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No pueden hacer lo que no saben o amar lo que no conocen…

Por: Rosa Elena González El Día Martes 14 de Enero del 2020 a las 22:36

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En estos tiempos muchos padres de familia se quejan de que sus hijos no usan los juguetes, no quieren integrarse a equipos deportivos o artísticos, que tampoco saludan, tienen poca serenidad y no aceptan ninguna responsabilidad.

Pero la culpa no es de los niños, simple y sencillamente ellos no pueden hacer lo que no saben, practicar lo que no se les enseña o amar lo que no conocen, aunque duela se debe reconocer que son los padres los que tienen que darse cuenta que son los guías y maestros más importantes para sus pequeños y en ellos está el que sus hijos cambien de actitud.

“No hace caso, es un berrinchudo, le tengo que dar lo que pide, ni siquiera juega con sus juguetes”, dijo una madre en cierta ocasión refiriéndose a su pequeño hijo de 5 años, y se le preguntó, ¿le has enseñado a jugar con ese juguete, te has sentado con él para explicarle y sepa por qué debe corregir su conducta o si es necesario ponerle una tarea física”, su respuesta fue, “No tengo tiempo, acaba con mi paciencia mejor que juegue y vea en tableta lo que quiera así me deja hacer mis cosas”, tristemente la joven madre no se da cuenta que justo ahí está el principal problema y que se debe corregir a tiempo.

¿Costará?, claro que costara tiempo y quizá hasta lágrimas pues cuando no se tienen bases el proceso de cambio no es de un día para otro, pero con dedicación, paciencia, fuerza de voluntad, amor y, en algunos casos, mano dura, es decir, no caer en los chantajes de los niños o por comodidad dejarlos a la deriva, se puede lograr y así se tendrá mayor probabilidad de que el día de mañana ellos caminen por el sendero del bien.

De nada sirve que les compren juguetes si no les enseñan a jugar con ellos, no nos podemos quejar de que nuestros hijos no les gusta participar en nada si desde pequeños no se les motivó para hacerlo o vieron la participación de los padres.

Por lo general los niños son el reflejo de la educación que tienen en casa, la atención que tienen en el hogar.

En otros tiempos, cuando la tecnología aun no nos consumía, los niños tenían otro comportamiento, eran más serenos, activos físicamente, responsables con sus tareas y sabían el valor del respeto, eran felices sin tanto aparato.

Sabían que su obligación era acudir a la escuela para estudiar pero aprovechaban el recreo para jugar con sus amigos, por lo general los varoncitos y niñas por separado, pero imperaba el respeto y si tenían mal comportamiento una llamada de atención era suficiente.

Al llegar a casa, después de comida la obligación era hacer la tarea antes de salir a jugar, de hecho era requisito para obtener el permiso y a veces realizar una actividad en casa apoyando al padre o madre.

Los niños salían a jugar con sus vecinos, en la cuadra, el barrio, todos se conocían y convivían, aunque en ocasiones tenían diferencias propias de la edad o algún juego siempre había arreglo, por lo general crecían siendo amigos para toda la vida.

Se tenía una hora determinada para ver programas de televisión, los chicos respetaban a sus mayores, eso de las rabietas era hasta desconocido pues poco se veían acciones negativas, se tenían sociedades más afables, bueno hasta se reunían para leer cuentos o contar historias, echaban a volar su imaginación.

Ahora los niños no saben ni quiénes son sus vecinos, no salen a jugar, no se conocen y por lo tanto tampoco hay lazo de amistad y solidaridad entre ellos, no le importa lo que le pase a uno u otro, los dispositivos móviles se han convertido en sus amigos íntimos, se enfurecen cuando los padres les reprenden y se han visto muchos casos donde le faltan el respeto a los padres o abuelos, hasta les amenazan o atentan contra ellos.

¿A qué viene todo esto?, pues a que quizá sea tiempo de parar un momento y si es necesario retroceder, regresar a los orígenes donde los padres y maestros tenían autoridad, que los niños no estaban idos en su celular sino que salían a jugar, conocían a sus vecinos, respetaban a sus mayores, cumplían con sus tareas y valoraban la amistad.

Urge que la nana o guía de los niños deje de ver la tecnología, se requiere que seamos más humanos, a veces los padres nos quejamos que no tenemos tiempo para darles tanta atención porque se tiene que salir a trabajar, aportar padre y madre dinero, pero la realidad es que para todo hay tiempo, no se requiere tiempo en cantidad sino de calidad,  y no hay nada más importante que darnos espacio para atender nuestra prioridad que no es otra cosa que convivir, educar y amar a nuestros hijos.

Claro que es bueno que existan los derechos de los niños pero también deben de saber que tienen obligaciones, es bueno que existan leyes para cuidar la integridad física de los pequeños pero debe haber más acciones para cuidar su condición emocional su sano crecimiento, que aprendan valores y valorar, respetar a sus mayores y tener una responsabilidad, no podemos estar sometidos a rabietas y caprichos, darles todo para luego darnos cuenta que no les dimos lo principal, un consejo a tiempo porque no les enseñamos a escuchar, o una reprimenda que el buen camino les pudo marcar.

Cuando sucede una tragedia todos opinamos pero la realidad es que poco nos aplicamos para que no se registren más acciones negativas con los niños o jóvenes, no es que seamos candil de la calle, cierto es que no podemos hacer oídos sordos cuando podemos ayudar, pero debemos empezar en el hogar para entregar al mundo gente de bien.

No es solo ir a la carrera a dejar los niños al colegio, se debe tener tiempo para, aunque sea una vez al mes, platicar con los maestros, conocer a sus compañeros, saber cómo es el comportamiento de nuestros niños fuera del hogar y si algo anda mal a tiempo corregir.

Tampoco es que se quiera que los niños andén jugando todo el día en la calle, en estos tiempos tampoco se puede, pero si es necesario que de perdido sepan quiénes son sus vecinos, que conozcan y respeten su entorno, crezcan felices.

Se requiere que el día de mañana cuenten de las aventuras que vivieron con sus padres, los consejos de la abuela, las reprimendas de una madre, los juegos con sus amigos, las historias que contaban y como lo disfrutaban, porque a cómo van nuestros niños sin saber del mundo más que a través de la tecnología, ausentes del resto, pues cuando sean mayores no tendrán nada agradable que recordar o evocar con felicidad.

Estamos fallando como sociedad, nos rebasó el tiempo, nos hemos relajado de más, luego cuando se registran acontecimientos lamentables a otros queremos culpar cuando la realidad es que de una manera u otra todos somos culpables porque es un hecho que los pequeños de hoy no pueden amar, respetar, hacer o tener el gusto por algo que no conocen.

Rosa Elena González

Es Licenciada en Relaciones Públicas. Ha colaborado con editoriales en El Mercurio.
Actualmente su columna Vida Diaria se publica en el Portal HOYTamaulipas y los periódicos La Verdad de Tamaulipas, Expreso, La Extra, La Voz de Tula, El Tiempo de Mante y Astronoticias, El Bravo de Matamoros y Canal 10

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