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Al primer priísta de la nación...

Por: David Vallejo El Día Domingo 04 de Diciembre del 2016 a las 22:00

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Consejo: Si en 9 de cada 10 intentos fracasas, el mejor plan es hacerlo 10 veces o más.

            Hace algunos días el Partido Revolucionario Institucional (PRI) vivió su Consejo Nacional en el que se destacaron los siguientes cuatro aspectos que tienen que ver con usted señor presidente:

  1. Que es usted el líder del PRI y que conducirá el proceso de selección para la candidatura presidencial en el 2018.
  2. Que trazó la ruta de su preferencia (recordando los 70´s) hacia el 2018: "Primero el programa, primero el proyecto, y después los nombres" e incluso señaló que se debe dejar a otros partidos las promociones anticipadas.
  3. En cuanto a la corrupción, manifestó que quienes dañaban el prestigio de su partido no merecen ser parte de él. Que el PRI no tenía cabida la corrupción, el encubrimiento y mucho menos la impunidad.
  4. También el llamado que hizo a la unidad interna y a rechazar las actitudes derrotistas.

            Usted paso de ser un gobernador que cumplía lo que prometía a ser un candidato dinámico y fresco. A partir de ahí, de ser un presidente reformador que quería mover a México a un político con bajos niveles de aprobación.  ¿Donde estuvo el problema? ¿Por qué su forma de gobernar en el Estado de México lo hizo presidente y su forma de gobernar al país podría quitarle la presidencia al PRI?

            En las campañas políticas modernas él mensaje más sencillo es un rostro y el más poderoso es la confianza. Sin embargo, dicha confianza se gana con congruencia. Los analistas políticos todo lo observan y contrastan, los ciudadanos tienen acceso a cada vez más información. En cuanto a lo que mencionó en el Consejo Político y en su reciente mensaje transmitido en cadena nacional respecto a la unidad y la corrupción, dijo lo que tenía que decir, sin embargo hay algo que no cuadra y es que el problema de percepción que afronta no sólo tiene su origen en la forma de comunicar de su gobierno sino en su forma de gobernar.

            Por una parte, el gobierno que encabeza y que acaba de iniciar su quinto año no ha contado con una estrategia de comunicación articulada que le permita ganar la agenda y cuando lo hacen terminan por no posicionar mensajes claros ante una dispersión de información que pareciera más producto de la coyuntura que de la estrategia. Al intentar posicionarlo todo, terminan posicionando nada. Tampoco se observa que las estrategias de comunicación tanto de su gobierno como del PRI estén articuladas para reforzar el posicionamiento. Ya lo dijo J. Goebbels "La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto, Sin fisuras, sin dudas".

            Por otra parte, en cuanto a la forma de gobernar en muchas ocasiones el entorno del poder se alimenta de la soberbia que asume que todo escándalo pasa, hecho que dista mucho de ser realidad. Ayotzinapa, Tlatlaya y la Casa Blanca abonaron a la desconfianza en las instituciones y opacaron su Saving México evidenciando una crisis en materia de derechos humanos y de corrupción. Seguramente esos problemas tan complejos fueron tratados como se hizo porque asumir la verdad hubiera implicado costos altísimos en la gobernabilidad desde la perspectiva  de quienes como parte del sistema político, sueñan, respiran y viven para conservar el poder.

            Presidente, día a día se presentan nuevas oportunidades para mostrar cambios en el estilo de gobernar que para aprovecharse requieren de convicción y determinación. Si hay un mensaje de compromiso contra la corrupción ¿Por qué permitió o instruyó que se integraran en el Consejo Político Nacional personajes señalados por actos de esa naturaleza como a Humberto Moreira Valdés?; ¿Por qué si hubo la capacidad de recapturar al narcotraficante más buscado del mundo no la hay para capturar al ex gobernador Javier Duarte de Ochoa?; o bien, en cuanto al repudio generalizado para algunos titulares de su gabinete ¿por qué los ratifica en sus cargos?

