Soñé Iglesias antiguas
Hay quienes creen que un sueño puede tener cierto significado; otros, en cambio, no le dan importancia, porque todos los días soñamos algo sin que ello afecte nuestra vida cotidiana.
Lo que nos puede llamar la atención de un sueño es que se repita en más de tres ocasiones, o que sea un sueño diferente a todos los demás, solo así podemos llegar a suponer que nos está advirtiendo sobre un posible acontecimiento a futuro, a corto o largo plazo.
Hace tiempo tuve un sueño un poco extraño. Había llegado a un lugar que no conocía, apenas comenzaba a caer la noche cuando me sentí que caminaba por un patio muy amplio el cual conducía a varios caminos. Cuando decidí caminar hacia la derecha, pude ver una iglesia antigua, de gran altura y de una puerta enorme. La puerta estaba entre abierta, una pálida luz se alcanzaba a percibir desde afuera.
Me asomé por curiosidad para ver si había personas en el interior, pero no pude ver a nadie. No entré, en cambio preferí continuar por otro camino, hacia la izquierda. El camino me condujo a otra iglesia la cual tenía las mismas características que la iglesia anterior: era antigua, de gran altura y de una puerta enorme.
Esta vez tuve que abrir la puerta para ver si había alguien a quién poder preguntarle en qué lugar me encontraba. La sorpresa que me llevé fue que tampoco había nadie en su interior.
Seguí mi camino. El patio me pareció una especie de laberinto, donde cada entrada me conducía a una iglesia antigua. No entré a ninguna de las iglesias, aunque me quedé admirado de ellas. Al final del sueño regresé al mismo lugar por donde había iniciado mi recorrido. En eso desperté; podía recordar claramente todo ese sueño.
¿Qué significado podía tener mi sueño con iglesias antiguas?
Pasaron varios años desde que había soñado con esas iglesias, cuando dio la casualidad que conocí a un viejito con quien entablé una breve conversación en la calle. Después de unos días volví a encontrarme con ese mismo viejito. En esas dos ocasiones que vi al señor traía barba blanca; usaba un sombrero de palma; traía guaraches; su manera de vestir era con pantalón casual y camisa de manga larga.
Luego de estarlo viendo en más de tres ocasiones, me explicó que era sacerdote católico. No me causó gran sorpresa lo que acaba de decirme, porque sacerdote o no, el señor me había caído muy bien. Nuestra amistad fue creciendo cada vez que nos veíamos como amigos.
Después de un tiempo de conocerlo me dijo que si podía acompañarlo a León, Guanajuato. Esa invitación sí que fue una gran sorpresa, porque no me lo esperaba. Le respondí contento que por supuesto lo acompañaba. El padre me dijo que primero teníamos que llegar a San Luis Potosí porque no aguantaba tantas horas de viaje en autobús.
Cuando llegamos a San Luis Potosí el padre le dijo a un taxista que nos llevara a un hotel que se encuentra cerca de la central de autobuses. Una vez que llegamos al hotel solicitamos dos habitaciones individuales. Al día siguiente, por la mañana, el padre me dijo que primero iríamos a una iglesia, después de ahí a la central de autobuses para viajar a León, Guanajuato.
Por la mañana, antes de las nueve, tomamos un taxi. El padre le dijo al chofer a qué iglesia nos llevaría. Cuando llegamos al lugar pude ver una iglesia antigua, de gran altura y de una enorme puerta de madera. El padre me preguntó: “¿Quieres entrar o prefieres esperarme afuera?” Estuve a punto de decirle: “Me quedo a fuera”, en lugar de eso le respondí: “Entremos”.
Cuando llegamos a León, Guanajuato ya eran casi las seis de la tarde. Al día siguiente, por la mañana, toqué la puerta de la habitación del padre para preguntarle cuál era el programa del día. Él me contestó: “Antes de las ocho hay que pasar a la iglesia”.
Al salir del hotel nos fuimos caminando por una plaza hasta llegar a una iglesia que el padre nombró “Catedral”. Antes de entrar a la Catedral, me quedé viendo su estructura, era una iglesia antigua, de gran altura y de una puerta de madera muy grande. El padre me volvió a hacer la misma pregunta: “¿Quieres entrar o prefieres esperarme a fuera?”. También yo le respondí con las mismas palabras: “Entremos”.
En León, Guanajuato pude ver una plaza grande que nos conducía por varios caminos, todos ellos nos llevaban directo a diferentes iglesias antiguas.
En nuestro viaje de regreso, volvimos a llegar a San Luis Potosí, al mismo hotel. Al día siguiente por la mañana, el padre le dijo al taxista que nos llevara a cierta iglesia, el padre le dio el nombre. Antes de entrar a la iglesia, como si fuera una frase ensayada, el padre me preguntó: “¿Quieres entrar o prefieres esperarme afuera?”. Por su puesto que repetí lo mismo: “Entremos”.
El sueño que había tenido hace años donde me sentí que caminaba en dirección a varias iglesias antiguas, de gran altura y de puertas enormes ¿no será que mi sueño me advertía que llegaría a conocer iglesias antiguas por medio de un sacerdote?
Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista
Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.
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