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Las enseñanzas de un Maestro

Por: Clara García Sáenz El Día Domingo 18 de Noviembre del 2018 a las 16:13

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Con motivo de la visita a la Universidad del Doctor Gerardo Lara Cisneros preparé un texto de bienvenida para presentarlo en la conferencia que impartió en el auditorio de la Unidad Académica de Educación y Humanidades. Así que empecé a recordar algunos detalles de su vida y su trabajo cuando estuvo en Tamaulipas.

Alguien me contó, que cuando le dijeron al Doctor Gerardo en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM que había sido elegido para que viniera a Ciudad Victoria a fundar y coordinar la carrera de Historia; él, joven becario con grado de maestría no le pareció una idea del todo fabulosa.

Imagino que, como buen mesoamericano, le pareció la chichimeca un territorio hostil, pero como buen apóstol de la ciencia histórica, aceptó el reto. Todavía lo recuerdo lidiando entre los laberintos burocráticos de nuestra bendita Universidad y su dulce referente de la UNAM.

Si ahora es difícil inocular la pasión por la historia en Tamaulipas, imagínense hace 14 años. El entonces Maestro, vino y diariamente peleaba con medio mundo por la Historia, su enseñanza, por su investigación y por su difusión.

De este lado, aquí en la UAT, muchos esperaban que la UNAM mandara a un experto académico y de gran currículum para que viniera a librar esa batalla, y la decepción fue grande cuando llegó el joven Gerardo; sin embargo, su currículum era más amplio que cualquiera que se dijera historiador en esta ciudad. Así que su autoridad académica rápidamente empezó a dar frutos.

Tuve la fortuna de ser su alumna en la maestría en Historia, como lo fue también la mayoría de los profesores de la actual planta docente de la licenciatura en Historia, pero doble fortuna fue para mí que dirigiera mi tesis. Con mano dura académica, de la que muchos intentaban escapar, formó con dedicación durante 6 años las primeras generaciones de alumnos de esa licenciatura.

Jesús Hernández Jaimes, otro compañero que había venido de la Ciudad de México a impartir clase, decía “lo que yo más admiro de Gerardo es la facilidad que tiene para relacionarse con sus alumnos fuera del salón de clase, a mí eso no se me da”. Y es que afuera era muy amable, solidario y siempre dispuesto a responder dudas.

Hombre crítico, excelente catedrático, investigador disciplinado, incisivo con sus alumnos para que diéramos lo mejor, incómodo en el comentario, gran conversador, hombre culto y universitario hiperactivo.

Siempre he creído que un maestro merece seguir siendo llamado maestro cuando su ejemplo y enseñanzas resisten el paso del tiempo, cuando seguimos aprendiendo de él o lo que aprendimos, ya sea una frase, un consejo, una acción nos sirven para continuar viviendo y este es el caso de mi maestro Gerardo, porque muchos de sus consejos y críticas académicas que en diversos momentos pusieron a prueba mi humildad académica, hoy siguen vigentes y estoy segura que también en muchos, que entonces, fueron sus alumnos.

Cuando se fue, dejó la vara muy alta y tuvimos que llenar con nuestra escasa experiencia las tareas por él emprendidas. La plantita que nos dejó encargada la seguimos regando, sigue creciendo y sigue dando frutos con todos los jóvenes que no tuvieron la suerte de ser sus alumnos, pero que aman la Historia; ellos son la cosecha de lo arduamente sembró por su paso en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, su casa, donde se le quiere y se le debe mucho de lo que somos. En él se cumple aquello de que un buen maestro, siempre será un gran maestro.

E-mail: claragsaenz@gmail.com

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