“No me va a temblar la mano para condenar al culpable”: Edgar Gámez
Ciudad Victoria, Tamaulipas. – En un estado donde la violencia ha enseñado a vivir con miedo, Edgar Gámez, candidato a Juez de Oralidad Penal (boleta naranja, recuadro verde, número 35 en Victoria), alza la voz sin titubeos: “No me va a temblar la mano para condenar al culpable”.
Con 15 años de experiencia en el Poder Judicial y una trayectoria que va desde oficial judicial hasta secretario proyectista en la Segunda Sala Penal, Gámez afirmó que ha llegado el momento de servir desde otra trinchera.
“Tengo el perfil, tengo la preparación, pero sobre todo tengo las convicciones”, asegura.
Durante su entrevista en HOYTamaulipas, fue claro:
“Yo no vengo a buscar simpatías, vengo a impartir justicia sin corrupción y sin impunidad”. En un tono firme, Edgar defendió el papel del juez como garante de la ley, pero también como servidor cercano a la gente.
“Hoy las víctimas sienten que nadie las escucha. Yo quiero que se vayan con un buen sabor de boca: que alguien les creyó, que alguien actuó”.
Contó uno de los casos que más lo marcó: un secuestro que fue absuelto en primera instancia, pero que, tras su análisis en segunda, logró ser revocado y convertido en una condena.
“Para las víctimas, eso fue justicia. Sentían que alguien, al fin, les había escuchado”.
Pero también se mostró crítico del sistema:
“Nos vemos obligados a absolver, aunque en el fondo sepamos que hubo un delito. ¿Por qué? Porque la Fiscalía no hizo su trabajo, porque no hay pruebas, porque las víctimas no comparecen. Y eso, claro que encabrona”.
En ese punto fue tajante:
“A veces las pruebas no llegan a juicio y aunque tú sabes que pasó algo, la ley no te permite sancionar. Pero cuando sí llegan, no hay excusa. Se aplica la ley. Y no me tiembla la mano”.
Gámez propone una justicia de puertas abiertas, coherente con el hecho de que ahora los jueces deben pedir el voto de la ciudadanía.
“Ya nos dimos a conocer, ya tocamos puertas, ya pedimos apoyo. No puedes volver a encerrarte detrás de un escritorio. Si llego, mi puerta seguirá abierta”.
Defiende el proceso electoral judicial como una oportunidad de oro para recuperar la confianza ciudadana.
“La gente por fin sabrá quién los juzga, a quién puede acudir. Antes ni sabían el nombre del juez. Hoy, eso cambia”.
Y aunque no se considera político, asume el reto con profesionalismo. “Jamás hice un video en mi vida. Hoy tengo que salir, informar, explicarle a la gente cómo se vota. Y me parece lo más justo”.
Al dirigirse a las madres que han perdido a un hijo, fue humano, directo y consciente de sus límites:
“No puedo prometerte que lo voy a encontrar, porque no soy el investigador. Pero como juez, haré todo lo que esté legal y humanamente en mis manos para darte justicia”.
¿Y qué le diría a un joven que cree que la justicia solo sirve al poderoso?
“Sea quien sea: si llega en un Lamborghini o en un microbús, será tratado igual. El que no pueda pagar un abogado, tendrá uno público. Nadie estará solo ante la ley”.
Al final, Edgar Gámez mira a cámara, sin adornos:
“Si me eliges, no esperes que te dé la razón solo porque votaste por mí. Espera que aplique la ley, aunque no te guste. Eso es justicia. Y es lo único que ofrezco”.
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