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Sección: Editoriales / Escenario político

Facundo Cabral, el amor no muere con balas

Por: Marco Antonio Torres de León 11/07/2011 | Actualizada a las 22:30h
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FACUNDO CABRAL fue un poeta magistral, un juglar picante, un bardo con prosapia .
 
Proveniente de las marginadas calles oscuras de Argentina, en donde -de niño- dormía a falta de casa, cama y familia propia, Facundo Cabral fue mexicano por adopción.
 
Inmenso orgullo siento que su segunda patria haya sido México, a donde llegó en calidad de exiliado.
 
Este prohombre estaba llamado a ser un grande, un hombre inmensamente grande, un sabio de la tierra, de esos seres de piel, carne y hueso que YA NO EXISTEN, un espécimen único y exquisito.
 
Quienes lo conocieron de cerca, supieron que FACUNDO amó más a México que a su natal Argentina, porque Argentina solo le regaló hambre, dolor y pobreza marginal y extrema.
 
México en cambio lo reivindicó y le ayudó para descubrir su capa de artista con estatus Universal.
 
Quizá por ello es comprensible que los guatemaltecos sientan ardiente verguenza que un ícono como él, hombre de paz, hombre de bien, sencillo, culto, docto y relator de los avatares de la vida común y que gustaba reírse a carcajadas de sí mismo, haya muerto en su país...
 
Pero la verdad, no tienen los guatemaltecos nada qué temer. Nadie los juzga ni los juzgará.
 
Si su muerte ocurrió allá, fue un hecho meramente circunstancial.
 
Pero se agradece el detalle del guatemalteco bueno de dar al mundo una explicación no pedida; esto habla del dolor que este pueblo siente.
 
Por otro lado, tal pareciera que en el tiempo de hoy, al amor se le mata con balas.
 
Afortunadamente al amor nadie lo matará jamás.
 
El amor lo creó Dios de una buena vez y para siempre.
 
Lo mismo que a Facundo le ocurrió, le sucedió a Jesucristo, aunque por supuesto, tenemos bien guardadas las proporciones en esta simple comparación.
 
E igual, lo mismo les ha ocurrido a tantas y tantos mujeres y hombres buenos que existen en la tierra.
 
Estamos seguros que GUATEMALA como patria es buena, como MÉXICO también es bueno.
 
Más malos son sus hombres, por suerte, son una minoría; aunque bastante perniciosa.
 
Me honro al platicar que conocí a Facundo Cabral en el Teatro de la Paz, en San Luis Potosí, una noche del año 1990 después de un concierto.
 
Ibamos el periodista Roberto Díaz Monjarás y un servidor a oírlo, con ánimo de entrevistarlo, en un trabajo periodístico hecho por pedido.
 
Los dos nos quedamos pasmados por su grandeza.
 
No sé quien lo gozó más, si Roberto Díaz o yo.
 
Pero ambos salimos embelesados del teatro de la Paz, cuando casi daban las 12 de la noche.  
 
Y es que su voz era como la de un ruiseñor.
 
Pasaron muchos  días, más de diez  y aun escuchábamos en nuestros oídos la impactante voz de paz, amor y reflexión que lograba transmitir este hombre, que por aquéllos años nos hablaba de una extraña enfermedad que lo asolaba y que lo hacía dudar sobre si Dios existía.
 
Aun así nos hablaba de Dios.
 
Desde aquél año 1990 conocí que existían poetas en la tierra.
 
Hubieron de pasar –desde aquél año hasta hoy- 21 años para que aquél juglar muriera.
 
Ahora bien, perdónenme quienes comparan pero jamás cometeré el error de compar a Facundo Cabral con John Lennon.
 
Aquél era un cantante, sí, proveniente de la clase media inglesa; pero a la vez fue un fatuo y bobo muchachón imberbe ( en sus inicios) y un conspicuo bebedor y vicioso empleador de marihuana cuando le entró la cosquilla de cantar.
 
Era un simple rebelde inglés, con las flaquezas propias de cualquier mortal.
 
Pero su profundidad de pensamientos le llegó muy tarde, hasta cuando sintió el vacío que produce una fama adquirida mal llevada. Hasta entonces habló de amor y paz.
 
Facundo Cabral en cambio habló de justicia por necesidad. Vivió el dolor de la pobreza y vio morir a algunos de sus hermanos de hambre, o sea de inanición.
 
Por esa razón es que Facundo Cabral fue un hijo de la vida.
 
