En tiempos en los que parece que todo se disputa en la arena política, es fácil olvidar que hay decisiones que trascienden partidos, intereses o coyunturas. Una de ellas es la que tomaremos en las próximas elecciones del Poder Judicial. Y es justo ahí, donde muchos podrían pensar que “no pasa nada”, donde más pasa si nos mantenemos al margen.

Votar para elegir a quienes impartirán justicia no es un trámite más, es una oportunidad histórica. Por primera vez en mucho tiempo, la ciudadanía puede incidir directamente en uno de los poderes más cerrados y herméticos del sistema político: el judicial. ¿Cuántas veces nos hemos quejado de jueces que parecen vivir en una burbuja, desconectados de la realidad social? Esta elección nos permite cambiar esa historia.

Ir a votar es defender la democracia, sí, pero también es defendernos a nosotros mismos. Porque quien impone una sentencia injusta no sólo daña un expediente; lastima la vida de una familia, de una persona, de una comunidad entera. Quien protege con su toga los derechos humanos o evita que se pisotee la ley merece llegar ahí con legitimidad popular, no por acomodo político.

No ir a votar es permitir que otros –los menos, los mismos de siempre– elijan por nosotros. Es rendirse. Es renunciar al derecho de exigir. En cambio, votar, es decir: “a mí sí me importa el rumbo de mi estado, de mi país, de mi justicia”.

Hay quienes dirán que es irrelevante, que no conocen a los candidatos, que el sistema está podrido. Y puede que tengan razón en algunas cosas, pero justamente por eso debemos actuar. Porque lo que no se defiende, se pierde. Porque no votar es dejarle el camino libre a los que sí saben por quién y por qué quieren que lleguen ciertos perfiles a esos puestos.

En un país donde todavía se exige justicia por los desaparecidos, por los feminicidios, por la violencia y por la impunidad, no podemos darnos el lujo de mirar para otro lado. Votar en la elección del Poder Judicial es un acto de conciencia, de memoria y de responsabilidad.

Aquí te comparto 10 razones por las que SÍ debemos ir a votar:

1. Defender la democracia. Participar en esta elección fortalece la división de poderes y nos aleja del autoritarismo disfrazado de institucionalidad.
2. Evitar que otros decidan por ti. Si no votas, otros elegirán por ti quién va a impartir justicia.
3. Promover un Poder Judicial autónomo. Tu voto puede ayudar a blindar al sistema judicial frente a presiones partidistas o intereses externos.
4. Exigir justicia cercana y eficaz. Elegimos a quienes tomarán decisiones que impactan directamente en nuestras vidas.
5. Fomentar la rendición de cuentas. El voto da legitimidad, pero también permite exigir resultados concretos.
6. Hacer valer tu derecho constitucional. Votar es ejercer ciudadanía activa, no es un favor que haces, es un derecho que te pertenece.
7. Reducir el rezago y la corrupción judicial. Un nuevo rostro en el Poder Judicial puede representar renovación, ética y compromiso.
8. Porque el Poder Judicial también toma decisiones políticas. Lo judicial también es político: decisiones clave sobre libertad, territorio, democracia y derechos están en sus manos.
9. Para dejar un precedente de participación. Esta elección puede marcar un antes y un después en cómo la ciudadanía se relaciona con el poder judicial.
10. Porque lo que no se defiende, se pierde. Si no participamos, renunciamos a nuestro derecho de exigir justicia con autoridad moral.

Este 2025, la justicia también se vota. Y cada quien decidirá si quiere ser parte del cambio... o del silencio.

Alberto Rivera

Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.

Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.

Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.

Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.