El verdadero poder de dar
En un mundo donde lo urgente suele aplastar a lo importante, y donde muchas acciones se convierten en gestos vacíos de repetición, vale la pena detenernos a reflexionar: ¿Qué significa realmente dar? ¿Qué peso tiene nuestro acto cuando entregamos algo a los demás: tiempo, palabras, recursos, afecto, apoyo?
El poeta mexicano Antonio Plaza Llamas, con su estilo directo y penetrante, nos ofrece una respuesta en cuatro versos que son, en sí mismos, una guía de vida:
“Saber dar es gran virtud,
y dar sin tacto es locura:
lo que se da sin finura,
se acepta sin gratitud.”
Este fragmento no solo advierte: instruye. Nos recuerda que dar, por sí solo, no es suficiente. Que el acto de ofrecer algo a los demás requiere una maestría invisible, una combinación precisa de conciencia, humildad y sensibilidad. Porque dar sin alma, sin cuidado, sin respeto… no es un acto de amor, es una forma sutil de agresión.
Y aquí es donde retomo una enseñanza del maestro Antonio Martínez Torres, y que hoy comparto con orgullo y gratitud:
“En la vida, todo comportamiento tiene: Propósito e Intención.”
Propósito: Tu tiempo dedicado a una actividad focalizada.
Intención: Tener una visión clara del resultado esperado.
Estas dos dimensiones —propósito e intención— son los cimientos del comportamiento consciente. Nos ayudan a entender que cada decisión, cada palabra, cada acto, está moldeando no solo nuestro entorno, sino también nuestra identidad.
Dar con propósito es dedicar tu energía a una causa alineada con tus valores más profundos. Es actuar con rumbo, no por impulso. Es preguntarte:
¿Qué estoy construyendo con este acto? ¿Qué mensaje estoy enviando al mundo con mi generosidad?
Muchos dan para aliviar culpas. Otros dan para acumular méritos. Algunos dan porque quieren ser vistos. Pero pocos dan con verdadera intención de transformar. El propósito exige foco, claridad, congruencia. Dar por dar desgasta. Dar con propósito inspira.
Dar con Intención es la semilla emocional del acto. Es el sentimiento que viaja junto con lo que entregas. Puedes regalar algo material, pero si tu intención está contaminada de orgullo, de juicio o de necesidad de validación, tu regalo pierde brillo.
La intención genuina se siente. No se explica, se percibe. Y por eso, cuando alguien da con intención amorosa, sin dobleces, sin esperar nada a cambio, deja una huella que perdura en el corazón del otro.
La finura —como lo escribe Plaza— es la sensibilidad invisible que embellece el acto de dar. Es el arte de respetar al otro mientras lo ayudas. Es no hacerlo sentir menos, ni endeudado, ni expuesto. Es hacer sentir al otro libre, no atrapado en el “te di, ahora me debes”.
Finura es ofrecer sin invadir. Es ayudar sin imponer. Es escuchar antes de actuar. Es hacer del acto de dar una caricia, no una herida envuelta en papel brillante.
Y aquí, propósito e intención encuentran su punto de encuentro. Porque solo cuando sabes por qué das (propósito), y para qué das (intención), puedes dar con la fineza que transforma, en lugar de humillar.
Un llamado a los líderes, a los padres, a los seres humanos conscientes
En tu vida diaria, en tu hogar, en tu liderazgo, te invito a que te preguntes constantemente:
¿Qué propósito guía mis actos?
¿Qué intención oculta hay detrás de lo que doy?
¿Estoy ayudando o imponiendo?
¿Estoy sirviendo o controlando?
¿Estoy dando desde el alma, o desde el ego?
Porque dar no se trata de cantidad, sino de calidad emocional. No se mide en pesos ni en minutos, sino en respeto, en compasión, en conexión genuina.
La historia no recuerda a quienes más dieron, sino a quienes mejor lo hicieron. Los nombres que perduran son aquellos que supieron acompañar, inspirar, consolar, sanar… con palabras, con presencia, con sabiduría. Porque cuando das con propósito, intención y finura, no solo ayudas al otro: te dignificas a ti mismo.
Y así, el acto de dar se convierte en una declaración silenciosa:
“Estoy aquí, para ti. Te reconozco. Te respeto. Te acompaño. No quiero cambiarte, ni dominarte. Solo compartir contigo lo mejor de mí, sin que te sientas menos.”
Que lo que des hoy —a tu familia, a tus amigos, a tu comunidad, al mundo— no sea por inercia ni por obligación, sino por elección consciente.
Y que esa elección te recuerde, cada día, quién eres… y para qué estás aquí.
Alberto Rivera
Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.
Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.
Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.
Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.
Para que HOYTamaulipas siga ofreciendo información gratuita, te necesitamos. Te elegimos a TI. Contribuye con nosotros. DA CLIC AQUÍ