Altamira, Tamaulipas. - En medio del abandono de colonias populares, calles intransitables, alumbrado público deficiente y una creciente percepción de inseguridad, el alcalde de Altamira, Armando Martínez Manríquez, se aferra a construir una obra faraónica que ya ha costado más de 112.4 millones de pesos solo en su cimentación.

Se trata del llamado Complejo Integral Multidisciplinario de Altamira (CIMA), una construcción de más de 7,500 metros cuadrados que el gobierno municipal promueve como una “obra emblemática”, cuando en realidad representa un despilfarro millonario completamente alejado de las necesidades reales de la población.

Lo más alarmante es que el gobierno ya planea invertir otros 100 millones de pesos en una segunda etapa, elevando la inversión total a más de 200 millones de pesos en plena crisis de servicios públicos. El propio alcalde presume que esta primera fase —que incluye apenas cimentación, estacionamiento y estructura— está por concluir, mientras muchas banquetas siguen inservibles, las calles se deterioran cada vez más y la recolección de basura presenta constantes fallas.

La administración de Armando Martínez intenta vender esta obra como un símbolo de transformación, pero la realidad en las calles de Altamira muestra un municipio rezagado, con demandas sociales apremiantes que han sido completamente ignoradas.

El proyecto, de dimensiones faraónicas, parece estar diseñado más para engrosar el currículum político del edil que para atender las verdaderas necesidades de la ciudadanía. ¿De qué sirve construir un centro para 4,200 personas si miles carecen de servicios básicos en sus colonias? Esa es la pregunta que muchos altamirenses se hacen, viendo cómo sus impuestos se pierden en proyectos de concreto que no resuelven su día a día.

Mientras tanto, Altamira sigue hundida en el abandono, y las prioridades del gobierno municipal parecen estar cada vez más lejos de la gente.