Desaseo electoral
La elección democrática de juzgadores es, sin duda, una necesidad para el rescate de un sistema judicial putrefacto por la corrupción y otros cánceres. Pero el ensayo, aunque histórico, que hoy se hace, luce plagado de errores desde su inicio, por lo que asoma incertidumbre sobre su efectividad.
Esto, porque:
De ahí que se hayan ‘colado’ candidatos que los representan, como lo ha reconocido la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
A ello obedece, precisamente, el desinterés por este proceso.
Pero no el uso de redes sociales, que éstos igual han desatendido.
Y, lo peor:
Lo mismo ocurre en las entidades de la República Mexicana en que se elegirán magistrados y jueces.
A los candidatos les restan menos de 48 horas de proselitismo abierto. Insuficientes para remontar el tiempo que desperdiciaron durante 58 días.
Algunos por negligencia; otros por atender el viejo apotegma de ‘quien se mueve no sale en la foto’ y los menos enfrascándose en dimes y diretes con periodistas que han osado escudriñar en sus relaciones con grupos de la delincuencia organizada.
Lo cierto es que al cuarto para las doce todos y cada uno de los miles de aspirantes a juzgadores le están echando toda la carne al asador.
Basta abrir las redes sociales que nos aturden con sus mensajes y su fotografía replicados por miles de ‘bots’ pidiendo el voto en su favor.
Así actúan, simplonamente.
Y eso, precisamente, ahuyenta la participación ciudadana.
Según la presidenta del INE, Guadalupe Taddei Zavala, entre el 8 y el 15 por ciento del listado nominal acudiría a las urnas; y Luis Carlos Ugalde Ramírez, quien otrora presidiera el organismo, estima que lo haría un 10%, mientras la jefa del Ejecutivo federal, Claudia Sheinbaum Pardo, ha dicho que hasta con un cinco por ciento bastaría para legitimar la elección, pues este proceso es inédito e histórico en el país.
Otros actores que supuestamente cuentan con información precisa en relación a la contienda, coinciden en que la participación ciudadana estaría ubicándose en un diez por ciento.
En fin, son simplemente pronósticos.
Fatales, todos ellos, debe reconocerse.
Y es que, en una auténtica democracia, cuenta el voto de todos y cada uno de los ciudadanos en edad de sufragar.
Bajo este entendido, ¿los ganadores serían legitimados por minorías?
Desde luego, que sí.
Pero acudirían a los cargos judiciales harto cuestionados.
Como fuere, la ley los ampararía en su función.
No obstante, surgen otras preguntas:
1) ¿Su actuación como juzgadores sería imparcial, o les cobrarían las afrentas a sus detractores?
2) ¿Se conducirían con imparcialidad, o por instrucción y/o venganza, tratándose de asuntos políticos judicializados?
En fin, eso es harina de otro costal.
Respecto a desaseo electoral en este proceso, hay varios puntos que la autoridad debe aclarar:
1) ¿Por qué, al detectarse candidaturas relacionadas con delincuentes éstas no se cancelaron?;
2) Si el proceso está ajeno a partidos políticos, ¿cómo se permite que haya candidatos que refieran ataques de los conservadores, para ensuciar su imagen?; y
3) Entonces, ¿dónde está la diferencia con una elección entre partidos en la que juegan liberales, conservadores y uno que otro saltimbanqui?
Correo: jusam_gg@hotmail.com
Juan Sánchez Mendoza
Ha ejercido el periodismo durante más de tres décadas, alcanzado premios estatales en dos ocasiones; autor del libro "68. Tiempo de hablar"(que refiere pormenores del memorable movimiento estudiantil); autor de ensayos literarios; y reportero de investigación de tiempo completo, acá en territorio nacional y más allá de nuestras fronteras y del continente americano.
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