Si un maestro de filosofía me preguntara sobre lo que he aprendido hasta este momento, lo más probable es que le contestara con otra pregunta: “¿en mi vida práctica o con respecto a la teoría?”

Un karateca profesional, por ejemplo, no se prepara para andar peleando en la calle, sino que aparte de su carrera, el karateca está preparado para tener control de su vida, para tener seguridad en sí mismo.

Algo parecido se me ocurre pensar, porque estoy aprendiendo filosofía para practicarla en mi vida personal, no la estoy estudiando para aprender a destruir, ni para aprender a enfocarme en lo malo del mundo.

Todo, por el contrario, estoy aprendiendo a saber cómo han usado la cabeza (por no decir la razón, ya que es la palabra apropiada en este caso) los grandes pensadores para traernos a la humanidad las respuestas de las muchas dudas que nos hemos planteado desde que el hombre comenzó a hacer uso de la razón.

Si, en cambio, el maestro me preguntara: ¿estás usando la razón? O, ¿estás usando la cabeza en tu vida diaria?

Le respondería, tal vez, con la siguiente respuesta:

“Me he puesto a lavar mi ropa; le he preparado una ensalada de frutas a mi madre mientras ella veía su novela preferida; me he puesto a limpiar mi cuarto, a limpiar mi computadora, a ordenar los libros: he comenzado a darle sentido a las cosas que están a mí alrededor.”

Y si mi maestro me hiciera otra pregunta, como, por ejemplo: “¿y por qué estás haciendo todo eso?”

Mi respuesta sería: “Son los efectos positivos de las lecturas sobre filosofía”.

¿No significa acaso la palabra filosofía amor al saber?

Si yo estoy practicando, ejercitándome en el amor al saber ¿no estoy hablando de ‘amor’? ¿no estoy hablando de ‘saber’, de ‘conocimientos’?

¿Qué persona que cree en el amor puede atreverse a recomendar la violencia? ¿Qué persona que lee sobre el amor se atreve a practicar la indiferencia?

¿Qué persona inteligente que ama el conocimiento puede recomendar la ignorancia, o a juzgar de mala fe, o a recomendar a hacer críticas destructivas?

Si en la búsqueda por conocer la verdad sobre las dudas que vamos teniendo por la vida, no nos está haciendo cambiar nuestra forma de pensar positivamente, entonces: o no estamos buscando correctamente, o estamos buscando desinteresadamente.

No se puede encontrar lo que no se busca. Yo, en lo personal, estoy buscando a través de la filosofía las dudas que tengo para poder encontrarle sentido a mi vida, para poder ser una mejor persona y si ese conocimiento, es decir, si por medio de la filosofía puedo lograr que mi espíritu se tranquilice, entonces ¿por qué no habría de dar testimonio y ser una persona gradecida?

El ejemplo más grande que nos han dado los filósofos desde Sócrates, Platón y Aristóteles, hasta los filósofos de los tiempos actuales, es que han aprendido a usar la razón; nos han traído las respuestas a la mano, ¡qué más podemos pedirles a ellos!

La luz de su razón está escrita en los libros de filosofía, habrá que beber de esa sabiduría para saciar nuestra sed de conocimientos, a saciar el hambre de aprender a conocer la verdad.

Este fue el apunte de hoy. ¡Nos vemos pronto!

¡Comparte la experiencia!

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.