La marca que gana: percepción, poder y posicionamiento
En política, el contenido es poder… pero solo si impacta, persuade y se recuerda. No basta con tener buenas propuestas ni con repetir discursos bien intencionados. Lo que realmente genera votos no es lo que se dice, sino cómo se percibe.
Porque en este campo, trabajamos con percepciones, no con verdades absolutas. Lo que el ciudadano percibe, eso es su realidad. Y la política moderna no se disputa en la realidad objetiva, sino en la mente del elector.
La percepción es más poderosa que la evidencia. Y quien no lo entienda, pierde elecciones.
La imagen como poder estratégico
La imagen no es un accesorio. Es una herramienta, un recurso, un proceso, un método. Y en política, es una estrategia de poder. No está diseñada para “verse bien”, sino para abrir camino, competir, influir y gobernar.
Esa imagen se construye sobre tres pilares fundamentales: apariencia, comunicación y comportamiento. Es la suma de cómo luces, cómo hablas y cómo actúas. Es lo que queda cuando tú ya no estás en la sala: una fotografía emocional que se instala en la mente del elector.
Ahora bien, lo que cae en las encuestas no es la imagen como tal, sino la percepción de una variable de esa imagen. Por eso, medir percepción no es lo mismo que trabajar en imagen. Una cosa es detectar lo que el ciudadano siente, y otra muy distinta es diseñar lo que queremos que sienta.
Todos somos marca (y el que no lo entienda, pierde relevancia)
Cada actor político es una marca. Una marca en disputa, en construcción, en evolución constante. Si tú no defines tu marca, alguien más lo hará por ti. Y ese relato puede no ser justo, ni favorable.
La marca se construye estratégicamente, desde adentro hacia afuera. Tiene componentes visibles, pero también invisibles: valores, trayectoria, emociones, legado. Una marca sólida requiere tres cosas: Trayectoria para generar reputación, reputación para ser confiable y comunicación para ser visible, elegible y recordado.
Sin trayectoria no hay reputación, y sin reputación no hay marca.
Y no olvidemos que la marca política debe tener contemporaneidad. Campaña tras campaña, elección tras elección, reto tras reto, debemos actualizar sus códigos para mantenerla vigente. Eso es branding: el arte de mantener viva la marca, cercana al ciudadano, alineada con los tiempos.
Posicionarse o desaparecer
El posicionamiento político es lo que te permite ocupar un espacio único en la mente del ciudadano. Es el atajo mental por el cual alguien piensa en ti cuando piensa en una solución, una causa o una esperanza.
El posicionamiento se logra por tres vías: De forma natural (trayectoria, carisma, contexto). Por terceros (medios, líderes de opinión, adversarios). Por trabajo (branding, estrategia, comunicación).
Lo que no se diferencia, no se elige.
Por eso, tu marca debe tener atributos únicos, relevantes y valorados. No basta con parecer competente. Hay que ser percibido como confiable, auténtico, cercano y capaz.
¿Qué hace fuerte a una marca política?
Los atributos más valorados por el elector hoy son: Confianza, Empatía, Escucha, Liderazgo, Autenticidad, Integridad, Humildad, Capacidad, Solvencia.
No se trata de simularlos, sino de serlos, cultivarlos y comunicarlos. Porque en política, el producto eres tú. Y pensarte a ti mismo como marca es el mayor acto de responsabilidad profesional y personal.
Tus circunstancias, tu historia, tus heridas, tu propósito: todo lo que te ha traído hasta aquí puede ser transformado en valor agregado si sabes comunicarlo bien.
El método estratégico
Para construir una marca política efectiva hay que responder preguntas poderosas:
¿Por qué haces lo que haces? ¿Qué te mueve? ¿Qué causa estás dispuesto a encarnar?
¿Qué huella quieres dejar? ¿Qué te hará inolvidable para los tuyos y para tu comunidad?
¿Qué te hace diferente? ¿Qué sabes hacer como nadie? ¿Qué ofreces que nadie más puede ofrecer?
¿Quiénes son tus públicos meta? ¿A quién debes hablarle? ¿Quién debe recordarte para votar por ti?
¿Cuál es tu narrativa? ¿Qué propuesta vas a ofrecer que conecte con sus emociones y sus aspiraciones?
¿Qué canales vas a usar? ¿Dónde están tus electores? ¿Dónde consumen información? ¿Dónde sienten confianza?
No para imitarlo, sino para diferenciarte con inteligencia.
Este es el mapa: investigo, defino estrategia, estructuro el plan de branding, comunico, mido, evalúo, corrijo.
Porque en el nuevo ciclo político, la improvisación ya no tiene espacio. El liderazgo político que viene será más humano, más estratégico, más auténtico. Y quienes logren articular una marca sólida, emocional y diferenciada, serán los que accedan al poder… y lo usen para transformar vidas.
Tu marca es tu legado. Tu historia bien contada es tu poder. Y tu posicionamiento es la llave para abrir la puerta del futuro político que mereces.
Alberto Rivera
Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.
Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.
Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.
Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.
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