Malas decisiones
Todos los días, amigas y amigos, tomamos decisiones. Lo hacemos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos; unas son parte de una rutina, pero otras, tienen un significado esencial para el tipo de vida que llevamos o queremos tener. Las decisiones son adquieren, así, un valor tremendo porque el resultado de las mismas puede ser positivas o negativas. Se dice y, con mucha razón, que el único que no se equivoca, es aquel que no hace nada o que, como dicen en el rancho, nada de muertito.
Las decisiones pueden ser personales, como el tipo de ropa que usamos al ir a trabajar o a una fiesta; laborales, si acudimos a tiempo o, de plano, nos vale; familiares cuando decidimos brindar apoyo o no a alguien de la familia; pueden ser económicas, si decidimos invertir o guardar el dinero; políticas al apoyar a uno u otro candidato o, tan simple, no hacerlo. La variedad de las decisiones se toma, en la mayor parte de las veces, en contextos diferentes, unos llenos de presión y en otros en ambientes favorables.
PENSAMIENTO POSITIVO.
Nuestra mente esta entrenada para tomar decisiones en segundos. El problema es, o son, las circunstancias de cómo se toman. El caso típico es un accidente automovilístico: en el momento puede, se puede estar molesto, gritar o estar desesperado y hasta gritar o llorar, la cuestión es que se tienen que tomar decisiones rápido: salir del carro, ayudar a salir a alguien, llamar a protección civil. Regañar o gritar al otro conductor porque invadió carril o no hizo el alto correspondiente. ¿Qué hacer, pues, en esas circunstancias?
Y la cuestión es que, de pronto, hay bloqueos mentales. Recuerdo el caso de un amigo, falleció su mamá y me enteré ya por la noche, porque un amigo en común me llamó. Fui al funeral y, recuerdo, que al término le cuestiono: ¿Por qué no me avisaste? Casi no llego a tiempo; y, casi llorando me dice: es que no supe ni que hacer, estaba medio atontado. No lograba asimilar que mamá había fallecido.
El caso es que, recomiendan los expertos en comunicación, que debemos siempre mantener la calma y actuar conforme a un pensamiento positivo: pensar bien. En el caso del accidente, que no hubo algo que lamentar; en el caso del fallecimiento, no cuestionar, y si dar muestras de solidaridad, de cooperación y ayuda. Claro, siempre nos dicen que cada cabeza es un mundo y es imposible que todos pensemos y actuemos igual.
AGRESIVIDAD O MECHA CORTA.
Hay comportamientos difíciles de predecir. Y cuando los observamos decimos ¿Qué agresivo, es de mecha corta? Y el detalle es que las decisiones tienen consecuencias y a veces son tan trágicas, que al paso del tiempo se puede reconocer el error. Me viene a la mente el caso del matrimonio, padres de un pequeño, que agreden a una maestra: el motivo fue que el niño presentaba signos de un moretón, de que había sufrido un castigo o reprimenda física.
Las imágenes no dejan lugar a dudas de la agresión a la maestra, ni de la actitud tanto de la madre como del padre. Quiero pensar que lo hicieron por estar convencidos de que el niño había sido objeto de maltrato. La cuestión es la decisión que tomaron, la secuencia de los hechos es incuestionable: 1) Van a la escuela y agreden a la maestra; se conocen las imágenes, se hacen virales; 2) Acuden, los padres, a la fiscalía a poner una denuncia en contra de la maestra y ahí son detenidos.
La secuencia de los hechos es lamentable, para los padres, como para el niño y el resto de la familia. Ellos son detenidos, sometidos a juicio, vinculados a diversos procesos, el primero porque intentaron sobornar a quienes los detenían; el niño, hagan de cuenta, lejos de sus padres, en instancias gubernamentales hasta por 10 días, hasta que el DIF otorgó a sus abuelos la custodia.
DECISION EQUIVOCADA.
Los padres están en todo derecho de proteger a su hijo. Sin embargo, la decisión no fue la correcta. Debieron usar las instancias correctas, sea la escuela con las autoridades o poner la denuncia ante la autoridad correspondiente. Hagan de cuenta que decidieron hacer justicia por propia mano cayendo en un hecho que puede ser tipificado como delito. Ahora, el calvario de un juicio y la potencial sentencia que les puede fincar el juez… en tanto, el niño, no está con ellos consecuencia de la decisión equivocada.
Recuerdo que, en mis años de juventud, cuando leía las Selecciones, encontré un consejo: Antes de tomar una decisión, piensa un minuto. Y la verdad, es que a veces ni lo pensamos, nos aventamos como el borras al ahí se va.
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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