano, depende del día. Ha lanzado una nueva generación de satélites de Starlink con capacidad cuántica. Ha conectado cerebros humanos a chips que registran pensamientos. Fundó una ciudad autosuficiente en el desierto de Texas, con su propio sistema legal y fiscal. Le teme al Estado, pero quiere fundar uno. Entre Twitter, cohetes, vehículos autónomos e implantes, Elon Musk dirige distopías posibles. Es brillante. Es peligroso. Es el hombre que define la frontera entre el genio y el abismo de nuestros tiempos.

En el deporte, la emoción sobrevivió a la geopolítica. Las Águilas de Philadelphia ganaron la NFL con una defensa feroz y un corazón que no se rinde. El Thunder de Oklahoma conquistó la NBA con Shai Gilgeous-Alexander, quien se consagra como superestrella, rodeado de un equipo joven, talentoso y que juega a un ritmo frenético. El PSG, sin Mbappé y con Luis Enrique, ganó su primera Champions. París festejó. Y luego ardió. En México, el América no alcanzó el tetracampeonato; quien sí lo logró fue Antonio Mohamed, con equipos distintos: esta vez, con el Toluca.

El cine nos regresó a los abrazos perdidos. Lilo & Stitch fue la película más vista en lo que va del año. El final nuevo, donde Nani se va a estudiar, dejando a Lilo, conmovió y dividió. ¿Ohana también es separarse? Tal vez sí. Tal vez siempre lo fue. Cómo entrenar a tu dragón se consolida como el mejor live action en la historia. Sinners, Compañera perfecta y Mickey 17 también entran al cuadro de honor de lo más entretenido.

En la televisión, Adolescence nos mostró lo que los adultos no quieren ver: la adolescencia no es etapa, es espejo. También brillaron Squid Game 2, The Pitt, Reacher, Andor 2, pero ninguna tocó tan hondo.

La música fue antídoto. Me quedo con lo nuevo de Clapton, quien toca su guitarra como quien bendice. Dream Theater regresó con un álbum lleno de personalidad y virtuosismo. Steven Wilson desafió el tiempo y el espacio con su música progresiva. Counting Crows volvió con melodías disfrutables que duelen. Van Morrison, con su voz de niebla antigua. Natalia Lafourcade cantó como quien siembra. Y Sleep Token se consagra como un grupo vanguardista y popular, aunque en lo personal, aún no lo digiero del todo.

Los libros, como siempre, fueron linternas. Dicker sorprendió y escribió una bella novela para toda la familia. Isabel Allende, un libro que une el amor, un padre que se fue y una guerra. Han Kang, Javier Cercas, Javier Sierra, Rosa Montero, Sara Mesa, Feito, Fosse y Samantha Harvey nos recordaron que leer no es lujo: es defensa propia. Bill Gates escribió la primera parte de su biografía. Un relato entre cálculos y emociones. Más que memoria, parece un intento de entenderse antes de que el mundo lo interprete por él.

Y entonces miramos el calendario. Junio. Medio año vivido. Medio año por vivir. Las promesas de enero, leer más, perdonar, comenzar algo nuevo, dejar de postergar, decir lo que importa, cuidar la alimentación, hacer ejercicio, están ahí, esperándonos.

Si el mundo, en seis meses, fue capaz de cambiar de papa, entrar en guerra, lanzar cohetes, descubrir agua, resistir con arte y llorar con una película… tú también puedes escribir una segunda mitad distinta.

La vida no se mide por lo que dijiste que harías.

Se mide por lo que haces cuando aún estás a tiempo.

Nos vemos en diciembre.

Que lo que viene sea aún más inolvidable.

¿Voy bien o me regreso? Nos leemos pronto, si la IA lo permite.

Placeres culposos: Copa Oro y Mundial de Clubes. Y dicen que F1 es una gran película.

Chocolates estilo Dubái para Greis y Alo.

David Vallejo


Politólogo y consultor político especialista en temas de gobernanza, comunicación política, campañas electorales, administración pública y manejo de crisis. Cuenta con posgrados en Estados Unidos, México y España.
Además esposo amoroso, padre orgulloso, bibliófilo, melómano, chocoadicto y quesodependiente.

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