Fue un artista, un poeta que estaba obligado a trabajar por pura y absoluta necesidad.
 
Pese a todo lo aquí descrito acerca de su vida, nunca a Facundo Cabral, hasta sus 72 años, se le oyó renegar de los días en que él y sus hermanos sufrieron por hambre.
 
Hasta aquí con el tema de FACUNDO CABRAL.
 
El alcalde del Mante, doctor HUMBERTO FLORES DEWEY avanza fuerte y decidido, en su productivo plan de reforzar y engrandecer Al municipio que le toca gobernar.
 
Con esquemas de ayuda social, como corresponde a su perfil humanista, tanto de él como de su señora esposa, la doctora ANABELL GARZA DE FLORES, el doctor atiende uno y mil puntos de su agenda diariamente.
 
El doctor está presente en todo rincón del municipio y si no puede ir él, manda emisarios a que estén cerca del pueblo; pero nunca los manda con las manos vacías.
 
Para el doctor siempre hay algo qué donar o regalar, pues es un político hecho –por herencia de sus padres- en la cultura de servir hasta el cansancio.
 
De él se puede decir, gusta usar diariamente la bella frase “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
 
Es por eso que HUMBERTO FLORES se autonombra siempre como “el primer empleado de los mantenses”.
 
Su carrera política la sobrelleva con valentía en tiempos difíciles. Le gusta la honestidad y la conducta intachable, aunque algunos de sus colaboradores (sobre todo los de tercero o cuarto rango) insistan en fallarle y no logren comprender que están para atender a la comunidad, con atingencia y rapidez.
 
Por suerte el doctor Humberto tiene entre sus colaboradores a gente realmente valiosa y muy bien preparada como SANTIAGO HERNÁNDEZ y HAROLD MEADE, del área de Comunicación Social, dos periodistas de carrera que conocen el secreto de levantarse muy temprano para hacer del día un día productivo y no un día cualquiera.
 
Ambos son gente que no le falla al doctor, por eso se han ganado su confianza. Chago, como cariñosamente se le conoce, siempre está atento a cualquier asunto delicado que tenga qué tratarse y tiene las palabras y actitudes necesarias para resolver problemas.
 
Ellos son junto al tesorero Municipal MARIO OBREGÓN y el contralor JULIO CÉSAR LARA TORRES de sus gentes más productivas.
 
A la zona temporalera al mismo tiempo, el doctor Humberto le ha dedicado especial atención y no la abandona aunque se diga lo contrario.
 
Está metiendo programas que ayudarán a combatir la pobreza, la marginación, sobre todo a raíz de la llegada del huracán venido a menos, Arlene; además está incentivando la productividad en todos los renglones, con fines claramente integracionistas.
 
Bien, por ahora es todo, hasta mañana.
 
Aunque antes de irnos diremos que PABLO GONZÁLEZ LEÓN es un político y funcionario cuya imagen sigue creciendo como la espuma, ante el espanto de otros.
 
Y es que PABLO GONZÁLEZ LEÓN, aparte de ser un funcionario útil y de buenos resultados, que sabe ser agradecido con quienes lo han impulsado en su brillante carrera política, es un joven político que usa –como regla básica- el trato directo con el pueblo, algo que gusta a todo mundo.
 
Y contrario a otros políticos que se sientes divos, y que mandan a sus supuestos jefes de prensa a hacer invitaciones indirectas, selectivas y facciosas a sus simples eventos “graduaciones escolares”, Pablo González lo hace de forma abierta, respetuosa y gentil.
 
Por eso aquéllos no tocan tierra.
 
Recurren a esquemas aprendidos en el pasado, desde los tiempos demoniacamente Gamundianos, en donde se prefiere  apostar por la fría e insensible  mecánica de hacer sumatoria de grupos (aunque todos sean del PRI) antes que por el trato humano, cálido y  cercano al pueblo.
 
Pero ¡!ohh equivocación!!
 
Con EGIDIO TORRE CANTÚ no se juega.
 
El actual gobernador no es como el pasado charlatán y vicioso ex mandatario llamado EUGENIO, a quien persiguen los fantasmas de culpa y conciencia, por sucesos ocurridos en su sexenio por ahora impublicables.
 
Por eso Tamaulipas quedó como quedó, de cabeza.
 
Por cierto, ¿En dónde está Eugenio?
  Bien, es todo por hoy.

adadasdas
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