            La mejor campaña de posicionamiento no está en lo que se dice, sino en lo que hace que afecta positivamente a la sociedad. No basta con hacer como si nada pasara, dar mensajes de unidad ante los grandes retos nacionales o pedir disculpas ante situaciones del pasado.

            Por otra parte, sobre el hecho de que será usted quien conducirá el proceso sucesorio hacia el interior del PRI y que trazó ya la ruta hacia el 2018 debemos tomar en cuenta que si bien su partido es uno donde impera la unidad y la disciplina a toda prueba (bueno, casi)  estamos en una época distinta en la que por ejemplo, nunca se habían tenido niveles de aprobación tan bajos para un presidente. El PRI nació desde el poder y ya tuvo que ser oposición. El PRI se resiste a evolucionar ante una sociedad más informada, conectada y democrática. Un tal Darwin decía "no es la más fuerte de las especies la que sobrevive, ni la más inteligente Es la que se adapta mejor al cambio".

            En esta época sería mejor que fuera un árbitro que propicie que se construya una candidatura presidencial con respeto, transparencia, reglas claras y el tiempo suficiente para hacer los compromisos hacia el interior y el exterior. Se requieren consensos  mínimos, ni la tan desastrosa sana distancia de Zedillo, ni la sana cercanía que propone, la cual suena más a evidencia de dedo índice autoritario.

            En cuanto al último punto, respecto a tener el tiempo suficiente, el asesor político Joseph Napolitan alguna vez señaló que nunca se empieza a preparar una campaña demasiado pronto, ya que cuando se empieza tarde, no se tienen que hacer menos cosas sino que sencillamente se tiene menos tiempo para hacerlas. Si bien, tanto Vicente Fox Quezada como Felipe Calderón Hinojosa al mes de marzo del año de la elección se encontraban abajo por siete puntos del candidato del PRI y del PRD respectivamente, ambos habían tenido dos años para construir su campaña gubernamental, mientras que sus competidores del PRI y en el caso de la de su campaña, la candidata del Partido Acción Nacional (PAN) se vieron en clara desventaja al prolongar demasiado tiempo la decisión en cuanto a quien sería el abanderado.

            Señor presidente, las promociones y expresiones anticipadas siempre encuadradas en el marco legal son parte de la democracia moderna, permita que se construya una candidatura que se defina más pronto que tarde para que pueda competir sin desventajas. Lo que le funcionó a usted no tiene porque volver a funcionar y más si la realidad es otra. No se deje engañar creyendo lo que quisiera y pensando que la sociedad es tan entusiasta y optimista como la que le aplaude en los Consejos Políticos.

            El PRI no es el PRIP si aún tiene la posibilidad de cambiar y les permite evolucionar hacia donde la sociedad espera. Cuentan con una estructura amplia y leal que representa una base sólida para cualquier campaña electoral (23 por ciento aproximadamente). Cuenta con gobernadores y la mayoría en el Congreso de la Unión. Y claro, también debería contar con usted. Por estas razones el PRI es competitivo y lo es aún más en una contienda de tres, tomando en cuenta una posible alianza con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido Nueva Alianza (PANAL) que podrían proporcionarle al menos 6 puntos porcentuales más.

            El candidato Felipe Calderón supo aprovechar el timing adecuado posicionándose como un contendiente competitivo que logró que la elección en vez de ser entre tres fuera entre dos. Además logró un clivaje donde el eje diferenciador fue estar a favor o en contra  del "peligro para México". Actualmente López Obrador demuestra que aprendió la lección y ya inicio un esfuerzo para establecer un clivaje entre su partido y lo que llama "la mafia en el poder. Para que el PRI resulte ganador no puede permitir de nuevo algo así, debe propiciar una campaña entre tres o bien, de dos donde sea quien represente el lado de la moneda que significa un cambio responsable asumiendo y aceptando lo que se ha hecho mal, siendo críticos de usted si es necesario.

