Menos del 1% del agua dulce del planeta está disponible para el consumo humano. Aunque el 70% de la superficie terrestre está cubierta de agua, el 97.5% es salada y del 2.5% de agua dulce, la mayoría está atrapada en glaciares. En otras palabras: vivimos en un planeta azul… donde beber agua es un privilegio geográfico.

Este 5 de junio, en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, no bastan las buenas intenciones. Necesitamos decisiones estructurales, valientes y sostenibles. Si el futuro se definirá por el agua, entonces ha llegado el momento de mirar hacia el mar —no como límite, sino como posibilidad.

Tamaulipas puede liderar una cruzada histórica: construir una planta desalinizadora en sus costas, no como solución aislada, sino como base de un nuevo modelo hídrico para el noreste de México y el sur de Texas.

Un pacto azul: más allá de las fronteras

Este proyecto exige una visión interestatal y binacional. Una alianza entre Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Tamaulipas, y Texas, respaldada por el Banco de Desarrollo de América del Norte (NADBank).

Todos enfrentan lo mismo: sequías, sobrepoblación, estrés industrial, y una dependencia insostenible de fuentes agotadas. ¿Y qué tienen en común? Un mar al que le han dado la espalda.

Historia humana: cuando la sed toca a todos

En la zona conurbada de Tampico, Madero y Altamira, más de 800 mil personas sufrieron por la escasez de agua el año pasado. Familias que viven frente al Golfo esperaban pipas por horas. Escuelas improvisaban. Hospitales rezaban por no cerrar.

Frente a esta realidad, un grupo de empresarios anunció la instalación de tres plantas desalinizadoras con tecnología de Dubái y Estados Unidos.

Doña Aurelia vive a tres cuadras del mar, en Madero. Aún así, lleva una semana sin agua. ‘Nunca pensé que pudiéramos tener sed con el mar tan cerca’, dice mientras llena una cubeta con lo poco que llega de madrugada.

Tamaulipas ya empezó. El reto ahora es pensar en grande y actuar en conjunto.

¿Qué implica este proyecto?

Tecnología de ósmosis inversa, alimentada por energía solar y eólica.

Capacidad inicial para 2 a 3 millones de personas, como primera fase de un modelo modular y escalable que puede cubrir hasta 10 millones en el noreste de México y sur de Texas.

Atención prioritaria a zonas críticas: Altamira, Monterrey, el altiplano potosino y el sur texano.

Costo estimado de entre $0.50 y $1.00 USD por metro cúbico tratado.

Financiamiento mixto: sector privado, gobiernos y organismos multilaterales.

Esto no es utopía. Es posible, urgente y financieramente viable.

Lo que está en juego

Seguridad hídrica frente al cambio climático.

Paz social y estabilidad en zonas urbanas e industriales.

Atracción de inversiones con criterios ESG.

Creación de empleos verdes, transferencia tecnológica y cultura ambiental.

Una planta bien diseñada no solo da agua: educa, activa la economía y une regiones.

Lecciones del mundo

Israel obtiene más del 85% de su agua del mar.

Arabia Saudita invierte $20 mil millones de dólares al año en desalación.

California ya calcula que una planta desalinizadora es más barata que una semana sin lluvia.

China construyó el acueducto más largo del mundo (1,400 km).

¿Y nosotros? Seguimos rezando… cuando tenemos el mar al alcance.

Llamado urgente: una APP por el agua

La crisis hídrica en el noreste es una alerta roja. Es momento de crear una Asociación Público-Privada (APP) con visión regional y binacional:

Que el Congreso de Tamaulipas (y demás estados) la declare de interés público.

Que se integre al Plan Nacional Hídrico y agendas estatales.

Que el NADBank convoque una mesa técnica para diseñar su viabilidad.

Buscar financiamiento multilateral vía BID, Banco Mundial o BEI.

Convocar a fondos de inversión como BlackRock, The Nature Conservancy o el Green Climate Fund.

No hay tiempo para soluciones cosméticas. Se necesita una política hídrica del siglo XXI.

El momento es ahora

Monterrey ya vivió su crisis. Coahuila agota sus pozos. Tamaulipas y Texas compiten por la misma agua. San Luis Potosí se encuentra vulnerable.

¿Esperaremos otra sequía para movernos? ¿O abriremos las compuertas del futuro desde ahora?

Tamaulipas, tierra de agua futura

Con más de 400 km de litoral, vocación logística y visión binacional, Tamaulipas puede y debe liderar la revolución azul del norte.

El mar no es el fin. Es el origen.

Tamaulipas puede liderar el pacto que el norte necesita. Pero la historia la escribirán quienes se atrevan a beber del mar antes de que nos trague la sed.

Rola del día: Noreste Caliente de Jonaz https://www.youtube.com/watch?v=nAS9mtDlV-c

Jorge Alejandro Torres Garza

Es internacionalista con una maestría en Ciencia Política y Administración Pública por la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Durante su carrera realizó un intercambio en España y ha trabajado en los tres niveles de gobierno tanto en México como en Estados Unidos, incluyendo en un consulado de México en la zona de Los Ángeles, California. También ha participado en campañas políticas en México, colaborando con candidatos a alcaldes, diputados locales y gobernadores, así como en la campaña del senador de la República y precandidato presidencial del Partido Demócrata, Bernie Sanders, en Estados Unidos.

Recibió el reconocimiento "30 Under 30 Award" por la Asambleísta Eloise Gómez Reyes del Congreso del estado de California, un galardón que distingue a jóvenes líderes menores de 30 años por su dedicación, innovación y servicio a la comunidad.

Su pasión por el bienestar y la transformación social lo llevó a fundar Vibra/TAM, una asociación civil que promueve la salud mental de jóvenes a través de la música y las artes. Actualmente, brinda consultoría en desarrollo económico, turismo y salud mental, integrando enfoques holísticos y sostenibles.

Es amante de la música, disfrutando géneros como el rock clásico, jazz, electrónica, folk e indie. También es un practicante comprometido de yoga, meditación y senderismo, actividades que inspiran su conexión con la naturaleza y el bienestar integral.

Correo electrónico: jatorresgarza@gmail.com