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La incomodidad de ser uno mismo

Por: Ricardo Hernández El Día Jueves 12 de Junio del 2025 a las 20:04

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Hay un malestar que no se diagnostica en las consultas médicas ni se resuelve con terapias breves. Un malestar sutil, difuso, que aparece cuando estamos solos, en silencio, frente al espejo o en medio de una multitud. Es el vértigo de ser uno mismo.

La filosofía ha abordado muchas veces la idea del "yo", pero rara vez lo ha hecho desde la incomodidad. Hemos hablado del alma, de la conciencia, de la subjetividad... pero ¿qué pasa cuando ser quienes somos se convierte en una carga?

Nos enseñan desde pequeños que debemos “descubrirnos”, que tenemos una identidad que hay que explorar, conquistar, definir. Pero ¿y si ese “yo” que encontramos no nos gusta? ¿Y si la imagen que surge al quitar las máscaras no es liberadora, sino aterradora?

Quizá por eso amamos tanto las distracciones. No es solo entretenimiento, es evasión. La serie que maratoneamos, el celular que no soltamos, la conversación superficial: todo es una estrategia para no quedarnos a solas con esa versión de nosotros mismos que no sabemos habitar.

Jean-Paul Sartre escribió que “el infierno son los otros”, pero a veces el infierno también somos nosotros. Nuestra voz interior no siempre es sabia; muchas veces es cruel, exigente, insegura. Nos juzga más de lo que lo haría cualquier tribunal.

El ideal contemporáneo de autenticidad también puede ser una trampa. Nos exige ser únicos, distintos, fieles a una esencia que quizás ni siquiera existe. En un mundo donde todo se compara y se exhibe, ser auténtico puede convertirse en una prisión decorada con espejos.

¿Y si el yo fuera una ficción útil, pero no una verdad sólida? Tal vez somos, como pensaba David Hume, una colección de percepciones, recuerdos, reacciones. Fragmentos sueltos que hemos ido pegando con palabras para no caer en el caos.

Pero incluso esa idea, la del yo como ilusión, no nos salva del malestar. Porque sentimos, a pesar de todo, que somos alguien. Que hay un “yo” que sufre, que recuerda, que teme. La ficción se siente real. Y lo que se siente real, duele de verdad.

Las redes sociales han agudizado esta incomodidad. No solo debemos ser nosotros mismos: debemos ser versiones mejores, más interesantes, más productivas, más felices. Debemos gustar, encajar, y a la vez destacar. El yo se convierte en un proyecto imposible.

A veces me pregunto si la ansiedad de nuestra época no nace justamente de esta paradoja: tener que construir una identidad sólida en un mundo líquido. Tener que ser auténtico en un entorno que premia lo superficial, lo breve, lo editado.

Los antiguos sabios recomendaban el silencio interior. Buda, Séneca, Confucio, todos hablaban de cierta calma que se alcanza cuando uno deja de perseguirse a sí mismo. Pero ¿cómo se calla una mente que ha sido entrenada para hablarse sin parar?

La espiritualidad moderna, con todo y sus libros de autoayuda, ha tratado de ofrecernos consuelo: “acéptate como eres”, dicen. Pero ese es el problema: ¿y si no podemos? ¿Y si hay partes de nosotros que simplemente no toleramos?

Quizá el camino no sea aceptarse por completo, sino aprender a convivir con la incomodidad. Reconocer que hay zonas oscuras, incoherencias, vacíos. Que el yo no es un templo, sino un campo de batalla. Y eso no tiene por qué ser malo.

El filósofo Emmanuel Levinas propuso que la salida del yo está en el rostro del otro. En escuchar, en servir, en responder. Tal vez no se trata de conquistarnos a nosotros mismos, sino de olvidarnos un poco, para vivir en relación con el mundo.

Tal vez esa es la sabiduría más profunda: no buscar respuestas absolutas sobre quiénes somos, sino habitar la pregunta con dignidad. Entender que el yo no se define, se vive. Que nuestra identidad no es un destino, sino un proceso inacabado.

Y tal vez, solo tal vez, la incomodidad de ser uno mismo no sea una falla, sino una señal. Un recordatorio de que seguimos vivos, cambiando, aprendiendo. Que todavía no hemos terminado de ser. Y que, por más que duela, eso también es esperanza.

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.

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