            En la política actual todo puede pasar. Por ejemplo, apenas hace un año el PRI ganó la mayoría en el Congreso de la Unión y ya había pasado Ayotzinapa y la fuga del Chapo, el PAN estaba en la lona y un año después las cosas se pusieron al revés.

            De aquí al 2018 faltan los procesos electorales del 2017 y claro, que el PRI trabaje en lo obvio, es decir, en su unidad, en la capacidad de operación que permita dividir al voto anti sistema, en posicionarse como un partido con posibilidades reales de triunfo y en contar con un candidato con pocos negativos. Sin embargo, si bien esto ya es urgente, no deberá permitir que se deje de lado lo fundamental que es desarrollar hacia el interior un debate que le lleve a definir la identidad de su proyecto, que le lleve a identificar qué historia y que proyecto suscribe, como bien lo diría en su columna el analista Federico Berrueto en días pasados.

            El PRI necesita abrirse a nuevos cuadros con sentido común, mucho más sensibles y comprometidos con los valores que exige una sociedad mejor; renovarse y propiciar un relevo generacional meritocrático; comunicar más y mejor; pero sobre todo pasar del discurso a la acción y de la acción a los resultados. Que no sólo se enuncien los retos que hoy vivimos, que se convoque a expertos y a la sociedad en general a fijar postura, que se coordinen los esfuerzos y se tracen planes de acción con tiempos y movimientos ante temas tan complejos como son: la estrategia de seguridad nacional, los riesgos económicos por la postura de D. Trump ante el tratado de Libre Comercio (TLC), la inversión en educación e investigación para el desarrollo, sólo por citar algunos.

            Presidente Peña Nieto si quiere resultados distintos haga las cosas distintas. Ya no es posible gobernar con base en el clientelismo, no tiene alternativa más que empezar a hacer efectivo el Estado de derecho. Acérquese de nuevo a la gente y con los líderes de opinión. Seguramente está lastimado por todo lo que se ha hablado, no sobreestime la información que sabe que no tiene fundamento, pero si la que si lo tenga y aunque duela asuma las consecuencias y/o acepte cambiar para bien.

            El tema va más allá de usted, del PRI, tiene que ver con México. El país necesita la estabilidad que sólo le puede dar un liderazgo diferente que unifique y comprometa a la clase política a trabajar en conjunto ante los grandes retos que vivimos. De un liderazgo que haga un diagnóstico serio y objetivo sobre los gobiernos locales que ante la corrupción y las malas decisiones se encuentran al borde del colapso o bien, del proyecto de nación que el país necesita. Un líder del PRI que sepa que la mejor campaña es la de los resultados y el mejor mensaje es la congruencia. En fin un liderazgo que no se dé por vencido. Un liderazgo que si fracasa en nueve de diez ocasiones, lo intente diez veces o más para asegurar que México se mueva. Pero eso sí, que cada intento sea real y distinto. ¿Está dispuesto a intentarlo?

Placeres culposos:      

            Ya salió el disco Blue & Lonsome de The Rolling Stones. Si bien no hay rock y sólo blues, suenan contentos y la armónica de Jagger aún mejor a sus 73.

            Leer a Roberto Bolaño tanto en las novelas 2666 (2004) y en los detectives salvajes (1998) las cuales están consideradas por 50 críticos y libreros como la primera y tercera en importancia en el último cuarto de siglo según publicó el diario El País.

 

David Vallejo

Nació en Tampico, Tamaulipas en 1979.  Es licenciado en Ciencia Política y Administración Pública por la UDEM, cuenta con maestrías en Política y Gobierno por el Colegio de Tamaulipas y Administración Pública por el INAP - IOUG. Actualmente estudia la maestría en Comunicación política y Gobernanza y es doctorando en Ciencias Sociales. Ha sido funcionario y profesor, comprometido con la buena política y la naturaleza, hombre de familia, melómano y lector.

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