México, (Notimex).- Durante una de las conducciones de Belia Kelly en la desaparecida Kosmo 103 de la Frecuencia Modulada (FM), ella deseaba al radioescucha que tuviera un buen día y, al mismo tiempo, un hombre se arrojaba desde el piso 40 de la Torre Latinoamericana en el Centro Histórico de esta ciudad.

Es uno de los fuertes conflictos a los que se enfrenta el locutor cuando está al aire, pues la mayoría de la audiencia sintoniza la radio con el propósito de pasar un rato agradable escuchando música o la información de sus artistas favoritos, pero no que alguien, justo en ese momento, tiene la intención de suicidarse.

“Mientras yo estaba en plena transmisión, vi pasar a varios rescatistas que planeaban salir por la ventana de la cabina porque un cuate se aventó desde el piso 40 y cayó en el 38 justo en el letrero que dice ‘Seguros Latinoamericana’.

“Era un suicida y quería volverse lanzar. Fue muy impactante porque en medio de ese panorama, yo tenía que continuar mi programa dándole los buenos días a la gente y recomendándoles que disfruten la vida”, relató Belia Kelly en entrevista con Notimex.

En otra ocasión, anunció que regalaría boletos para el concierto que por primera vez Madonna ofrecería en México. Pero advirtió que no lo haría de la manera convencional, a través de las llamadas telefónicas, sino que al día siguiente los lanzaría por la ventana del rascacielos.

“Eran las 12 del día y ya empezaba a haber mucha gente concentrada abajo, parecía marcha. Al asomarme vi hasta patrullas y pensé: ‘pues ahora lo cumplo’. Mientras todos miraban hacia arriba arrojé los boletos y la gente comenzó a correr entre los coches. Debido al viento, acabaron en el techo de Bellas Artes o del Teatro Hidalgo”.

Así era Belia Kelly cuando trabajaba como locutora. Fue la comunicadora irreverente, la que abordó otro tono al momento de hablarle a la audiencia, siempre rompió las reglas y cada día se las ingeniaba para sorprender a sus fieles radioescuchas, pero siempre ofreciendo algo propositivo.

En 1979 inició su carrera en este medio de comunicación. La música que sonaba provenía de los discos de vinil de 33 RPM (revoluciones por minuto) y de 45 RPM que se reproducían en las consolas. Eran los días en que era común ponerle alcohol al disco para que no sonara el scratch. Todo era muy artesanal, asegura.

Para 1989, sonaban con fuerza las estaciones Rock 101 y 96.9 WFM que le hablaban a los universitarios. Ella era una de las conductoras en Kosmo 103 que se dirigía a los de preparatoria. Le hablaba a aquellos que estaban descubriendo a The Rolling Stones y la discografía de Aerosmith.

Tener a dicha audiencia era una gran responsabilidad para Belia, pues debía dar buenas recomendaciones a los adolescentes que a esa edad, dice, “no saben ni lo que quieren”.

“Si hacía un programa especial de un grupo Queen tenía que explicarle a la gente qué había detrás en la vida de cada uno de sus integrantes, cómo inició el sueño o por qué se atrevieron a dar el salto. Era una manera de decirles que también alcanzaran sus sueños, que se atrevieran. Se trataba de hacer una radio de contenido, de dejar algo a la gente”.

La ex locutora recuerda que en ese tiempo ella ponía los discos y mezclaba. “Viví la época en que todo era de mucho feeling y siempre tenía la libertad de programar mi espacio, me dejaban ser. Ahora es la era de editar con el mouse, y ya tienes todo: los pro tools y los programas”.

El locutor, dice, es el cómplice del radioescucha y la radio su acompañante de todos los días. “Te bañas con el radioescucha y te vuelves parte de su vida”, subrayó.

Belia Kelly estudió comunicación y tiene licencia de locutora, la cual antes era obligatoria, ahora ya no se usa.

“En los ochentas, la Ley General de Radio y Televisión era muy observadora con lo que había al aire. Para sacar la licencia lo hacías a través de la Secretaría de Educación Pública y tenías que presentar un examen en varias fases. Uno era de idiomas; además, tenías que conocer las reglas ortográficas del francés, inglés, alemán, italiano para pronunciar correctamente el apellido de un canciller.

“Había otro examen. Era de improvisación en cabina para analizar manejo del lenguaje y ritmo. Otro era de información general, te daban un librote y tenías que conocer de geografía, historia y del mundo, te pedían ser una persona culta”, apuntó.

Durante su estancia en la radio se topó con todo tipo de personalidades, las agradables y las no tanto.

Una mala experiencia la vivió con el rockero argentino Miguel Mateos. “Llegó muy agresivo y despectivo a la entrevista. Le dije: ‘espérate, vienes a México a hacer promoción de tu disco y creo que mi auditorio merece respeto, ¡salte de mi cabina!’. Así era mi tono. Él llegó muy grosero de hazme las preguntas y ya me quiero ir.

“Entiendo que el periodista tiene la orden de cubrir y pasar la nota a la hora que sea, pero también merece respeto y nosotros lo buscábamos. Si me invitaban a una conferencia a las tres de la tarde y a las cinco el artista no llegaba, pues te sales y no publicas”.

