El INAH recibe donación del archivo de trabajo de la arqueóloga Ana María Crespo (1938-2004)
Ciudad de México.- En la historia de la arqueología de la región centro-norte de México, la cual integra a los actuales territorios de Querétaro, Guanajuato, Zacatecas, Durango y otras entidades, Ana María Crespo Oviedo (1938-2004) destacó como una de sus principales exponentes, al producir un invaluable saber que, ahora, bajo la forma de acervos documentales, ha sido legado para consulta de las nuevas generaciones de investigadores e investigadoras.
Como parte de una emotiva entrega-recepción, familiares de la reconocida académica donaron 24 cajas con libros y documentos de trabajo a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH) y al Archivo Nacional de Arqueología (ANA) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), órgano de la Secretaría de Cultura federal.
Al encabezar el acto, el director general del instituto, Diego Prieto Hernández, agradeció esta entrañable acción a los hijos de la arqueóloga, Hernán García Crespo y René Crespo Oviedo, a quienes aseguró que “no existen mejores lugares para el cuidado de este patrimonio” que los dos repositorios citados, cuya sede es el Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México.
“Ana, con quien tuve la dicha de convivir en el Centro INAH Querétaro, siempre se preocupó por una visión multidisciplinaria de la arqueología, que no dejara de lado la divulgación; por ello, este acto adquiere una mayor relevancia”, expuso el antropólogo.
En su intervención, la coordinadora nacional de Arqueología del INAH, Martha Lorenza López Mestas Camberos, evocó a la arqueóloga como una investigadora de la región limítrofe entre las áreas culturales de Meso y Aridoamérica.
“Desde la academia, esta región ha sido vista como marginal; sin embargo, es gracias a la obra de arqueólogas como Ana María Crespo que eso ha empezado a cambiar, pues, ante todo se trata de un área sumamente compleja, en la cual, durante siglos, entraron en contacto grupos humanos diversos, nómadas y seminómadas.
“El hecho de que ahora seamos los receptores de buena parte de su trabajo nos permitirá conocer su forma de entender y practicar la arqueología, y lo que es igualmente importante: compartir ese conocimiento con los nuevos cuadros de investigadores que se forman, día con día, en estos archivos”.
Sobre los conjuntos documentales recibidos, los titulares de la BNAH y del ANA, Baltazar Brito Guadarrama y Adriana Espíndola Serna, respectivamente, detallaron que, de las 24 cajas, 14 serán resguardadas en el ANA y corresponden a documentos de trabajo: notas, mapas, tesis de grado de la arqueóloga y avances de sus investigaciones.
Las 10 cajas restantes agrupan a una biblioteca especializada en dicha región cultural, misma que suma publicaciones de índole arqueológico, antropológico o etnográfico, inclusive, incorpora libros centrados en sitios arqueológicos como Tula, en Hidalgo, El Cerrito, en Querétaro, y Tunal Grande, en Zacatecas.
En los próximos meses, adelantó Brito Guadarrama, ambos corpus pasarán por un proceso de expurgo, limpieza y catalogación, de la mano de especialistas en archivística, restauración y otras disciplinas.
“Lo que ahora entregamos al INAH -concluyó Hernán García- es la visión del mundo que, respecto a su profesión, tenía nuestra madre; pero para René y para mí es también el recuerdo de todas aquellas veces en las que, visitando algún país o cuando íbamos a ferias de libro, como la de Guadalajara, ella siempre procuró adquirir textos que le permitieran ampliar su visión sobre la región norcentro, a la que dedicó su vida”.
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