El valor de saber escuchar
Buenas tardes, queridos amigos. Quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la escucha activa. La experiencia que he acumulado al escribir historias de vida me ha brindado material valioso que hoy deseo poner a su disposición.
Saber escuchar es una herramienta fundamental en el oficio de escribir historias autobiográficas. Gracias a esta habilidad, nuestro trabajo se enriquece con relatos más complejos, vívidos y detallados. Pero, ¿cómo saber si realmente sabemos escuchar? Considero que esta es una pregunta clave.
Saber escuchar no se trata solo de oír las palabras que alguien dice, sino de estar presentes de verdad. Implica prestar atención sin pensar en lo que vamos a responder, captar el tono emocional, los silencios, lo que se dice y lo que se insinúa.
Escuchar bien es dejar espacio a la otra persona para expresarse sin interrupciones innecesarias, mostrando interés genuino por lo que está compartiendo. Es un acto de respeto, empatía y concentración que va más allá de lo técnico y se convierte en una forma de conexión humana.
En este contexto surge un dilema: interrumpir al cliente para aclarar una duda podría desconcentrarlo y hacerle perder el hilo de sus pensamientos. No hacerlo, en cambio, conlleva el riesgo de que olvidemos la pregunta o que la aclaración necesaria nunca llegue.
Una posible solución es anotar la duda en una libreta para plantearla más adelante. Sin embargo, esto también puede generar distracciones, tanto para el cliente como para nosotros. Por eso es importante no solo saber escuchar, sino también evitar distracciones y mantenernos atentos al trabajo que estamos realizando.
Mientras el cliente habla, nuestra atención visual suele centrarse en el teclado, aunque es necesario intercalar miradas directas que refuercen la percepción de nuestra escucha activa. Las pausas del cliente, motivadas quizá por la evocación de recuerdos emotivos, representan momentos estratégicos para aclarar términos o frases ambiguas.
La atención al discurso del cliente exige un proceso de concentración mental sostenida. La capacidad de escuchar activamente requiere entrenamiento continuo, pues muchas veces no somos conscientes de nuestras limitaciones en este ámbito.
La anécdota compartida por un amigo ilustra vívidamente la importancia de estar plenamente presentes en la comunicación: “Te estoy hablando, pero veo que no me estás poniendo atención”.
La experiencia profesional ha demostrado que la escucha activa es un pilar esencial en la elaboración de historias autobiográficas. Va más allá de simplemente oír las palabras: implica comprender el contexto y captar la carga emocional que las acompaña. La interacción con los clientes se convierte en un verdadero laboratorio para perfeccionar esta habilidad, lo que nos permite construir narrativas más auténticas, coherentes y cargadas de significado.
La escucha activa es una competencia que exige práctica deliberada y concentración constante. Su desarrollo se relaciona directamente con nuestra capacidad para crear historias más profundas y significativas para quienes confían en nosotros.
Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista
Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.
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