Nadar de muertito

Alejandro Ceniceros es un político. Y por ser tal, debiera ser calificado como todos los políticos: que engañan, que manipulan, que son corruptos. Se puede recordar que, en un principio, se le tildo de ser u diputado golondrino; porque sin vivir en Tamaulipas fue, hace tiempo, convertido en diputado local. Ahora es, prácticamente, el dueño del PT en Tamaulipas. Es nuevamente diputado local y, califica, a buena parte de sus colaboradores, de nadar de “muertitos”.
 
La sabiduría popular es, ante todo, muy sabía. Eso de que, camarón que se duerme se lo lleva la corriente, tiene mucho sentido; pero también, hay contrapartes, como eso de “nadar de muertito”, es decir, no hacer nada, dejar que las cosas por inercia sigan un curso. En pocas palabras, en política, nadar de muertito significa no tomar decisiones… esperar hasta el último momento.
 
Cuando el PRI era fuerte, por el presidencialismo mexicano, “nadar de muertito” era una regla de la política mexicana. Decía Rubén Figueroa, como cacique de Guerrero cuando era gobernador: “quien se mueve no sale en la foto”. Y efectivamente, quien se movía, sufría el castigo del “poder político”. Moverse, es decir, hacer campaña o proselitismo abiertamente, era perder una candidatura, desde presidencial, a gobernador, diputación o alcaldía.
 
Nadar de muertito es una estrategia de quien, como político o servidor público, no quiere comprometerse. Y la acusación de Alejandro Ceniceros no puede soslayarse: pone de ejemplo iniciativas que ha presentado; que fueron turnadas a Comisiones y que, de acuerdo al reglamento, tienen un plazo perentorio para hacer un dictamen: si va o no va al pleno. En este caso, reclama, que ya paso el tiempo y no resuelven. No trabajan, dice, se la llevan de “muertito”.
 
La Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos expresamente establece que la “omisión” en el cumplimiento de una facultad o atribución es una falta o delito de los servidores públicos. En este caso, si los diputados no toman decisiones en tiempo y forma, debiera el diputado recurrir a esa ley. Lo importante es que, si no cumplen, pues balconearlos; para fortalecer mas y mas la imagen que tienen los diputados de que no trabajan y si bien que cobran.
 
“Nadar de muertito” no ayuda a nadie, ni siquiera a quien lo practica, porque a la larga, sufre las consecuencias de su “inmovilismo”. El gobernante, el líder, el político, el servidor público, no puede nadar de muertito; si lo hace, conlleva el riesgo de consecuencias sociales incalculables. La acusación de Alejandro es válida: ¿Qué dicen al respecto Lupita Flores y Antonio Martinez Torres?, la primera lideresa congresal y el segundo Presidente de la Comisión de Gobernación.
 
CONTRAESQUINA.
 
Egidio Torre Cantú como Mónica González no ocultan su satisfacción. Tamaulipas, afirman, tuvo un repunte extraordinario en turismo en Semana Santa. Los cálculos hacen establecer que hubo un incremento en un 12% en relación al año pasado. Lo que indica, en todo caso, que Tamaulipas repunta en turismo.
 
Miguel Ángel Valdez, rector de la ULSA-Victoria, no tiene empacho en hacer un pronóstico, que significa un reto para la educación superior: “Tanto universidades públicas como privadas tenemos el reto de darle lugar a los jóvenes que están demandando educación superior, pues de acuerdo con el crecimiento poblacional, de aquí al 2030 se va incrementar la demanda en un 70 por ciento, de jóvenes en edades que oscilan entre los 19 y 25 años”.
 
Jorge Abrego Adame, el Secretario de Administración, plantea un “deber ser” para el gobierno estatal: aplicar un plan cazatalentos, es decir, para buscar que toda persona que ocupe un cargo en el gobierno, cumpla el perfil que el desempeño exige. El hombre o mujer para el puesto, y no al revés: crear el puesto para el titular, siguiendo la estrategia del compadrazgo o el nepotismo.
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