Un grito de auxilio
Urge que se rompan patrones, que se hable de todos los temas, con responsabilidad sí, pero sin prejuicios ni estigmatizaciones, es decir, sin poner etiquetas negativas a las personas que hablan de sus problemas emocionales.
Porque es real que la mayoría de las personas, sobre todo los hombres no hablan de sus problemas emocionales, no tratan su salud mental, la mayoría de las veces por viejas disciplinas o porque creen que les reduce su masculinidad.
Pero hablar de salud mental ya no puede seguir siendo un lujo, ni mucho menos un tabú.
Junio, como mes de la concientización sobre la salud mental masculina, representa una oportunidad para romper viejos esquemas, silencio que ahoga y en ocasiones mata, es mirar de frente una realidad que ha sido ignorada por generaciones: los hombres también sufren, también se quiebran, y también necesitan ayuda.
Históricamente, a los hombres se les ha enseñado a reprimir lo que sienten. La cultura moldeó al hombre con frases como “aguántese como los machos” o “los hombres no lloran”, y esa represión emocional ha tenido un costo muy alto, sobre todo cuando se trata de la salud emocional masculina.
Numerosos estudios han demostrado que los hombres suelen tener mayores dificultades para identificar, comprender y expresar sus emociones, debido a una combinación de factores biológicos, culturales y educativos.
Los varones, por miedo, vergüenza o presión social, buscan mucho menos ayuda psicológica que las mujeres. No es porque no la necesiten, sino porque fueron educados para soportarlo todo en silencio.
Hoy, algo está pasando. La salud mental masculina se ha convertido en un grito que pocos escuchan, pero que cada vez más retumba en estadísticas dolorosas.
En México, según datos del INEGI, el 80% de los suicidios son cometidos por hombres. Cuatro hombres se quitan la vida por cada mujer. Una sobre mortalidad masculina que arranca padres, hermanos, amigos, hijos. Detrás de esas cifras hay historias. Y detrás de cada historia, hay un grito ahogado.
Hace días un médico residente en Monterrey, Nuevo León, se quitó la vida presuntamente tras sufrir acoso laboral. Él soñaba con sanar vidas… pero no encontró quién sanara la suya. Lamentablemente historias como estas existen de sobra.
Es hora de evolucionar, de construir un nuevo significado de masculinidad que incluya la vulnerabilidad. La masculinidad no está en crisis, está en transformación.
La verdadera revolución masculina no consiste en dejar de ser hombres, sino en ser hombres completos, sanos, sobretodo emocionalmente.
Sensibles pero templados. Fuertes pero compasivos. Disciplinados, sí. Pero también emocionalmente conscientes.
La prevención es nuestro nuevo escudo. No solo para evitar tragedias, sino para cultivar la vida.
No es débil quien pide ayuda. Porque un hombre que se cuida emocionalmente, es un hombre que puede cuidar a los demás. Uno que se reconoce vulnerable, es uno que puede pedir ayuda y al mismo tiempo darla.
Eso lo deben tener bien claro todos los hombres, saber la importancia de un grito de auxilio, pero no un grito desesperado, sino uno lleno de conciencia. Un grito que quiere despertar al amor propio, al cuidado del alma, a la urgencia de frenar un dolor que ya no cabe debajo de ninguna alfombra.
Porque un grito de auxilio a tiempo ayuda a salir de encrucijadas y revalorarse, salva vidas, es por eso que hoy más que nunca, celebremos al hombre que no huye del dolor, sino que lo transforma.
Rodrigo Alejandro Pérez González
Es licenciado en Comercio Internacional.
Presidente de la Asociación Civil, Sociedad Mostrando Vida A.C.
Y actualmente es conductor edición matutina de los Noticieros de Canal 10.
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