En Tamaulipas no es muy vieja la universidad pública; apenas a finales de los cincuenta del siglo pasado profesionistas distinguidos e inquietos (todos ellos y ellas egresados de la UNAM) tuvieron la iniciativa de reunir un puñado de talento y en locales prestados comenzaron a impartir cátedra de algunas disciplinas para formalizar el estudio de algunas carreras de nivel superior: Comercio y Administración en Tampico, Medicina Veterinaria y Zootecnia en Ciudad Victoria, Comercio Nuevo Laredo, etcétera.

Hubo otras, posteriormente que tuvieron el privilegio de iniciar sus actividades académicas en edificio propio y moderno por relaciones políticas de su promotores: Comercio y Agronomía Victoria, Ciencias de la Educación Victoria y oras más para arribar al segundo milenio del año 22.

En sus orígenes las escuelas y facultades tenían disposiciones estatutarias que acotaban la presión política de los porros (dícese porro al alumno que cree que con tan sólo inscribirse tiene derecho a titularse; ¡AH, y con honores).

Una de esas disposiciones internas fue que para tener derecho el alumno a ser Asambleísta, Consejero Técnico, Ayudante de Maestro o cualquier otra distinción semejante su promedio escolar debería ser mínimo de nueve en su último año y /o semestre. Y así creció la UAT con cierto prestigio académico, sino de primer mundo sí se defendía en el tercer mundo en que habitamos.

Presiones porriles entre los ochentas y noventas lograron construir una universidad que todavía hoy se desenvuelve en el caos académico, por más boletines sonrientes que siembren en los medios de comunicación alineados; por lo pronto los buenos promedios para destacar como alumno son historia.

Ahora lo moderno, en el año 2022, parece sorprendernos (al menos a su servidor); he apreciado un nuevo mercado laboral para el porro: el servicio público municipal por lo pronto en la capital del estado.

Se trata de caballeros entre los treinta y cinco y cuarenta y cinco años de edad (quizá algunos lleguen a los 50), que se conducen más o menos así: cuando están de pie miran a sus semejantes hacia abajo, separan las piernas de su eje como si tuvieran dolor en los testículos; su mirada melancólica (como si el servicio público no los mereciese), su andar con altas dosis  de energía (aunque ignora casi siempre hacia dónde se dirige), su trato hacia los empleados municipales despótico, en fin se trata de un servidor público de excelencia.

¿Cómo es que lograron ganar la elección correspondiente?; igualito que su patrón grande: con pura saliva prometiendo cambiar el mundo, prometiendo conseguir inversiones federales "cuantiosas", prometiendo resolver el problema del agua y los servicios público "en los primeros cien días de su mandato", prometiendo firmar de "inmediato" el contrato colectivo de trabajo de los casi 1,500 empleados del municipio; ninguna de esas promesas ha cumplido el nuevo equipo de gobierno; su energía transformadora de campaña se ha concretado en una severa y crónica modorra: pensaron que la realidad es lo que trae uno en la cabeza y no lo que esta FUERA DE TU CABEZA.

Percibo que autoridades de otros municipios (coincidentemente también de MORENA) no curten malas vaquetas y le disputan al señor Gattas el trono porril.

Una de ellas Nuevo Laredo, Pero de ello ampliaremos en próxima colaboración.

Evaristo Benítez Castro

Nació en Llera Tamaulipas el 26 de junio de 1948. Estudió una licenciatura en la UAT, donde fue catedrático de 1972 a 1980.

Fundador de la revista de la UAT, llamada EDUCIEN, que se publicó desde el año de 1978 a 1981. Ha escrito su columna Faena en Canal en diferentes momentos desde 1991: La Verdad de Tamaulipas, Noticias del Golfo (ahora El Cinco), El Mercurio, El Diario de Ciudad Victoria y El Expreso, además de diferentes portales.

Consejero Electoral del IETAM en los años 2006-2007; autor de 14 libros del tema político-electoral.