La colaboración que hoy les voy a compartir tiene el propósito de hacer una reflexión sobre la aportación a la filosofía que llegaron a hacer todos aquellos filósofos de la antigüedad que se preocuparon mucho por encontrar una respuesta al problema del ser, de la existencia, de lo real.

No tanto como para juzgar quién y por qué pensó en el agua, o en el aire, o en el fuego como principio de donde se derivaban todas las demás cosas.

Más bien, a mí se me ha ocurrido reflexionar, incluso, imaginar a cada uno de ellos esforzándose al estar pensando, al estarse quebrando la cabeza para llegar a una conclusión.

Puesto que a cada filósofo le tocó vivir un tiempo diferente, creo que también había una forma de pensar diferente, por lo tanto, su participación en la filosofía es de mucho valor.

Para una persona común, como yo, ahora sí que aplicando la ‘admiración’ o el ‘asombro’, estoy sorprendido por las ideas tan valiosas que aportaron cada uno de los filósofos y que han sido reconocidas en todas las épocas a partir de entonces.

Si no hubiera dado un filósofo el primer paso, dudo mucho que se hubiera dado el otro paso hacia la verdad, hacia la luz del pensamiento, hacia la luz de la razón.

De tal manera que en la lección IV “Ingreso en la ontología” del libro “Lecciones preliminares de filosofía”, de Manuel García Morente es un tema el cual trata del problema del ser: ¿qué es el ser?  Y ¿quién es el ser?

Según García Morente la palabra ‘ser’ significa, por una parte: existir, estar ahí; por otra parte, significa: consistir, ser esto o ser lo otro. (1)

Enseguida viene un ejemplo que es lo que le da sentido a esta explicación:

“Cuando preguntamos ¿qué es el hombre, ¿qué es el agua?, ¿qué es la luz?, no queremos decir si existe o no existe el hombre, si existe o no el agua o la luz. Queremos decir: ¿cuál es su esencia?, ¿en qué consiste el hombre?, ¿en qué consiste el agua?, ¿en qué consiste la luz?”. (2)

De las dos preguntas ¿qué es el ser? y ¿quién es el ser? Se derivan cuatro preguntas: ¿qué es existir? ¿quién existe? ¿qué es consistir? Y ¿quién consiste?

Estas preguntas pensadas filosóficamente o por los filósofos los han llevado a desarrollar sus pensamientos a tal grado de no darle un sentido práctico como lo podemos dar la mayoría de la gente común, por medio de una contestación natural, como, por ejemplo, a la pregunta de ¿Qué quién existe? La respuesta la encontramos de esta manera: esta lámpara, este vaso, esta mesa, los hombres, la tierra, el cielo, las estrellas, etcétera; todo ello existe.

Pero los filósofos van más allá de un realismo metafísico, o van más allá de una contestación natural, como fue el caso de los primeros filósofos griegos quienes realizaron enorme esfuerzo por discernir entre la existencia meramente aparente y lo que tiene una existencia real, es decir, una existencia en sí, primordial e irreductible a otra.

¿Cuál es la cosa o las cosas que tienen una existencia en sí? Los filósofos han dado las siguientes respuestas:

Thales de Mileto fue uno de esos filósofos que pensó que el principio de donde se derivaban todas las cosas era el agua.

Para Anaximandro el principio de todas las cosas era algo material que llamó: “apeiron”, indefinido, una cosa indefinida; “apeiron”, infinito o indefinido.

Para Anaxímenes fue el aire, el principio de todas las cosas.

Para Empédocles fueron los cuatro elementos de los cuales se derivaban todas las demás cosas: el agua, el aire, la tierra y el fuego.

Para Pitágoras fue el número la esencia última de todo ser, de los que percibimos por los sentidos. Las cosas son números.

Para Heráclito las cosas están en constante movimiento, siempre están cambiando, para él es el fluir de la realidad; es un devenir perfecto. No hay un ser estático de las cosas. Nada existe, porque todo lo que existe, existe un instante.

Y continúa la lucha por encontrar la solución al problema metafísico de ¿quién existe?, y ¿qué es lo que existe?

En la lección V sale en escena Parménides “el grande”, como lo llamó Platón. La metafísica de Parménides o el pensamiento metafísico de él según nos cuenta García Morente, fue quien empujó el pensamiento metafísico en una dirección hasta el día de hoy.

Este fue el apunte de hoy. ¡Nos vemos pronto!

¡Comparte la experiencia!

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(1). García Morente, Manuel (1979). “Ingreso en la ontología”, ver lección IV, pág. 50. Lecciones preliminares de filosofía, edit. Porrúa, S.A. México.

(2). Ibid., pág. 50

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.