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Del verso de Xico a la prosa de González

Por: Alberto Rivera El Día Jueves 21 de Noviembre del 2019 a las 13:17

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Decía Mario Cuomo: “La campaña electoral se hace en verso, pero se gobierna en prosa”.

Era un 16 de febrero de 1985, New Haven, Connecticut, estaba casi a cero grados. Pero nada era más frío que el congelamiento que sentían los simpatizantes del Partido Demócrata de Estados Unidos, que pocos días antes había sido derrotado en las elecciones presidenciales.

Iniciaba el segundo periodo de cuatro años de Ronald Reagan, luego de ganar las elecciones por un imponente 59% de los votos, triunfo obtenido en todos los estados de la Unión Americana a excepción de Minnesota, la tierra del ex vicepresidente Walter Mondale su rival demócrata.

Había una gran expectativa en la Universidad de Yale, por la presencia del gobernador de Nueva York, el demócrata Mario Cuomo. Si alguien podía explicar a los estadunidenses que no habían votado por la reelección de Reagan qué podían esperar del futuro, sin duda era él. Y Cuomo pronunció allí un discurso que sigue resonando en nuestros días y sigue siendo citado por los interesados en política.

El gobernador, quien había ganado el cargo dos años antes, dijo que en ocasiones el deseo de triunfo de un candidato puede convertirse en un intento de complacer. Un intento no de ejercer un liderazgo, sino de simplemente ganar.

“El hecho desafortunado es que lo que es correcto en ocasiones no es lo popular, o, por lo menos, puede ocasionar que uno no resulte electo. Que el precio de decir lo que uno piensa sea el ser rechazado”.

“El problema de apegarse a principios es tener que explicarlos y, en esta era de propugnación electrónica, eso puede ser tedioso y frustrante. Uno debe comunicar su mensaje en trozos de celuloide de 28 segundos, cuando las imágenes son más convincentes que las ideas”.

La simplificación de los conceptos, dijo, conduce a los estereotipos. “Nos quedamos con caricaturas en lugar de candidatos”.

Explicó que él mismo se había enfrentado en campaña a la decepción de muchos de sus seguidores, quienes esperaban que se ajustara a la imagen que tenían de él. “Por eso empecé a preludiar mis discursos con una advertencia: lo que están ustedes a punto de escuchar puede no gustarles”.

Quizá habría que proponer un nuevo partido político, añadió, “el Partido del Sentido Común, cuya única plataforma fuera lo razonable”.

Y entonces expresó Cuomo la frase por la que es más recordado ese discurso en Yale: “La verdad es que hacemos campaña en poesía, pero cuando nos eligen nos vemos obligados a gobernar en prosa”.

Cuando se llega a gobernar, abundó, se entiende la diferencia entre hacer discursos y aplicar las leyes. “Es ahí cuando las nobles aspiraciones, las bonitas promesas y los lemas de campaña son torcidos hasta quedar irreconocibles o incluso rotos al tratar de ajustarlos a la cama procusteana de la realidad”.

(Procusto, hijo de Poseidón en la mitología griega, era un asaltante de caminos que ataba a sus víctimas a una cama y cortaba las extremidades de quienes estaban sobrados de estatura y jalaba, hasta sacar de sus coyunturas, las de quienes eran más bajos.)

“¿Hay alguna manera de evitar esa contradicción?”, se preguntó Cuomo. “¿Hay manera de zanjar la brecha de credibilidad entre lo que prometemos y lo que al final podemos realizar? Yo creo que sí. Uno debe comenzar por ser claro sobre aquello en lo que se cree, tanto en campaña como después, diciendo de la forma más directa y clara, una y otra vez, en qué consisten los principios de su política, que son su alma”.

Me he acordado mucho de ese discurso en estos días en que las promesas de la pasada campaña para la alcaldía de Victoria comienzan a ajustarse a nuestra propia cama de Procusto.

De repente, los proyectos ofrecidos durante el proselitismo electoral del hoy Alcalde de la capital del estado, Xico González,  comienzan a quedar grandes o cortos a la realidad y van siendo ajustados con poleas o serrucho.

Parece que al entonces candidato, hoy alcalde nuestra municipalidad Xico González, le faltó explicar cómo pensaba lograr lo que prometía.

En campaña, evitó decepcionar a quienes creyeron en él no hablando con claridad sobre lo que se podía y no se podía lograr. El problema que enfrenta ahora es la decepción causada cuando se dan cuenta que aquello que daban por hecho —construir una ciudad modelo, redefinir la vocación de Victoria, sanar la ciudad, acabar con el desabasto de agua, acabar con los baches, hacer obras de calidad, acabar con el amiguismo — quizá no llegue.

@Alberto_Rivera2

Alberto Rivera

Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.

Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.

Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.

Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.

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