Relató que, incluso, las disqueras le llamaban para decirle que le obsequiaban 10 boletos de tal artista para que los diera a su auditorio, “pero yo les respondía: ‘¿Toda la publicidad que le vamos a hacer a tu evento por 10 boletos?, cuando a mí me escuchan 10 mil o 50 mil personas’ Es una lucha que sigo haciendo para enaltecer la importancia de la radio”.

Subrayó que es un medio de comunicación muy noble. Llega a infinidad de personas a las que se debe respetar.

“En lugar de decirle al radioescucha: ‘vaquetón, looser, tú que eres desempleado, no seas flojo y levántate’, es mejor decirle: ‘ahorita que estás con tiempo libre, busca tomar clases de inglés o de computación; valdría la pena que consideraras esto en tu pan del día.

“Desafortunadamente, la falta de licencias nos llenaron el cuadrante de gente improvisada que no conoce el compromiso social de los locutores de radio. Hoy usan el doble sentido y creen que hacen ‘rating’ burlándose de la gente y diciendo groserías”.

Aunque mucho se ha dicho que la radio va a desaparecer ante el surgimiento de nuevas formas de comunicación y el acceso gratuito a las canciones a través de plataformas digitales, Kelly sostiene que nunca sucederá.

“La gente siempre regresa porque necesita la voz, el reporte vial, el buenos días o el chiste tonto del líder de opinión. Aunque haya Spotify, la radio necesita a un ser humano, al noticiero que te hable en tu idioma”.

En ese renglón, recuerda cuando en agradecimiento a su labor de todos los días, un grupo de fans le organizó una comida.

“Fue en los ochentas. Una niña me citó en el aeropuerto para que después, en mi coche, nos fuéramos a donde vivía y que no era de fácil acceso. Me llevaron a unos tiraderos de basura.

“La presidenta del club vivía ahí, me hicieron pollo con mole y arroz, fue un gesto increíble porque quizá era la comida de su familia en toda una semana; sin embargo, para ellos fue importante estar con la locutora del programa que les hacía feliz.

“No había selfies, me dieron cartitas, dibujitos y dulces. Regresé a mi casa pensando que lo estaba haciendo bien. Eso es lo que representa la radio, transformar vidas, a la gente y ser propositivo”, resaltó.

Debido a que su estilo era irreverente, la gente la imaginaba “de pelos parados, destroyer, con estoperoles y los pies arriba. Y es que le decía: ‘en este instante tengo los pies arriba de la mesa y no era cierto. También les comentaba que traía una torta cubana pero que la iba a meter en el cajón para que mi jefe no se dé cuenta que estoy comiendo.

“Los radioescuchas se imaginaban todo y hasta percibían el olor. Jugar con la imaginación era muy bonito. Al final, la gente te busca, te quiere conocer y muchos esperaban afuera de la estación. Yo siempre estuve en contacto con todos”.

Durante su estancia en la radio, Belia Kelly recordó una de sus “locuras”. “Era el último día de clases y les dije que metieran sus libros a la lavadora de sus casas y se sentaran frente a ella para verlos girar mientras escuchaban ‘School's Out’ de Alice Cooper. Muchas mamás llamaron para quejarse”.

Ella no es fan de la propuesta de Madonna, por lo que cuando tenían que programarse canciones de ella, siempre las quitaba cuando iban a la mitad.

“Les decía que ya era demasiado, pero había quienes me llamaban para reclamar porque la estaban grabando y yo me reía mucho. Tampoco era fan de Bee Gees, pero cuando hacía lo de Madonna, la gente me acusaba con mi jefe y mi castigo era la humillación de anunciar a los Bee Gees. Al final, todo era rating”.

Al presentar los temas, siempre les cambiaba el título. Por ejemplo, si se trataba de “Wish you were here” (Ojalá estuvieras aquí), de Pink Floyd, le ponía ‘Ya no la hagas de jamón, y ven pa’ acá’.

Algunos de los momentos tristes sucedieron cuando tuvo que dar la noticia de las muertes de Freddie Mercury (1991) y George Harrison (2001) o del ataque terrorista a las Torres Gemelas en Nueva York.

“Los fanáticos me hablaban por teléfono llorando y gritando. Me pedían que les dijera que no era cierto y tú tratas de consolarlos como si fueras alguien de su familia”.

Para 1991, Alfa Radio se convirtió en el competidor directo de Kosmo 103. Debido a que no logró superarlo en niveles de audiencia, ese año llegó a su fin para dar paso a otro formato conocido como "FM 103.3 Estereo" con el eslogan de "Fórmula Romántica".

“Ese día fue horrible, sentí que se me cortaban las alas de una manera impresionante. Me prohibieron despedirme porque si lo hacía ocurrirían tumultos afuera de la radio, como sucedió en su momento con Rock 101 y que fue un caso histórico. Les comenté que Kosmo 103 iniciaría con otro formato a partir de las 12 de la noche y que les iba a dar una pista.

“Le dije: ‘les dejo todo mi corazón, en algún momento nos vamos a reencontrar en otro lado. Puse ‘Bolero de Mastropiero’, de Les Luthiers y me fui.”

En la actualidad, Belia Kelly se desempeña como subdirectora comercial en NRM Comunicaciones que agrupa las estaciones Oye 89.7 FM, Stereo Cien 100.1 FM, Beat 100.9 FM, Enfoque Noticias 100.1 FM y 1000 AM, Sabrosita 590 AM, Radio Mil 1000 AM y La más perrona 1410 AM.